Capítulo 22

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El presidente estaba ansioso por recibir la llamada en la que le dirían la fecha de la boda, porque después de diez artículos diferentes y cinco entrevistas en varias cadenas televisivas; el compromiso de Ren y Kyoko había salido a la luz y todos esperaban con ansias saber más al respecto, en especial él. Entonces el aparato comenzó a sonar y Lory decidió contestar rápidamente.

—¿Si?

­—¿Cuánto tiempo estuvo viendo el teléfono? —preguntó Ren con tono divertido.

—No tanto como piensas, tengo que dirigir una empresa multimillonaria.

La risa de Ren era suave y el presidente sonrió porque desde que él era niño no había escuchado aquella risa tan pura y genuina y se sintió feliz de que Kyoko hubiera llegado a su vida.

—En fin, la respuesta a su pregunta es en verano. Kyoko quiere casarse en su ciudad natal y una boda de cuento de hadas; no es del todo necesario pero sería muy amable de su parte si pudiera ayudarnos a organizarla porque estaremos muy ocupados en nuestros respectivos trabajos.

Lory se esforzó por no gritar porque aquello era lo que él esperaba desde un principio.

—Yo me encargo de todo —aseguró— solo dime quienes serán los invitados.

Ambos sabían la pregunta oculta dentro de eso, Kuu y Jullie irían a la boda.

—No estoy seguro, me encantaría pero aun no estoy listo para revelar quien soy realmente.

—Si en verdad lo deseas, puedo ayudar en eso también.
Después de un pesado silencio Ren no le dio respuesta y cortó la llamada.

Con Ren

¿En que pensaba el presidente? Claro que quería ver a sus padres y se sentiría culpable de no verlos ahí, pero a pesar de todo aún no se sentía lo suficientemente confiado para decirle al mundo su verdadera identidad. Sabía también que Kyoko también querría ver a Kuu, pero eso significaría ir a ver al jefe, porque a pesar de que todo el mundo lo sabía, quería decírselo en persona al que él consideraba el padre de su novia.
Justamente se dirigía hacia allá y se sentía aún más nervioso que la primera vez que lo conoció. Al llegar al restaurante se apresuró a entrar y se dio cuenta que el local estaba algo vacío, fue a sentarse a la barra a esperar a que el jefe tuviera un momento y cuando el hombre lo vio fue directo hacia él y de nuevo comenzó a afilar uno de sus cuchillos, como si de una amenaza de muerte se tratará.
—Buenos días jefe ¿Puedo tener unas palabras con usted?
El hombre asintió y le indicó que lo siguiera adentro, su esposa los observó y sonrió levemente, imaginado el motivo por el que ese actor tan importante había ido a su pequeño local.

—¿Qué es lo que quieres de mi? —le pregunto el hombre mientras se sentaba del otro lado de una pequeña mesa. Ren tomó una bocanada de aire, no era alguien que se sintiera asustado fácilmente, pero la forma en la que aquella persona lo miraba era suficiente para helarle la sangre.
—Sé que no es el padre biológico de Kyoko, pero estoy seguro de que si es una figura paterna para ella. También se que probablemente ya sabe sobre mi compromiso con ella —el nudo en su garganta de hizo más fuerte y por un momento olvido respirar, entonces inclinó su cabeza en señal de respeto— a pesar de todo eso me gustaría tener su bendición para casarme con ella.
Se quedó en su posición, esperando la peor de las reacciones, pero en su lugar solo recibió silencio.
El jefe de puso de pie y colocó su mano sobre el hombro del muy asustado joven.
—Considero a esa muchacha como mi propia sangre y en todo este tiempo tú has demostrado ser todo un caballero con mi niña—eso era la oración más larga que lo había escuchado decir— tienes mi bendición para casarte con ella, pero si la lastimas te haré pedacitos.
Ren se relajó y pudo sonreír, levantó la cabeza y contuvo la necesidad de gritar de alegría.
—Se lo agradezco mucho, no voy a defraudarlo.

Kyoko acababa de llegar al restaurante y se sorprendió de ver el coche de Ren estacionado afuera, cuando le pregunto a la dueña donde estaba, ella le dijo que en la parte trasera; Kyoko iba a entrar hasta que escucho la conversación entre los dos hombres y decidió esperar un poco sin poder contener una pequeña lágrima de alegría que brotó de su mejilla. Los dueños del restaurante habían sido su familia por todo el tiempo que llevaba en Tokyo y el hecho de que el hombre al que le había dado su corazón pensara igual la conmovía por completo.
Se fue en silencio y volvió al local sin decir una palabra, esperando ahí a que los dos hicieran acto de presencia; aquello no tardó demasiado, porque poco después de que la chica se sentara ellos dos entraron por la puerta y se detuvieron en seco al darse cuenta de que la chica estaba sonriendo torpemente, ella nunca lograba ocultar cuando estaba feliz.

—Kyoko, bienvenida a casa —dijo Ren y ella los volteó a ver, rápidamente, provocando que todos los clientes se rieran por la reacción de la chica; varias personas ahí eran clientes regulares y se habían acostumbrado a que llegarán celebridades mientras ellos comían y así presumir a sus amigos después, ella se sonrojo un poco y le dedico una pequeña sonrisa a Ren.

—Estoy en casa —se limitó a decir y fue hacia ellos; Ren asumió que había escuchado la conversación y estiró su mano para que lo siguiera. El jefe los dejó entrar, sabiendo que irían a la habitación de Kyoko e imagino que no harían nada pervertido; aquello fue por la imagen que se había formado de la chica a lo largo de los años.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora