LA ARAÑA

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Gonzalo Fernandez comenzó el día con bastante normalidad, a fin de cuentas era Sábado y eso lo alegraba ya que tenía la posibilidad de jugar al golf en una cancha de dieciocho hoyos. Él era cirujano plástico al igual que sus dos amigos que lo acompañaban a jugar. Ya eran las 8 am y a las 9 se reunían. Sin prisa pero con decisión inspeccionó sus palos, los guardó en la bolsa, los metió en el auto y se dirigió a la cancha. El día era espléndido para jugar.

-¿Cómo estás Gonzalo? Lo saludaron con bastante ánimo sus compañeros.

- ¡Muy bien! Como un hombre que va a jugar al golf.

¿Cómo anda esa rodilla Ramiro? Preguntó Gonzalo.

-¡Bien, por suerte! Pero cuando camino mucho me duele.

- Vas a tener que hacer un esfuerzo porque hoy no hay carrito para llevarnos por la cancha, dijo Gonzalo.

-Disculpen señoritas,- aportó con ironía Maximiliano ¿Podrían dejar de quejarse y empezar el juego? Maximiliano siempre era así, impaciente, aunque esa actitud no lo llevase a ganar el partido.

Salieron sin demora hacia el primer hoyo que distaba tres golpes de distancia, de allí en adelante siguieron jugando hasta llegar al hoyo trece que se encontraba cerca de un matorral.

¡Siempre me pasa lo mismo! Se quejó Gonzalo. Su pelota había caído lejos del hoyo dentro de la maleza. Cuando le tocó su turno fue a buscarla pero para su sorpresa no le fue fácil encontrarla.

-Hubiera jurado que cayó por aquí- pensó- Sin más se internó por el matorral hasta encontrarla. Mientras sacaba la pelotita sintió que algo lo picaba en su mano izquierda, al incorporarse sintió una presión en la garganta que le impedía respirar. Su cuerpo se volvió rígido y cayó de espalda al suelo como una bolsa de cemento.

-¡Qué pasó! dijo Ramiro acercándose a su amigo, está pálido y rígido.

-Además casi no tiene pulso, agregó Maximiliano.

-Urgente, llamen a la ambulancia, comentó Ramiro.

El rodar de la camilla lo anclaba a la realidad, le costaba respirar, se sentía rígido como una estatua, veía todo oscuro y un fuerte aroma a plástico lo envolvía. Una conversación entre dos hombres cerca de él acaparó su atención.

-Mi turno termina dentro de media hora y me voy a dar una vuelta por el bar- decía una voz.

-Sólo necesito llevar este cadáver a la morgue, para que le practiquen la autopsia, le respondía la otra.

Gonzalo no entendía lo que le estaba pasando, quién era el muerto del que hablaban, a dónde lo llevaban, por qué no podía moverse y manifestar lo que estaba sintiendo. O acaso estarían hablando de él, y por lo tanto, estaría muerto. Seguramente iría camino a una verdadera carnicería y él sería la carne. Los patólogos lo cortarían para determinar la causa probable de su muerte. Quiso gritar pero le era imposible, sintió que entraba a una sala, escuchó el sonido de las puertas y en ese momento alguien corrió el cierre de la bolsa en la que estaba. Era la Doctora Phantos.

Un fuerte dolor se apodero de sus ojos, cual astillas de vidrio que se introducían dentro de ellos, debido a las potentes lámparas que había en la sala de autopsia.

La doctora dirigiéndose hacia su ayudante, un joven residente del último año, le dijo:

-Dame una mano, voy a necesitar tu ayuda para levantar a este hombre y colocarlo en la bandeja.

-Gonzalo no podía creer lo que estaba experimentando, llego a pensar que tal vez si respiraba más fuerte se darían cuenta que estaba vivo, pero sus esfuerzos eran en vano.

-Lucas -dijo la doctora Pantos- podrías poner algo de música por favor, no me gusta trabajar sin algún tema que me motive. Expresó con vos risueña.

Si hubiera podido desmayarse, lo habría hecho. La situación le resultaba insoportable, Gonzalo pensó que se estaba agravando aún más ya que con música sería más difícil que lo escuchasen. Pero debía seguir, debía intentar algo más. Finalmente y con mucha concentración, pudo mover la mano derecha.

-¡Doctora! ¿Es mi imaginación o el cadáver movió la mano? – Dijo Lucas sin podérselo creer.

-Qué estás tomando últimamente, dijo con una mueca irónica la Doctora.

Sin embargo algo le llamo la atención al mirar detenidamente la mano izquierda del occiso. Observo como se iba formando un importante hematoma.

- Tomá una muestra del tejido, le dijo al residente, y envíalo a patología para que lo vean urgente. Así podremos saber qué lo provoco.

-Sí doctora, en seguida vuelvo.

-No te tardes a si terminamos más rápido

Gonzalo se debatía entre una horrible muerte y la pequeña posibilidad de seguir con vida. La doctora se había ido y otra vez quedaba solo. La posibilidad de pensar algo nuevo para demostrar que aún estaba vivo se había renovado. Intento mover su pie y le fue imposible. Al regresar la Doctora comenzó a impacientarse ya que Lucas no volvía y tenía prisa por terminar cuanto antes este trabajo. Así que decidió proseguir con el examen físico del cadáver. Para su sorpresa noto que la rigidez post morten no se había hecho presente. Primeramente tomo con decisión sus piernas y las flexiono y vio una extraña elasticidad que le llamo la atención .Posteriormente acerco sus manos cálidas, hacia su ingle para oscultar algún tipo de hernia o lesión en la zona pélvica y .finalmente examino sus testículos. Sorpresivamente se produjo en Gonzalo una rápida erección de su miembro. De pronto se abrió la puerta de la sala intempestivamente.

-¡No lo corte Doctora!-Gritó Lucas.-Está vivo.

-Si ya me di cuenta

-Mire doctora el paciente llora, lo dijo casi gritando.

-La doctora no podía creerlo, pero de los ojos de Gonzalo salían lágrimas, había estado muy cerca de la muerte. Y su amigo inseparable, le había salvado la vida.

Víctor Fernandez.

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⏰ Last updated: Dec 04, 2019 ⏰

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