Un dolor agudo bajo mi garganta me hizo abrir los ojos. El aire entró a mis pulmones pero no por mi nariz o mi boca. Simplemente entraba y eso era bueno. Nuevas fuerzas llegaron a mí.
—Todo va bien Peeta ¡Sal de aquí!— gritó mi médico.
— ¿Qué pasó? ¿Qué le hiciste? ¡Está llena de sangre!— Peeta no podía ocultar su desesperación. Quise hablarle pero no pude.
—Tranquila Katniss, tranquila, no hagas esfuerzo— me indicó el médico mientras que sentía pequeños jalones en mi cuello. Él y otra persona me limpiaban.
— ¿Qué pasó?— Peeta seguí fuera de control.
—No podía respirar, tuve que hacerle una traqueotomía, la infección le cerró la garganta— traté de relajarme y no moverme. Por eso sentí que todo volvía a la normalidad aunque el aire no pasaba por mi nariz ni mi boca.
Sentí nuevos brazos me subieron a la cama. Nuevamente fui conectada a los aparatos y para mi mala fortuna, me ataron a la cama. Unas gruesas correas pasaron debajo de mi busto. ¿Me estaban atando como a alguien que había perdido la razón? Moví un brazo en señal de protesta.
—Calma Katniss, es sólo para que no te muevas, el tubo podría salirse de su lugar y te asfixiarías.
Dejé de protestar. Al menos no me creían demente, era sólo para mi protección.
Me sentí impotente y vulnerable. Si Cato llegaba en cualquier momento lo tendría muy fácil. Yo no podría oponer ninguna resistencia.
Los médicos insistieron en que Peeta saliera. Cerré los ojos para no mirar nada más y dejar que hagan su trabajo. Sin querer me quedé dormida.
Desperté, no sé si era de día o de noche. La lámpara a mi lado estaba encendida, no había nadie cerca de mí. Traté de moverme un poco, me dolía la espalda baja, las piernas, los brazos. Debí estar dormida mucho tiempo sin cambiar de posición.
Escuchaba ruidos en el pasillo, agudicé el oído pero apenas pude percibir que hablaban de mí, uno de ellos era mi doctor. La otra voz masculina no la pude identificar.
Esperé por mucho tiempo, o tal vez fue poco, para mí se hizo eterno. Traté de hablar y no pude. Sólo salían sonidos de mi garganta mas no palabras. Me faltaba el aire cada vez que trataba de decir algo.
Dejé de intentarlo, no tenía otra opción que esperar, no podía llamar a la enfermera, estaba atada a la cama, no podía hablar. Maldición no podía hacer nada de nada.
Un sentimiento de soledad se apoderó de mí. Sí, estaba sola, enferma, debía ser un estorbo, incluso para Peeta. Y no quería eso, lo amaba mucho para permitir que perdiera valiosos años de su vida cuidando a una inútil. Si mi enfermedad seguía progresando lo alejaría de mí. Sería muy egoísta de mi parte dejar que él se ate a alguien que no puede valerse por sí misma.
¡Rayos! Mis lágrimas cayeron, me picaban los ojos y no podía limpiarme. Mis manos también estaban atadas a los bordes de la cama.
Alguien entró, quise ver pero apenas oía las pisadas. No eran fuertes, debía ser una mujer, a lo mejor una de las enfermeras o una doctora. Escuché el tintineo de metal, vidrio, plástico y demás cosas. Pero no podía verla por más esfuerzo que hacía, no estaba en mi campo visual.
Pronto apareció, era una señora, vestida de celeste, traía medicamentos, y algunos objetos de metal parecidos a escalpelos y pinzas. Un frío me recorrió el cuerpo. ¿Qué me iban a hacer?
No pasaron muchos minutos y aparecieron mi médico acompañado de otros dos colegas, sus semblantes no eran buenos. Parecía que me darían la inyección letal.
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CONSERJE MELLARK -Terminado-
FanficMayores de 18 años Contenido sexual explícito Katniss es una señora frustrada sexualmente, casada con Gale Hawthorne, un hombre guapísimo pero impotente. ¿Qué pasará cuando se mude a un condominio y conozca al guapo conserje? Adaptación de mi fanfic...