Cap. 8 "¿Nueva vida? "

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-Hoy salgo Sra. Ela.

-Si Luciana, tienes que salir.

-Tengo miedo ¿Sabe?

-No temas Luciana, aquí haz aprendido muchas cosas. Ya sabes defenderte; tú sabrás cuidarte bien.

-Es cierto, ya no soy una niña a la que puedan maltratar, saldré adelante Sra. Ela.

-Asi se habla. ¿Y tienes algún plan?

-No, se que gracias a ustedes aprendí demasiado, ahora estoy pensando en otras cosas.

-No te entiendo.

-Voy a encontrar a mi abuelito.

La señora Ela me miró extrañada pero no me respondió, yo la abracé para despedirme de ella:

-Muchas gracias por todo -agradecí y me alejé del lugar.

Caminé en linea recta hasta encontrarme con un puesto de periódico y aproveché en ver los anuncios que solicitaban personal para algún empleo.
Después de tanto buscar, encontré un anuncio donde necesitaban una ama de casa.

-¡Es mi oportunidad! -dije para mí.

Anoté la dirección. Al llegar, me sorprendió ver una casa tan grande y hermosa; me paré en la puerta de entrada, respire profundamente, y toqué el timbre.

-¿Si? -se escuchó desde la contestadora.

-Mmm hola, ve-vengo por el aviso.

-Bien, puede pasar.

La puerta se abrió, era la primera vez que veía algo así y me quede sorprendída.

Me acerqué y una señora de baja estatura me llevó a una habitación grande:

-Sra. Thomson, esta señorita viene por el aviso.

-¡Buenos dias! -saludé.

-Buenos dias -me contestó amable la dueña de la casa mientras se ponía de pie -¿cuantos años tienes?

-Dieciocho.

-Bien, ella es Gloria, te enseñara tus deberes.

-Entendido.

Al salir despacho de la dueña de casa, la Sra. Gloria me comenzó a explicar lo que haría. "Sirves el desayuno, sirves el almuerzo y limpias la sala".

-Tu horario es sencillo, entras a las 7.00 y vas a descansar a las 7.00. ¿Entendido?
-Si.

-Ahora te mostraré tu habitacion.

Me llevó por un corredor y llegamos a lo que sería mi habitación.

-Te dejo, empiezas mañana temprano, puedes descansar ahora. Con permiso.

Me quedé en aquella habitación, era muy grande. Me senté en la cama y con mi mano, pude sentir la suavidad de esa colcha blanca.
Me acosté un rato y sin pensarlo, me quedé dormida.

Cuando amaneció, me alisté, salí de mi habitación y fuí a preparar el desayuno; cuando estaba listo, lo llevé a la mesa para servirlo:

-Buenos días -saludé, aunque un poco sorprendida de ver a un chico sentado con los señores, ¿quién era?

-¡Buenos días! -contestaron ellos al unísono.

-Buenos días, jóven -saludé al chico.

-Buenos dias.

-Luciana, él es Santiago, nuestro hijo -mencionó el caballero.

-Un gusto -intervino él con tono serio.

-El gusto es mío.

Terminé de servir y fuí a la cocina para tomar un poco de aire, me senté y tomé desayuno, después de unos minutos más regresé a la mesa principal para recoger los servicios.

-Todo muy rico Luciana - agradeció la Sra levantándose de la mesa y limpiándose con una servilleta -bueno, nosotros ya nos vamos, uhmm, Sebastian-, dirigiendose al joven aún sentado- volveremos en la noche, comportarte.

-Si, no se preocupen.

-Bien, con permiso.

Cuando salieron, comencé a recoger los servicios, y el jóven se pone de pie levantando su plato:

-Yo se lo recojo, no se preocupe.

-No. Puedo hacerlo yo.

-Pe-pero...

-Yo estoy aqui, puedo hacerlo solo.

-Esta bien, gracias.

Él sólo me miró por unos segundos y se adelantó a la cocina mientras yo iba detrás suyo.

-¿Seguro que no quiere que lo haga yo? No se le vayan a caer los platos.

Él me miro serio nuevamente y se giró hacia el lavavo:

-Yo puedo.

Lo vi dejar los platos y comenzó a subirse las mangas de la camisa:

-¿Que está haciendo? -pregunté.

-Voy a lavar.

-Nonono -alejé los platos -yo estoy aquí para hacerlo. Seguro debe tener cosas que hacer.

-Para nada -afirmó mientras me quitába los platos de las manos -yo lavo.

-Bu-bueno, yo iré a limpiar la sala y luego regreso para lavar esto.

Él no giró a verme y comenzó a lavar.
Mientras que limpiaba la sala, pensaba en lo que estaba haciendo, ¿quién hace eso siendo el dueño de la casa? En ese momento el chico sale de la cocina y se dirige al segundo piso, no sin antes detenerse sin voltear y decirme:

-¿Dejas que te ayude?

-N-no se preocupe, ya casi termino.

-Como quieras, estaré en mi habitación y no molestaré a nadie -terminó diciendo para después desaparecer de mi vista.

Dieron las 12 del mediodía. Subí al segundo piso para pasar por las habitaciones y recoger los cestos de ropa sucia:

-Ahora aquí -suspiré y toqué la puerta-, disculpe por molestarlo, vengo para recoger la ropa suc...

-Pasa -, abrió la puerta, entré. Tomé la ropa de las que había en el cesto y no pude evitar sonrojarme al oírlo cuando tomé una prenda... "personal".

-Oye -me dijo quitandome la prenda de la mano y escondiéndola debajo de su camisa- yo-yo lavaré esto o mejor -me arrebató la ropa que acababa de sacar de su cesto-, lavaré lo que es mío. Y sin más salió de la habitación.

Cuando llegué a la lavandería, lo vi lavando su ropa, me acerqué a su lado y coloqué el resto de ropa que llevaba en mis manos.

-Oye.

-¿uhm?

-¿Cómo te llamabas?

-Luciana.

Él no me respondió y continuó lavando.

Luciana... *(terminada)*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora