A diferencia de la invasión del pasado, el miasma entraba lentamente a la zona antes protegida. No había detrás la fuerza y la voluntad de hacerlo, nadie se ocupaba de empujarlo, así que simplemente se expandía poco a poco.
Pikshbxgro se sentía terriblemente asustado sin la protección de la barrera, y viendo como el miasma iba entrando, un miasma que era más terrible para él que las bestias corrompidas. De hecho, poco o nada le podían hacer esas bestias, pero ese miasma lo afectaba.
Se mantenía junto a la unicornio, aunque poco podía hacer para ayudarla, aparte de estar a su lado, apoyándola. En parte, como testigo de un evento extraordinario. En parte, porque no se atrevía a alejarse de allí.
Goldmi estaba subida a la copa del árbol más alto, preparada para atacar desde allí, mientras que su hermana se mantenía en el centro de aquel espacio, cerca de la unicornio. La lince tenía la misión de proteger a la futura madre y de apoyar donde hiciera falta, donde la arquera le indicara.
El poder de la barrera fue absorbido y traspasado al interior del cuerpo de la unicornio, además de gran parte del propio poder de la madre. El pequeño que estaba por nacer había esperado mucho, agotando parte de su poder, por lo que necesitaba ayuda extra para conseguirlo.
Los unicornios son seres de carne y magia, por lo que necesitan tanto el nacer como cualquier animal como el hacerlo como un ser mágico. Y de entre todos esos tipos de seres, son uno de los más extraordinarios. Por ello, es necesario una gran acumulación de maná para que nazca un nuevo unicornio, así que se necesitan de muchos años en el vientre de su madre para llevarlo a cabo.
No obstante, una vez llegado al punto de máximo poder, retrasar el nacimiento es difícil y peligroso, tanto para la cría como para la madre. Y eso era lo que había sucedido por unos cinco años. Esa era la razón por la que ahora el nacimiento era más delicado y difícil de lo que lo hubiera sido si hubiera seguido su curso natural.
Así, junto al espíritu, la madre unicornio estaba tumbada sobre la hierba y envuelta en un suave resplandor, producto de la gran cantidad de maná que circulaba por ella, necesario para protegerla y para ayudar con el nacimiento.
Goldmi hubiera querido presenciar ese nacimiento, pero no podía permitirse distraerse. Usaba Ojo de Halcón para escudriñar cada rincón, en busca de unos enemigos que no podía saber si llegarían o no.
Era una situación inquietante, pues un silencio sepulcral los rodeaba, además del lúgubre bosque que había sido corrompido en el pasado. Nada se movía, a excepción de una ligera brisa que traía la desagradable esencia del miasma. Así pasaron los minutos y las horas.
Llevaba algo más de tres horas sobre el árbol, pero no había dejado de vigilar. Y tampoco la unicornio había dado a luz, lo que era muy inquietante. En circunstancias normales, la cría ya debería haber nacido.
El brillo alrededor de ésta se había intensificado, y las fluctuaciones de maná eran perceptibles incluso desde la posición de la elfa, fluctuaciones que habían hecho florecer a los árboles cercanos por primera vez en cinco años.
–Algo se acerca. Por el este– anunció Goldmi.
La lince se incorporó y se acercó un poco a esa dirección, preparándose para la que pudiera venir. Unos minutos más tarde, cuando las sombras que había visto se habían vuelto más claras, su hermana compartió con ella mediante Vínculo Visual la información que captaba con Ojo de Halcón.
Eran unas veinte bestias corrompidas, cuyo aspecto presagiaba que debían de ser bastante más poderosas que las que se habían encontrado hasta entonces, aunque no podía apreciar su poder desde la distancia.
Pero mucho antes de que éstas llegaran, una figura alada apareció en el cielo, lanzándose en picado hacia la unicornio.
En cuanto estuvo a su alcance, la arquera disparó, apuntando al espacio al que pronto llegaría aquella figura. Como en otras ocasiones, probó con varios tipos de flechas, y lo hizo de tres en tres.
Con su vista fija en su objetivo, una especie de águila, sin apenas plumas y de tres metros de envergadura, ni siquiera prestó atención a las flechas hasta que se clavaron en ella, siendo todas más o menos efectivas, en especial con Toque Purificador.
No fue suficiente la primera ráfaga para acabar con ella, pero las dos que la siguieron consiguieron dañar suficientemente sus alas para que no pudiera mantener su vuelo y trayectoria. Murió y desapareció al estamparse contra el suelo, con la lince al acecho por si hacía falta.
Sin embargo, aquella sólo era la primera. Mientras las fuerzas terrestres se iban acercando, más de las aéreas iban apareciendo. La primera había sido de nivel 26, por lo que temían que pudiera haber otras más poderosas.
Pronto, otra también se lanzó hacia la unicornio, también ignorando a la arquera y sus flechas, y cayendo aun con más facilidad. Sólo era de nivel 23.
Luego vinieron dos, niveles 20 y 24. Una de nivel 22. Tres entre niveles 21 y 25. Y después cinco de entre 21 y 25.
Contra las primeras, había intentado reservar su maná y energía, pero cuando llegaron las cinco no tuvo más remedio que usar todos sus recursos. Flechas Penetrantes, varios Tres mejor que una, Toques Purificadores, Ojo de Halcón, Flechas Etéreas o de Viento, e incluso Vacío para perturbar su trayectoria y ganar tiempo. La última, nivel 25, había sido abatida apenas a diez metros de la unicornio.
Por suerte, aunque aún no eliminados, los efectivos aéreos no parecían ser muy numerosos. Sólo una especie de cormorán de casi cuatro metros de envergadura y nivel 29 le dio verdaderos problemas. Fue capaz de abatirlo, pero no murió con el impacto contra el suelo.
–¡Mío!– reclamó la lince.
Malherido y en tierra, no fue rival para ella, a pesar de los dos niveles de diferencia.
El verdadero problema residía en los que estaban por llegar, pues su número era ya de varias decenas. De hecho, hubiera sido peor si los corrompidos aéreos no se hubieran adelantado, si hubieran esperado para atacar juntos, pero carecían del intelecto.
De todas formas, de poco servía preocuparse. Lo que debían hacer era proteger a la unicornio como fuera.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasiaCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...