Capítulo 2

204 30 23
                                    


Los chicos no pararon de hablar esa noche, inmediatamente se dieron cuenta de que había química entre los dos y empezaron a quedar para tomar un café, ir al cine, a cenar, en fin cualquier actividad que les permitiera compartir el tiempo juntos.

Neil cada vez se quedaba más prendado de ella, era tan dulce, sensible y delicada y a él le encantaba jugar a ser el caballero que rescata a la princesa. Se acostumbró a estar para cuando ella lo necesitara y cada vez iban avanzando más en su acercamiento. Él quería tomarse su tiempo y no avanzar demasiado rápido con ella, no quería apresurarse y echarlo todo a perder. Por primera vez Neil estaba pensando seriamente en las palabras de su padre de sentar cabeza y veía en Candy a la mujer perfecta para compartir el resto de su vida.

Esos días se convirtieron en semanas, 4 para ser exactos; y en una ocasión en la que regresaban del cine, habían ido a ver una película romántica a petición de ella y Neil quien se había vuelto más que complaciente, un mimador de la pequeña rubia no le puso ninguna objeción, llegaron hasta el departamento donde Candy vivía y en la puerta, tomados de la mano, él se acercó lentamente a ella con la plena intención de darle un beso de despedida, acto que ella impidió aludiendo que algo le había caído mal de lo que había comido en el cine, disculpándose de esta manera y dejando a un Neil algo contrariado.

Él pensó que Candy era la chica más ingenua que había conocido, le atribuyo su actuar a que probablemente jamás nadie la había besado y por ende, empatizó con ella. Y en ese mismo momento tomo la decisión de que no intentaría ningún avance más hasta que él le propusiera noviazgo formalmente, no podía sospechar que toda su actitud fingida era tan solo un ardid para que el joven Leagan cayera redondito a sus pies.

Al día siguiente un enorme ramo de rosas fue recibido por la rubia con una sonrisa de satisfacción. Al parecer todo le estaba saliendo tal y como lo quería y estaba segura de que la propuesta deseada no tardaría en llegar. Tomo la nota y la dejo en la mesita de noche mientras ella se recostaba en su cama, planeando cual sería el siguiente paso.

Una semana después...

Neil paso por Candy para llevarla a cenar a un lujoso restaurant, que se encontraba en el centro de Chicago y del cual decían se debía hacer reservación con seis meses de anticipación. Sin embargo para el magnate de los hoteles, nada era imposible y por supuesto que en menos de dos días le tenían lista la reservación requerida con todo lo que este había solicitado. Eso solo podía significar que algo importante iba a pasar en la vida de él.

Candy lo recibió más amorosa que nunca, le faltaban pretextos para rozar con sus manos, su cuerpo, su cara, cualquier parte del cuerpo del moreno y aunque a Neil le desconcertó un poco la actitud de la rubia, estaba encantado, pues desde que la había conocido, dejo de asistir a los bares y no volvió a coquetear con nadie. Él había respetado a Candy aunque no fueran nada hasta ese momento.

Llegaron al restaurante e inmediatamente les hicieron pasar al área privada, un pequeño salón donde solo se encontraba la mesa decorada con velas y rosas rojas, un par de sillas y de fondo se escuchaba la música de piano que tocaban afuera.

-Neil, que bello detalle, jamás imagine que me traerías a este lugar. ¡Es fantástico! No todas las personas pueden asistir a un lugar así y me alegra que tú y yo seamos tan afortunados.-

-Bueno Candy en realidad los afortunados son ellos, recuerda cuales son nuestros apellidos, eso le da cierto prestigio a este lugar y es por ello que es tan solicitado. Pero hablemos de otra cosa, eso no tiene importancia.-

-Tienes razón Neil, pero en verdad me encantaría venir más seguido acá y no sé poder probar todas las delicias que se mencionan de este lugar.-

-Por supuesto que si hermosa, vendremos cuando quieras.-

Fueron interrumpidos por el mozo que les sirvió la cena y que ellos degustaron tranquilamente entre risas y una conversación amena, sobre varios temas intrascendentes y fue así hasta la hora del postre.

-Candy .-menciono mientras tomaba una de sus manos,- debo agradecerte por una gran noche, la he pasado genial a tu lado. Y la verdad es, que desde que te conocí no ha sido diferente. Haces que mis momentos sean más ligeros con tu carácter y con tu ingenio. Puedo ver la gran persona que eres y mirar a través de esos hermosos ojos tu transparencia y tu alma pura. No puedo seguir ocultando que me vuelves loco y que quisiera ser algo más que un amigo para ti. Te quiero Candy, en verdad te has metido dentro de mi corazón y quiero que seas mi novia.-

-¡Oh Neil! .-exclamó llevándose ambas manos a la boca para ocultar una sonrisa de suficiencia y abrió enormemente los ojos.- yo...

-No respondas nada ahora si no estás segura, yo estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario.-

-¡Sí, sí quiero!. -

Neil se quedó sorprendido ante su repentino cambio, pero nuevamente se lo atribuyo al nerviosismo que la pobre debía estar pasando y por las emociones que debería de estar sintiendo. Sin perder tiempo se levantó de su asiento, tomo su mano y la ayudo a levantarse, quedando cara a cara; sus manos recorrieron los brazos de la rubia hasta llegar a su rostro, el cual tomo con ambas manos, coloco su dedo pulgar en el labio inferior de esa boca pequeña y carnosa y le acaricio vehementemente; para después apoderarse de esos labios en un beso que denotaba la larga espera y las ansias locas que tenía por fundirse en ellos.

-No sabes lo feliz que me hace tu respuesta, -menciono apenas en un susurro muy cerca de los oídos de la rubia. El beso había sido de otro mundo; para sorpresa del moreno, ella había invadido su boca, introduciendo su lengua y acariciando el paladar, acto que hizo que Neil abriera los ojos por la intromisión sorpresiva pero que inmediatamente volvió a cerrar y aprovecho para hacer lo mismo en la boca de ella. Un beso lujurioso, en la casta boca de su amada, pensó Neil.

-Para mí este es un paso muy importante, promete que no jugaras con mis sentimientos. -dijo una Candy con la mirada baja y moviendo sus pestañas en forma inocentemente provocativa.

-Te lo prometo. Cuidare de tu corazón como la joya más valiosa de este mundo. - y sellando ese juramento Neil beso nuevamente esa boca, que para él representaba un manantial de sensaciones maravillosas.

Continuará...

Tu castigo será verme felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora