Encuetro

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Elijah

En las tres horas que ha durado el viaje entre Augusta y Salem no he recibido ninguna respuesta al mensaje que le mandé a Summer diciendo que venía para su ciudad, por lo que ahora estoy en la parada de autobuses de este sitio desconocido para mí, solo y calado hasta los huesos debido a la fina lluvia que cae.

¿Y si se ha arrepentido y no quiere verme? ¿Qué se supone que voy a hacer aquí hasta que salga el próximo autobús dentro de cuatro horas y media?

Sin saber realmente qué hacer comienzo a seguir las indicaciones que señalan cómo llegar al centro de la ciudad, preguntándome si llamar o no a la chica que me trae loco, porque si le digo que estoy aquí posiblemente se sienta incómoda, y eso es lo último que quiero. Durante el camino no puedo dejar de ver su rostro en todas las cafeterías ni de oír su dulce risa en cada esquina, y saber que estoy en la misma ciudad que ella no ayuda nada a calamar mis traicioneros nervios.

Cuando a lo lejos diviso un parque, no dudo en acercarme a la carrera a refugiarme bajo un pequeño techado en el que hay columpios, ya que la lluvia ha comenzado a apretar. Para matar el tiempo, reviso las notificaciones en mi teléfono, y cuando veo que un de los mensajes es de Summer, siento que mi corazón se para momentáneamente para luego latir sin control alguno.

«Siento no haberte contestado antes. ¿Has llegado ya? Me gustaría verte»

Rápidamente tecleo una respuesta, pero tengo que reescribirlo varias veces por los nervios.

«Sí. ¿Dónde nos vemos?»

Entonces, mi móvil comienza a vibrar y no dudo ni segundo en responder a su llamada. 

—Hola— su dulce voz se hace oír a través del micrófono.

—Hola.

Por un momento nos quedamos en silencio, solo interrumpido por el ruido de las gotas de agua contra el suelo.

—Esto... ¿Dónde estás? Puedo ir a buscarte.

—Pues estoy en un parque, creo; hay un techado y columpios. Y en frente hay un supermercado, creo que se llama Sally, ¿sabes dónde te digo?

—Sí, estaré allí en cinco minutos.

—Perfecto, gracias— digo algo incómodo.

Me quedo esperado allí un rato tras cortar la llamada hasta que a mi espalda escucho un gran estruendo, como el de alguien calléndose, por lo que me doy la vuelta para ver a una chica tirada en el suelo. Decido acercarme a la carrera, ya que parece que se ha hecho bastante daño y no se levanta.

—Ey, ¿estás bien?— le pregunto. Al oír mi voz levanta la cabeza y se aparta el pelo, dejando ver un hermoso rostro con las mejillas y la nariz sonrojadas debido al frío, y es entonces cuando la reconozco: es Summer.

—Eh... Mierda, sí. Dios, que torpe soy, lo siento— habla de forma atropellada mientras se pone en pie aceptando la mano que le tiendo—. Hola, creo.

—Hola— le devuelvo el saludo con una sonrisa tímida.

Cuando Summer se coloca totalmente erguida tras sacudirse sus pantalones, me doy cuenta de que la diferencia de altura entre nosotros no es tanta notable como creía, sino que solo me sacaba un palmo y medio.

—Elijah, ¿quieres ir a tomar algo?—me pregunta mientras yo aprovecho para dar un rápido repaso a sus carnosos labios, a su nariz pequeña con unas pocas pecas, ojos claros y grandes, y cejas perfiladas. Es incluso más guapa de lo que muestran sus fotos y las videollamadas que hemos compartido.

El viento lleva tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora