EPÍLOGO

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  • Dedicado a Carolina Martinez C
                                    

"Quisiera cubrir tu desnudez con mis besos, hacerte un vestido de caricias para que el mar travieso no se atreva a envolverte.
Sé mía en este atardecer cuando el día desaparece y el cielo azul se torna en llamas.

Ven mi Katniss. Ven a mí.

Mis dedos tocarán una balada en tu cuerpo, las notas más altas serán los jadeos que salgan de tus labios.

¿Me entregas tu pasión?

¿Me das tu deseo?

Te premiaré con mi desenfreno.

Me palpita el corazón, la sangre fluye con fuerza en mis venas, mi autocontrol va menguando, siento la potencia del deseo que se hace un nudo en mi garganta y, poco a poco, va bajando hasta sentir explotar mi hombría con mi amor endurecido.

Quiero, en este momento eterno, sembrar nuestros sueños. Esparcir mi anhelo en tu ser.

Deseo, saborear tu piel salada, adentrarme en tus rescoldos, llegar a lo profundo de tus depresiones y a lo alto de tus montes.

Necesito, urgentemente atrapar tus suspiros, hacer míos todos tus gestos.

Tu cuerpo reclama mis caricias, se abre para mí y me sumerjo suave, lento… para amarte eternamente.

Con una fuerza, inagotable, inmortal, así es mi amor y mi deseo por ti"

.

.

Mis músculos relajados se dejaban acariciar por las suaves aguas tropicales. El olor a mar, la brisa, el viento cálido, todo a mí alrededor me incitaba a cerrar los ojos y descansar.

Todo, menos alguien que, cual tritón sensual, nadaba a unos metros en las verdosas aguas del mar caribeño. Todo un espécimen apetecible. Siempre oí que decían "consume lo que el mar produce", hoy iba a hacer caso a ese dicho de pescadores.

Levanté mi cabeza para mirar… derecha, nada. Izquierda, sin novedad. Estábamos solos, en menos de una hora el sol se ocultaría.

Un atardecer de amor.

¡Pasión al aire libre!

Creo que mojé mi bikini de sólo imaginarlo. Sí, necesitaba que Peeta me hiciera el amor aquí mismo, a orillas del mar.

Escuché el chapoteo de sus pasos caminado hacia mí…

¡Ahora o nunca Katniss!

Quité el sujetador de mi bikini y me levanté para ir a nadar. Y ¡ups! Al cruzarme con él, la parte superior del bañador, cayó a los pies de mi esposo.

Sus ojos parecían dos platos soperos. Le sonreí pícaramente y sin recoger mi prenda me metí al agua.

No tardó más que unos segundos en alcanzarme, sus manos traviesas fueron directo a lo que quedaba del bikini. Con apenas unos movimientos me tenía frente a él como dios me trajo al mundo.

"Conserje travieso" pensé, aunque técnicamente él ya no era mi conserje. Ni siquiera era dueño del edificio. Apenas cobré la herencia de Gale, INVERTÍ en hacer las reparaciones de aquel lugar y lo vendimos con buenas ganancias.

Ahora estábamos a punto de adquirir la televisora donde Thom trabajaba, para convertirla en un estudio de cine. Peeta estaba entusiasmado en trabajar haciendo películas.

Pero hoy no vinimos en plan de trabajo… económicamente hablando… esta semana era para dar rienda suelta a nuestra pasión en una luna de miel ardiente. Y no me podía quejar, apenas salíamos de la habitación para comer y ver el mar. Pero... ¿Por qué hacerlo en una cama si teníamos tanta intimidad en esta playa desierta?

CONSERJE MELLARK -Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora