Los celé de mi coracé.

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Un día, mientras escuchaba la música de funeral del recreo, un machibel llamó mi atención. Al principio creía que se trataba de un mamotreto, pero en verdad era un puñado de pelos en los huevos.
Me llevé una desilusión porque me dijeron profesor, y yo, con to' el do' de mi co' les dije: ay Dios.
Después de contarles el rollo macabeo, dije, ay que no veo.
Entonces, Ismael me tiró los te', y yo le dije: no pué' se' porque estás en bachiquer.
De repente, con la Engracia me topé, y me dijo: po' tu puta madré.
Y me enteré de que Ismael estaba con el de historié, y me puse celosé.
Y me puse más celosé que la celosía de los pu' morés.
Y la Engracia me quiso consolé pero le dije: no, que hueles los platané de los arbolé alcornoqué con las belloté que son amargué.
Ella me dijo: yo huelo los oceanos pero a tí te puedo comer todo el ano.
Me traumé y vomité en el teclé del ordenadé de las naloné.
Pero vi al queridé con mi Ismael y me volví a poner celosé y a maldecir a Constantinoplé del bachibul del Teodosié con el disqué de los ruidé del Ismael.

Te quié IsmaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora