Seokjin ha montado a Jimin en uno de los típicos vehículos de la Vaporera. Es amplio, con una tapicería aterciopelada y oscura y un cuadro de mandos lleno de palancas y botones que no sabe para qué sirven. Pero Seokjin parece que sí, porque conduce con soltura entre el caótico tráfico de las calles adoquinadas de su barrio. Las casas que se observan a través de las ventanas parecen no tener fin, pero distan mucho de la estética limpia y cuadrada de Ilsam; en un concepto mucho más orgánico, se retuercen y se conectan por decenas de pasarelas aquí y allá. Es toda una explosión arquitectónica que Jimin no puede dejar de admirar.
--Cierra la boca antes de bajar del coche, ¿vale? --apunta Seokjin.
El centro en donde Jungkook estudia parece una mansión encantada, enorme y coronada por tejados de pizarra que le dan un aspecto romántico. Jungkook, que está jugando a baloncesto, se acerca a ellos en cuanto Seokjin llama su atención.
--¡Hyungie! --le saluda desde la cancha. Y en cuanto se da cuenta de que no viene solo, Jungkook se apresura a limpiarse el sudor de la frente con la camiseta y se recoloca los guantes de piel --¿Qué estáis haciendo aquí? --pregunta, deslizando la máscara hasta la barbilla para dejar ver su rostro.
--Hemos venido a buscarte.
--¿Ahora?
--Me encontré a Jimin de casualidad --miente--, y decidimos venir a por ti. Quiero ir a ver Hobi antes del mediodía. ¿Crees que estará en la tienda?
-- Seguro --dice Jungkook, muy convencido--. Dame un minuto --añade, guiñando el ojo descaradamente.
Seokjin resopla cuando lo ve alejarse en busca de su macuto, preocupado por no ser capaz de ocultarle a él y a Hobi todo lo que ha ocurrido. No quiere delatar a Taehyung, así que no le queda más remedio que mentir.
--Ellos no saben nada de Tae --comenta, asegurándose de que Jimin no hable más de la cuenta.
Pero Jimin está demasiado atento a cada uno de los movimientos de Jungkook como para hacerle caso a Seokjin.
--¿Me escuchas?
--Sí, sí. Nada de delatar a Tae.
Jungkook se reúne con ellos, tras saltar la verja y los tres marchan en busca de Hoseok.
La tienda de música está a un par de manzanas del centro de estudios, así que no tienen que caminar demasiado a través de las grises aceras de la ciudad. Si bien, Seokjin parece inquieto, con prisa por llegar a su destino, como si tuviese algo muy importante que hacer pero algún obstáculo se lo impidiera.
--¿Qué es eso? ¿Una feria? --pregunta Jimin, señalando el final de un cruce.
--Es el mercado callejero, ¿quieres ir? -- dice Jungkook, emocionado--. Tienen pan de gyeongju y batido de banana.
--De repente me ha entrado hambre --ríe Jimin, colgándose del brazo del otro.
--Id vosotros --sugiere Seokjin--. Yo voy tirando. Nos vemos en la tienda en un rato.
Seokjin comienza a andar pero se vuelve enseguida.
--Traed pan para Hobi y para mí también --grita--. ¡Y portáos bien!
Los otros dos ríen por toda respuesta y aceleran el paso perdiéndose entre las calles.Jimin no sabría decir cuánto rato pasan deambulando entre los puestos de comida y dulces del mercado del barrio. Los aromas se mezclan formando un efluvio dulce y espeso que inunda los sentidos, y el gentío, con sus gabardinas hasta los tobillos, las blondas en las camisas y las hebillas decorativas, dibuja una estampa folclórica muy particular. Pero Jimin sólo tiene ojos para Jungkook. No hace más que dejar ir sonrisas inocentes que lo hacen adorable. Jimin prueba todo lo que el otro le da de comer, gyeongju, batido de banana e incluso un bollo de harina de arroz que le parece delicioso, sobre todo cuando es Jungkook quien se lo ofrece.
--Oye, no puedo entretenerme mucho -- dice Jimin, muy a su pesar.
--¿A dónde tienes que ir que es más importante que estar conmigo?
--¡Cállate! -- se queja, mordisqueándose los labios sin dejar de sonreír--. Le he prometido a Taehyung que le vería en un rato. --Y no miente.
--Pues dale plantón --le invita Jungkook, sin dejar de masticar su gyeongju, fingiendo que le retira algo del pelo sólo para establecer un contacto que lleva esperando desde la otra noche.
Jimin lo mira por debajo de las pestañas sopesando la posiblidad cuando nota como su teléfono vibra suavemente en uno de sus bolsillos. Debe de ser un mensaje, y Jimin se inquieta pensando en si es de Namjoon, de Tae, que ha acabado antes de tiempo o tal vez de su guardia personal. Así que coloca su mano sobre la de Jungkook, que ya reposa cariñosamente sobre su cuello y le detiene muy a su pesar.
--Tendría que ir a buscar a Jin hyung y que me lleve de vuelta...
Jungkook, decepcionado, no insiste. Sólo lo coge de la mano, entrelazando sus dedos, y lo conduce hasta la tienda de música Hoseok.
--¡Hemos llegado! --anuncia, al entrar por la puerta.
Y lo que sucede a continuación consigue que a Jimin se le hiele la sangre. Es Seokjin sentado frente a un portátil muy parecido a los de Ilsam. Es esa melodía conocida inundando el espacio de la sala. La misma que esa mañana Yoongi trataba de descifrar en el comedor de la facultad. La misma que insiste en infectar al Yaza de la ciudad. Exactamente la misma que trata de atentar contra su seguridad.
Jimin no tiene ninguna duda de lo que está escuchando, pero cuando Seokjin cierra el pc de golpe tratando de ocultar el sonido que fluye a través de sus altavoces, el heredero no tiene ninguna duda de que el mayor tiene algo que ver en todo esto y con ese convencimiento, se disculpa torpemente, y sale a correr a través de la puerta hacia las desconocidas calles de la Vaporera.
Solo.
Asustado.
Desconcertado.
Pero ante todo, triste.
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Mentiré solo una vez más (BTS fanfic) /completa
FanfictionTaehyung no esperaba enamorarse de un chico que vive más allá del bosque, en la ciudad del humo, un lugar prohibido para la gente de su mundo. Si bien, Taehyung sabe mentir y es capaz de encubrir sus travesuras una y otra vez. Pero, ¿y si no fuera e...