Desperté al escuchar la melodía de un teléfono. Lo primero que vi fue una almohada naranja.
¿Naranja? ¡Mi ropa de cama era verde!
Me senté de inmediato, confundida, había tenido un sueño tan real, no de esos sosos a los que estaba acostumbrada en donde Peeta…
¡Oh rayos! ¡No había sido un sueño!
—Hola amor ¿te desperté?— esa voz tan dulce. ¿Me dijo amor? Allí a mi lado estaba aquel hombre que me hacía delirar dormida y…ahora también despierta.
— ¿Peeta?— sonreí. Sentí frío, bajé mi vista y… ¡Horror! Estaba desnuda, la sábana apenas me cubría hasta las caderas. Volví a echarme en la cama y jalé la sábana para que me cubriera por completo. Sentí su risa suave.
—Llevo más de una hora mirándote dormir— dijo sensualmente. ¡Qué vergüenza!
—Buenos días— le dije asomándome para verlo, estaba muy cerca de mí y también iba desnudo.
—¿Tienes hambre? Tengo pan recién horneado— ofreció. Siempre tan tierno, ahora entiendo porque su madre lo llama "pedacito de cielo".
—Tengo muchísima hambre— le sonreí. – ¿Escuché un teléfono?— pregunté.
—Sí, una inquilina quejándose de su ducha— me dio un beso en la frente.
— ¿Clove?— pregunté.
—Sí. Le dije que hoy era mi día libre. No va a morir si no se baña— sonrió.
—No creo que su ducha esté mal, creo que lo que quiere es bañarse contigo— le dije dejando salir mi celos. Él se rió suavemente.
—Pues yo quiero ducharme contigo— dijo quitándome la sábana y subiendo sobre mí. Al instante solté un gemido, sólo él hacía que mi cuerpo reaccionara de esa forma.
—No parece que quieras bañarte— dije entrecortadamente.
—Aún no— se inclinó, atrapó uno de mis pechos, con la otra mano empezó a hurgar en mi interior. Sus dedos entraron con facilidad y me humedecí pronto. Mi espalda se arqueaba y él aprovechaba para seguir lamiendo y succionando mis pezones.
Despertar así cada mañana sería como vivir en el paraíso. Peeta se estaba volviendo un experto en el arte de darme placer. Hizo un movimiento que me hizo saltar, dejó mi parte superior libre para dedicarse por completo a masajear la zona sensible que había encontrado. Puso la otra mano en mis nalgas para evitar que me escapara ya que cada roce me hacía moverme descontroladamente. Siguió con su labor, atento a mis reacciones, hasta que no pude más y me dejé ir.
¡Había logrado que me vinera sin penetrarme!
Bueno, el sólo verlo ya me excitaba pero lo que me hizo fue intenso y delicioso.
— Ahora si estás lista— exclamó.
—¡Lista para lo que quieras!— dije entre jadeos.
—Déjame entrar en ti, Katniss— rogó en un susurro demandante.
Si él supiera que estaba dentro de mí desde hace tiempo. Que llevo meses soñando con sus besos, sus caricias, con su cuerpo.
En respuesta a su pedido elevé mis caderas para recibirlo. Entró con suavidad, se movía despacio, saboreando cada movimiento, me miraba a los ojos, como si buscara algo.—Te quiero— dijo besándome. Yo también lo quería, no se lo había dicho quizás por miedo pero sus últimas palabras la noche anterior me dieron confianza.
—Yo… yo también… te quiero Peeta— dije antes de volver a gemir. Oír eso de mis labios pareció encenderlo, su ritmo fue más rápido. Levantó una de mis piernas hasta sus hombros, yo lo miraba absorta, su rostro se contraía de placer y me gustaba verlo así, sobre mí poseyéndome por completo, embistiéndome una y otra vez.
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CONSERJE MELLARK -Terminado-
FanfictionMayores de 18 años Contenido sexual explícito Katniss es una señora frustrada sexualmente, casada con Gale Hawthorne, un hombre guapísimo pero impotente. ¿Qué pasará cuando se mude a un condominio y conozca al guapo conserje? Adaptación de mi fanfic...