Taehyung no esperaba enamorarse de un chico que vive más allá del bosque, en la ciudad del humo, un lugar prohibido para la gente de su mundo. Si bien, Taehyung sabe mentir y es capaz de encubrir sus travesuras una y otra vez.
Pero, ¿y si no fuera e...
Dos días después, no ha recibido respuesta. Se sienta sobre la cama y piensa en las palabras de Jimin. Que Seokjin es capaz de desactivar los drones. No puede ser. Ni siquiera él sabe. Que Seokjin tiene un ordenador similar a los suyos. Imposible. Si en la Vaporera apenas llega la conexión. Que Seokjin miente, miente, miente. ¡No! ¿Cómo va a mentir si su sonrisa es la más genuina que nunca ha visto Taehyung? ¿Cómo va a estar actuando si le mira embelesado como si observase la amplitud de la galaxia? ¿Cómo va a fingir que siente algo por él si sus besos de miel dicen todo lo contrario? Taehyung se tira sobre el colchón y se tapa la cabeza con las manos, estirándose del cabello. Duele. Había olvidado ese tipo de dolor que el desengaño causa. Esa incertidumbre, la desesperación de no saber si todo ha sido una mentira más, de pensar que ha sido demasiado inocente al creer que podía enamorarle. Cada uno de los telegramas que han compartido: mentira. Cada caricia espontánea por debajo de la ropa: mentira. Cada suspiro, cada roce, cada mirada, cada beso... ¡Maldita sea! ¿Cómo se puede fingir un beso como los que Seokjin entrega? No quiere, pero recuerda el tacto de los dedos dibujando arabescos sobre su espalda la otra mañana al despertar. No quiere, pero recuerda sus manos frías acariciando su cintura bajo las mantas. No quiere, pero recuerda sus ojos brillantes devolviéndole la mirada y el calor de su boca pegándose a la suya hasta dejarlo sin aire, atrapado en el rubor de sus mejillas, en su respiración agitada, en esas manos que le toman del rostro, del cuello, de la espalda... Y Taehyung llora desconsolado, porque se siente idiota, un estúpido inocente que se ha dejado embaucar por un rostro bonito. Y nota los ojos hinchados y el pecho dolorido pero no puede parar, no quiere parar. Cuando Taehyung ya no tiene más lágrimas que derramar, se vuelve y observa la luz parpadeante del móvil, así que atiende el mensaje.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Taehyung se arrepiente al momento de enviar el último mensaje pues no está de humor para hablar con Yoongi sobre lo que ha pasado. ¿Qué se supone que le ha de decir? ¿Que su mejor amigo sospecha que su nuevo novio es el que trata de infectar el Yaza de toda la ciudad? No. No quiere ver a Yoongi tratando de digerir esa información. Pero el teléfono suena con insistencia entonces y Taehyung no tiene más remedio que comprobar quién llama. Y es Yoongi, pero desde la línea secundaria que usa sólo para sus más allegados.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
