-Lo que quiero decir es que lo más estúpido de Crépusculo es que alguien decida repetir el instituto una y otra vez –dijo una de las chicas.
-Al menos si fuera la universidad... -añadió con voz poco convencida nuestra protagonista.
-Ni eso -replicó la tercera- Imagina ser inmortal y rica y dedicarte a ir a clase...
Lo primero que vio fue a un corgi. Era, como todos los corgis, adorable. Pero como descubriría después, era mucho más pesado que uno común. Lo siguiente que vio fue al hombre que tenía el otro extremo de la correa del corgi apoyado en un coche. A diferencia del corgi ni el coche ni el dueño eran adorables, si se podía catalogar a un coche de sexy este lo era sin dudarlo. El hombre al que parecían pertenecer tanto el perro como el coche desde luego lo era.
No lo había notado solamente ella, sus dos amigas habían cesado su conversación sin notarlo ninguna, más tarde opinarían que al hombre le faltaba un fotógrafo detrás, pues desde su físico, ropa y postura parecía estar haciendo un anuncio para una marca cara. Posiblemente sus gafas de sol valían más que la matrícula universitaria de las tres. A diferencia de sus amigas ella notó algo más, ese hombre era un dios. Claro, si se lo hubiese dicho a ellas habrían estado de acuerdo, pero ella se refería a algo más literal.
Ella era una diosa, algo de lo que sus amigas no tenían idea, como tampoco de que tenía 321 años y era la diosa de la primavera. Para ellas era Vera, una compañera de la facultad un poco excentrica con una madre adinerada a la que le iba el rollo hippie y a la que no conocían a penas. La verdad es que no lo hacían porque a Deméter eso de relacionarse con humanos no le iba demasiado.
-Ah, tu debes ser la hija, creo que tu madre está en casa y no tengo su número -miró a sus acompañantes con una mirada interrogante, al tiempo que extendía la mano para presentarse- Aidan Croney, encantado.
-Yo soy Vera –le dio la mano, el nombre le indicaba claramente que sus amigas no sabían su verdadera naturaleza.
-Bien Vera, no quería interrumpirte ni a ti ni a tus amigas, pero realmente necesito encontrar a tu madre, ¿podrías ayudarme?
Se excusó con sus amigas, normalmente no se veía involucrada en asuntos de dioses, pero cuando debía hacerlo sabía que solía ser inevitable e importante. Mientras se despedía de ellas el dios en cuestión parecía entretenido inclinado sobre el corgi propinandole un excelente trato en forma de rascarle detrás de las orejas. Sus amigas denotaban envida por el perro, no las culpaba. Cuando le indicó que la siguiese y cargó debajo del brazo con el animal lo hizo, sin parecer muy compungido por el hecho de que su traje fuese a llenarse de pelo.
-Es una monada, ¿puedo? -preguntó ella mientras que se ponía bien la mochila y extendía los brazos.
-Pesa más de lo que parece.
-Soy más fuerte de lo que parece –el perro le respondió con un simpático ladrido- ¿Ves? Quiere venir.
Pareció comenzar a protestar ante ella, pero al final no dijo nada y le extendió al alegre y juguetón animalito. Cuando ella lo tuvo en los brazos se dio cuenta de que no es que pesará más de lo que parecía, es que pesaba más que un caballo. Por suerte era una diosa, si no se habría hecho daño, aun así acabó en el suelo. Él disimuló muy mal su risa mientras le extendía una mano para ayudarla a levantarse.
-No es adecuado pedirle acariciar sus mascotas a otro dios, encanto. Si fuese Dionisio quizás sería un leopardo que intentaría comerse tu mano. Quita de encima, Cerbero.
El corgi dio un saltito para ir a los pies de su amo. Ella se sonrojó de pura vergüenza, pues él tenía razón, seguramente se habría enfadado más por la humillación si no fuera por los encantadores hoyuelos del dios que le sonreía. Hasta que el nombre con el que llamó al perro le hizo reaccionar. Claro, Croney, Cronos. Aiden, Croney y Cerbero. El dios del Inframundo la había visto caer de culo intentando acariciar a Cerbero.
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El corgi del Inframundo.
FantasyUn modern AU sobre mitología griega. Esto es Hades paseando por el reino humano actual...