23.- Leyenda

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Mientras tanto, del otro lado del territorio, dos jóvenes discutían, una pelea de enamorados al parecer, Zerkanya no cedería y Dratør era tan orgulloso que tampoco admitiría su error, ambos se observaron fijamente a los ojos, Zerkanya se dio la vuelta golpeándolo a propósito con su cola y sus alas, Dratør gruñó e igualmente se alejó. Iscán los observó con una sonrisa, gracias a sus intervenciones ahora ambos estaban separados.

—Zerkanya, ¿puedes ayudarme con algo? —Dratør la observó irse caminando con él, cerró el puño con fuerza, no quería perderla, no cometería el mismo error otra vez, el orgullo tiempo atrás le había arrebatado a alguien muy preciado, estaba cediendo de nuevo, no quería admitirlo pero el error era suyo al no confiar en ella.

Zerkanya e Iscán se alejaron hasta adentrarse en el bosque, a un lugar al que nadie se había atrevido a entrar hacía años, le llamaban el camino de las sombras y según los rumores en aquel lugar habitaba una criatura muy poderosa, los humanos que alguna vez entraron no salieron con vida, sólo sus restos fueron encontrados en el límite. Ambos se dirigían hacia ahí, Zerkanya accedió sólo para darle celos a Dratør, después de todo ella sabía que Iscán gustaba de ella y seguramente también Dratør lo sabía.

—Has escuchado sobre las leyendas de este lugar ¿cierto?, incluso te apodaron como la criatura que vive aquí.

—Sí, la leyenda de Valravn fue la primera que escuché al infiltrarme a Klakham hace años —aun estando enojada con él, Zerkanya sonrió al recordar el momento en el que conoció a Dratør.

Escabulléndose entre la maleza se podía observar a una pequeña pelirroja cruzar la frontera de Klakham, su disfraz era perfecto, prácticamente lo único que tuvo que hacer fue cambiar con magia el aspecto de su cola grallierita. Caminó tranquilamente hasta la plaza, varios niños se encontraban reunidos en el lugar frente a un anciano, se acercó para poder escuchar, tomó asiento junto a una niña de cabello castaño atado en una trenza, ella al verla le sonrió como saludo, Zerkanya correspondió y ambas prestaron atención a las palabras del viejo.

—Dentro de los extensos bosques mágicos se cuenta que vive una criatura, Valravn, el dios de la ilusión y la muerte, guardián y amo de un tesoro increíblemente valioso; el Kristel, un huevo de dragón hibernante. Aquel que llegue a tocar aquel huevo será automáticamente el nuevo amo dragón y poseerá el poder de la comunicación draconiana antigua, la lengua más poderosa de esta tierra. Además, los dragones estarán a su servicio al poder comunicarse con ellos mediante esta lengua —mientras relataba movía las manos haciendo formas con la magia caracterizando la historia —.La leyenda narra que aquel destinado a ser el nuevo amo está bendecido por Valravn, el señor de los cuervos , y siempre tendrá un guardián con esta forma predominante, aunque tal vez nunca se dé cuenta de esto —en ese momento un cuervo se paró sobre la cabeza de Zerkanya, ella se sobresaltó y removió para espantar al animal pero este no se movió, un niño pelinegro se acercó y sujetó al cuervo en sus manos para retirárselo cuidadosamente.

—Creo que eres la bendecida de Valravn —exclamó emocionado —.Mira Travien, los cuervos la siguen —la niña castaña de antes rió levemente, él soltó al cuervo para que volara libre pero una parvada llegó y rodeó a Zerkanya, como pudo, el pelinegro se acercó a ella y le tendió la mano para ayudarla a levantarse, ella lo dudó por un momento pero al final terminó por darle la mano para aceptar su ayuda.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, Zerkanya no respondió, sólo desvió la mirada, el otro hizo una mueca y pensó por un momento.

—Te llamaré Valravn.

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—Sólo quiero la ayuda de tus alas, las mías están heridas y necesito un material —señaló una montaña frente a ellos —.Está en la cima, es una rosa negra, ¿puedes ayudarme por favor? —ella accedió y se apresuró a volar hasta la cima, al llegar no solo notó que no había ninguna rosa sino que lo único que se podía observar era un enorme dragón de escamas negras que al verla gruñó mostrándose enfadado, Zerkanya inmediatamente blandió su espada para defenderse pero al notar una cicatriz en la pata derecha del dragón, supo que hacer.

—Suerte con el dragón, Zer —lo escuchó reír desde abajo.

—Maldito —guardó su espada, se acercó caminando sin mostrarse intimidada, conocía a ese dragón.

—Ve por él —lo acarició suavemente, el dragón asintió y se dio vuelta para ir justo detrás de Iscán.

—Debiste pensarlo bien antes de usarme de carnada contra un dragón salvaje, es una lástima para ti que yo conociera a este grandulón —rió sonoramente viendo como Iscán corría completamente frustrado, silbó llamando la atención de la criatura que regresó volando hacia donde estaba ella.

—Ya déjalo en paz, fue mi culpa por haber confiado en él, esto de hacernos bromas está llegando a su límite —volteó un momento y se dio cuenta de que en realidad detrás del dragón efectivamente habían rosas negras, se acercó y tomó una con una sola cosa en mente.

—Te veo en el campamento, Iscán —nuevamente rió y voló de regreso, en el camino notó a Dratør sentado al lado de un arroyo, aterrizó suavemente detrás de él.

—Lo siento, no pude protegerte, Indra —susurró en un sollozo.

—Dratør —él volteó y sonrió levemente al verla, sus ojos decían que había estado llorando, ella se acercó y colocó la mano en su mejilla, lo observó a los ojos sin decir nada.

—Lo siento, no quiero perderte —él rompió el silencio.

—También lo siento —le entregó la rosa, él pareció sentirse mejor al recibir el detalle, le tomó la mano entrelazando sus dedos, apoyaron la frente sobre la del otro y cerraron los ojos, Dratør siguió reviviendo los recuerdos, su pasado ocultaba algo, algo de lo que nadie tenía idea.

Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora