CAPÍTULO 10

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La primera semana fue tediosamente larga, y la segunda que recién comenzaba, vaticinaba convertirse en un verdadero suplicio. Pero definitivamente jamás iba atribuirlo a la ausencia en la oficina aledaña de cierto joven de ojos dorados.

Intentó mantener su mente ocupada con algunos detalles de la organización de una ceremonia y reunión social de empresarios en honor de la fallecida Kaede-sama, y también en donde se celebraría la exitosa fusión de las empresas Higurashi y Taisho, iniciativa por la que ella luchó en vida. Se llevaría a cabo en un exclusivo club, donde se invitaría a los más distinguidos personajes del mundo político y financiero – empresarial de Tokio.

También se daba el tiempo de realizar sus sesiones de fisioterapia que Sango programó para ella, luego de hacer contacto con una antigua colega que ejercía en uno de los hospitales más modernos de la ciudad. Se propuso recuperar el tiempo que habían perdido en el tratamiento, así que iba a buscarla por las tardes para llevarla hasta el hospital, acompañada de Shippo, quien ya no encontraba nada divertido pasarse el tiempo en el lugar que tanto le desagradaba. Por lo tanto comenzó a quedarse en la mansión en compañía de Myoga, con quien se llevaba de maravilla. En poco tiempo comenzaría el periodo escolar, cosa que el niño esperaba con ansia, muy comprensible luego de permanecer tanto tiempo encerrado en la habitación de un hospital, y un alivio para Kagome, ya que estando durante el día en la escuela, le evitaría una preocupación por su seguridad, producto que en la mansión permanecía inocentemente bajo la oscura mirada de aquellas arpías.

El martes por la tarde, luego de un día sobrecargado de actividades, mayormente programadas con el fin de mantener la mente ocupada, Kagome se estiró perezosamente en su sillón, exhaló el aire contenido en sus pulmones y se puso de pie, tomó su bolso y salió de la oficina. Sango debía estar esperándola en la recepción del edificio, debido a que optó por no llegar hasta su oficina con tal de evitar contacto con su guapo acosador.

Miroku por su parte, en una nada disimulada "casualidad" siempre se encontraba haciendo algo importante en la oficina cuando la joven llegaba, aprovechando la oportunidad para cortejarla, pero siendo constantemente rechazado por el implacable carácter de Sango, aún así no se daba por vencido. Kagome estaba casi segura que Miroku no le era del todo indiferente, ya que su esfuerzo por mantenerse indiferente parecía serle cada vez más difícil.

Además la asombraba la enorme determinación del hombre por conquistarla, esperando que lo hiciera con un verdadero interés en ganar el corazón de la joven, y no por conseguir satisfacer un oscuro deseo lujurioso, eso no se lo perdonaría, si llegaba a lastimar a su querida amiga, Miroku desearía no haberla conocido jamás.

Sango la esperaba precisamente en la recepción, se encontraba semioculta tras una gigantesca planta, se sentía ridícula, pero era eso o enfrentar el asedio de Miroku. Ese maldito hombre era un experto en el arte de la conquista, conseguía acelerar los latidos de su corazón con una facilidad diabólica, cosa que jamás lo admitiría ante él. De ningún modo caería en las redes de ese mujeriego seductor, ella no sería una más en la lista.

- Mi bella Sango, ¿qué haces aquí sola? – preguntó una conocida voz masculina a su espalda, se giró sobresaltada mirándolo con los ojos muy abiertos – ¿Esperas a Kagome?; ¿O simplemente intentas ocultarte del gato? Mi adorable ratoncita – añadió con voz sedosa, mientras le regalaba una seductora sonrisa.

- ¡Aich! – Exclamó con fastidio – ¿Es que acaso no hay forma de evitar tener que encontrarme contigo? – preguntó molesta, cruzándose de brazos.

- Por supuesto que no – respondió imitando su acción mientras negaba con los ojos cerrados – Tu sola presencia me atraería aún si estuviera en el ochentavo piso de este edificio – agregó mirándola intensamente. Sango esquivó su mirada con nerviosismo, preguntándose por qué tenía que verse tan atractivo en ese elegante traje cerúleo, que hacían resaltar aún más sus ojos azules.

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora