[Volumen 1: ¡Fuimonos a este chingado mundo!] Capitulo 0.

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[???: Arturo Vega Domínguez, temo decirte que en estos momentos has muerto y se encuentra en su punto de inicio hacia el Mictlan.]

Fue la primera cosas que escuche en este cuarto iluminado por el suelo y con pilares de piedra verde a los costados.

Aquellas palabras proveniente de una mujer me dejaron confundido.

Puse mi atención en ella, quién está sentada al frente mio.

Un tono de cabello similar al mío, una expresión de pesar, un vestido largo con adornos dorados que van junto a los diferentes brazaletes en sus brazos y una serie de papeles en sus manos.

Una mujer que parecía ser mayor que yo y que tiene ese encanto de doña.

Podía sentir una extraña presión de ella, ese "algo" que me decía que lo que estaba al frente mio era una diosa en toda la palabra, aunque no fuera creyente de la rosa de Guadalupe.

Y mientras me seguía mirando, yo intenté recordar la causa de mi muerte.

Esa persona o cosa que me mato.

Era temprano, había salido de mi casa por un mandado que me habían solicitado.

Me había formado en una fila para pedir un kilo de tortillas que cada año que pasaban se volvían más y más caras, pero aún así, eran necesarias para complementarlo con el desayuno, comida y cena.

Luego de que fuera mi turno y comprará el kilo, tome el camino de vuelta a casa. Trataba de adivinar que sería lo que mi jefa serviría para el desayuno.

De repente, un fuerte viento golpeó hacia mí y casi hace que las tortillas se me cayeran y recibiera la madriza del día.

No era la primera vez. Según los reporte de las noticias, había un viento que se acercaba de la costa y había posibilidad de que un huracán azotara el estado, siendo el vientre uno de los primeros síntomas.

Y juzgando por el frío, no va a ser nada bueno.

Después de pensarlo, reanude mi paso.

Solo quería llegar y desayunar. Pero de pronto, todo se oscureció.

En cuestión de lo que fueron segundos, lo último que vi es como estaba cayendo al suelo, tirando las tortillas.

No hubo ruido, no hubo dolor, solo hubo unos segundos de completo silencio, y luego de eso...

...

Mi vida solo fue otra de muchas más, ni siquiera pude ver realmente la causa de mi muerte.

¿Un cholo? ¿Una camioneta blanca? No lo sé.

En completa negación, deje mi asiento y caí de rodillas al suelo.

Intente darme unas cuantas cachetadas, pero incluso eso no me causaba ningún dolor.

[???: ¡E-Espere! ¡No haga eso, por favor! Lamento lo que le pasó, pero no...]

La ignore.

Solo quiero despertar. No puede ser que en verdad mi vida haya terminado de una forma tan abrupta.

¿Que pasa con mis cosas? ¿Mis seres queridos? ¡¿Mi perro Alfredo?!

Konosuba: ¡Rogando por fuerzas para este chingado mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora