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Llevó una mano a su oído izquierdo al sentir el leve pero agudo sonido de un repentino pitido en su interior. Últimamente había estado teniendo ese tipo de sensación muy seguido, sin importar la hora del día en que fuese.

— De nuevo tengo un zumbido en el oído. —le comentó a Hyungwon quien estaba recostado en su pecho jugando un juego online en su Playstation.

El menor asintió y guardó silencio un par de segundos, al menos hasta que la partida acabó y pudo recuperar su concentración.

— Te dije que dejaras de escuchar esa horrible música de moda mientras lees, tu cerebro está teniendo un cortocircuito mientras lee poesía y escucha esa cosa rara. —bromeó dejando un beso en su barbilla— o quizá deberías de dejar de salir tan bien vestido al trabajo, seguramente tienes a muchas hablando de ti, ya sabes lo que dicen... Escuchas un pitido cuando alguien habla de ti, o quizá alguien esté mencionando lo malo que eres... —comentó arrugando su naricita.

Wonho se rió y dejó el libro de lado para apretarlo entre sus brazos.

— ¿Quien podría hablar mal de mi? Soy un ángel de Dios, tu lo sabes... —le dio un suave beso lento en los labios y suspiró— es mejor que descansemos ya...

Hyungwon asintió con una sonrisa.

— Totalmente de acuerdo... —comentó acurrucandose contra él y dejandole a Wonho el trabajo de apagar los aparatos electrónicos que él siempre encendía pero jamás apagaba.

Mientras tanto, en otro lado del mundo, Jooheon estaba sentado en medio de un mar de bolsas de shopping, simplemente viendo como sus dos acompañantes literalmente estaban a punto de agarrarse de los pelos por no poder decidir a donde más querían ir, ya que ambos querían estar con Jooheon pero no querían ir al mismo lugar.

— ¿Sabes que, Wonho? —masculló para sí mismo de la misma forma en la que llevaba haciéndolo hace tiempo— cuando te vea en la oficina, voy a tomar las tijeras, te tomaré por el cuello y voy a cortar tu hermoso cabello más disparejo que el césped de la casa de mi tía, entonces me pagarás todo el cabello que he perdido a causa de toda esta situación que... —en ese momento levantó su mirada y vio que por obra de Dios o del diablo, la intensa pelea parecía haber cesado siendo reemplazada por un agradable silencio que lo alivió y aunque no sabía si era oportuno hablar, decidió que igualmente lo haría— entonces... —se puso de pie y avanzó hacia sus acompañantes— ¿No creen que ya tuvimos suficiente diversión y que podemos ir tranquilamente a las habitaciones a dormir ahora?

Pintó su mejor sonrisa esperando que su plan funcionara y poder convencerlos de quedarse para por fin estar solo y fuera de líos. Sin embargo, aquellas facciones que ya empezaba a conocer, le decían que habían llegado a un acuerdo y no le gustaba en lo absoluto.

En tiempos anteriores quería que ambos chicos se llevaran bien entre sí, pero después de darse cuenta de que cada vez que se ponían de acuerdo atentaban contra su cordura, decidió que quizá había cambiado de opinión, aunque eso suponía despedir a uno y elegir a uno de los dos. Era algo que parecía inevitable a ese punto.

— Quiero beber. —comentó Minhyuk con sinceridad— dijiste que podíamos divertirnos, así que eso es lo que elijo.

Él arqueó las cejas sorprendido y lo hizo aún más cuando Changkyun habló también.

— Yo también quiero beber y divertirme. —Jooheon iba a protestar respecto a eso porque Changkyun parecía realmente joven y aunque no se acordara de la edad que figuraba en su currículo, no creía que fuera buena idea, pero el menor se adelantó a él— ¡No me mires así, soy mayor de edad! —protestó haciendo un puchero.

Jooheon se pasó las manos por el cabello y soltó una risita de desesperación.

— A ver... —suspiró— así que después de caminar todo el día y comprar todo lo que quisieron... ¿Aún quieren salir? —ambos asintieron casi al mismo tiempo y él rodó los ojos— me da hasta miedo ver que se pongan tan de acuerdo en ciertas cosas, se parecen tanto que incluso si tuviera que elegir a uno para algo, no sé si podría hacerlo. —una expresión indescriptible se pintó en el rostro de ambos después de sus palabras y por algún motivo, el ambiente comenzó a sentirse pesado a causa del silencio, entonces Jooheon supo que quizá era mejor ceder— bien... —suspiró— esta bien, solo... Prepárense para salir. De cualquier forma estamos llegando al final de las vacaciones y... Solo háganlo.

Ambos asintieron y se fueron a la habitación que compartían para poder darse una buena ducha y estrenar algo de lo mucho que habían comprado, mientras que Jooheon solo se tiró al sofá con cansancio. Después de un largo rato por fin tomó la decisión de prepararse también y aunque se tomó su tiempo, cuando salió notó que los emocionados chicos estaban esperándolo con todas las energías que él no tenía.

Sin mediar palabra se fueron al lugar elegido. Jooheon había olvidado la última vez que fue a un bar, incluso olvidó la última vez en la que había estado voluntariamente en un sitio donde hubiera alcohol, pues nunca tenía el tiempo, y cuando lo tenía, no tenía compañía.

Wonho era su amigo, casi su hermano y en general la persona a quien le confiaría la vida, sin embargo el mayor no bebía más de una copa y cuando conoció a Hyungwon, fue peor. Aunque lo comprendía, pues en las pocas veces que lo vio ebrio, decía mil estupideces y seguramente le daría vergüenza que su pareja lo viera decir tanta incoherencia en una noche.

Había perdido tanto la costumbre que en sus planes incluso no figuraban más de dos cervezas. Simplemente planeaba sentarse por ahí y ver como ambos chicos se divertían, lo cual no era tarea difícil porque desde que llegaron estaban felices como niño en juguetería.

Y ahí con el pasar de las horas, mientras miraba como Changkyun platicaba con un simpático chico y Minhyuk bailaba libremente por la pista de baile, sonrió involuntariamente. No sabía si era por ver a Chang con su extraña forma de coquetear o el baile raro de Minhyuk, pero por primera vez en mucho tiempo se sintió verdaderamente contento.

Entonces se recostó en su asiento, bebió lo último de su botella y se puso de pie, ganándose la atención de sus dos acompañantes que cada cierto tiempo lo buscaban con la mirada entre la gente para estar pendientes de él. Lo que no se esperaron fue que su amargado jefe con cara linda pero mandona, se colara en medio del gentío justo en lo mejor de la música y comenzara a bailar desenfrenadamente dándoles una visión extraña y definitivamente diferente del Jooheon que conocían, aunque claro, el alcohol le dio un empujoncito.

Ambos chicos estaban anonadados pero al mismo tiempo felices de que aquello por fin fuera una diversión real de tres, entonces no dudaron en dejar lo que estaban haciendo por unirse a la tontería de su jefe que disfrutó de una buena noche de espuma como nunca antes.

Y aunque Jooheon no lo admitiera, en el fondo, debajo de su embriaguez sabía que el motivo principal de su felicidad era gracias a un ángel llamado Hoseok, que consideraba su hermano.

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