Epílogo

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-Y así fue como conocí a tu madre -Seven soltó una gran carcajada. La frase siempre le había causado gracia ya de por si sola, pero verse a si mismo usándola en un día tan especial como lo era hoy le resultaba simplemente estimulante e irónico. -. ¿No crees que sería genial contárselo de esa forma a mis hijos?

Saeran rodó los ojos aparentando estar enojado por los absurdos chistes de su gemelo.

-Claro, sería el perfecto cierre de como su padre se convirtió en un acosador que paso la mayor parte de su "travesía" atado en una silla atemorizado de que la chica a la amaba lo dejara en la friendzone. -Comentó con una claro tono de sarcasmo en la voz. -Oh, ¿mencione que el malo de la historia era yo? Oops, creo que se me pasó.

Seven hizo un puchero a brazos cruzados. El sastre que le estaba dando los ultimo toques a su traje a la medida se aclaro la garganta para llamar su atención.

-Señor, por favor quédese quieto. -Pidió por quien sabe que vez, con un tono educado pero impaciente. Seven no era una persona que podía mantenerse quieto por mucho, y aún más cuando su gemelo lo provocaba constantemente con el objetivo de que sea regañado. Jumin ingreso a la elegante habitación justo cuando el sastre daba por finalizado el fino y elegante traje de Saeyoung.

-¿Cómo me veo? -Sin bajarse de la plataforma circular hizo una serie de poses extrañas con el objetivo de sacarle una sonrisa al recién llegado. Jumin asintió con una media sonrisa.

-Perfecto para una boda. -Seven soltó una risita boba, avergonzado y feliz por el cumplido. Su felicidad no duro mucho, en cuanto el empresario desvió sus ojos al reloj más cercano su rostro se ensombreció. 

-Una boda a la cual llegara tarde. -Se apresuro a comentar Saeran mientras comía distraídamente un pedazo de regaliz. Jumin no tuvo que decir más, fue suficiente arrojarle al duo pelirrojo una mirada dura para obligarlos a salir corriendo de la tienda de ropa e ir directo a su automóvil. 

-¿Y el chofer? -Cuestionó Seven al notar este detalle una vez dentro del vehículo. Jumin, que se acababa de acomodar sobre el asiento del conductor, le dedicó una sonrisita maliciosa. 

-Renové mi licencia la semana pasada.-Saeran suspiro colocándose el cinturón de seguridad con una mueca.

-Sólo trata de no matar a nadie... -Murmuró, recordando como hace ya más de dos años Jumin lo arrojo directo a un contenedor de basura usando su auto. Un escalofrío le lamió la piel al pensar en eso... tenía más de una cicatriz. Introdujo la llave, movió los cambios y piso el acelerador... solo para dar un frenazo de golpe y aturdir a los gemelos. Saeran chilló. -¡Por favor!

-¡No seas llorón! -Le gruño esforzándose por encender una vez más el motor. Soltó un Bingo satisfecho en cuanto lo logró, repitió el proceso y aceleró en la dirección que le marcaba su teléfono. Los dos muchachos suspiraron aliviados en cuanto la marcha se torno natural y más tranquila, fue una pena que esa paz no duro mucho. Jumin recibió una llamada, se arrepintió de haberla puesto en alta voz.

-¡¿DÓNDE DEMONIOS ESTAN?! -Los años podían pasar pero la voz de Yoosong continuaba teniendo un leve tono chillón que obligaba a todos a encogerse tras escucharlo gritar. -¡La ceremonia está por empezar y los invitados más importantes no están presente!

Jumin le arrojó una mirada furtiva a Saeyoung a través del retrovisor. Él sonrió nervioso.

-¡Vamos, vamos! -Rió nervioso, teniendo también la mirada impaciente del rubio ya que había cambiado a videollamada. -En un día tan especial como hoy no es normal tardar un poquito más es arreglarse...

-Ni que fueras la novia... -Murmuro Saeran, rodando los ojos. Jumin debió prever el alarido de Yoosung porque bajo un poco el volumen de la llamada.

¿Obsesión? Nah, es amor | Finalizado [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora