Capítulo VI

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La población juvenil de SirensCity fue parte de un gran descontrol mental debido a las alertas que daban el gobierno y la federación de seguridad, policías y guardias. Todos formaban una pequeña campaña de resguardo, debido al terror que ocasionaba el asesino Jeff the killer.

Desde su casa, la señorita de 23 años, Amanda Filester se concentraba en su habitación haciendo un gran informe muy importante para ser entregado al día siguiente en la universidad.

Con una estatura de 1,65. Y, con un poco de sobre peso, Amanda no era más que una víctima del bullying, a pesar de ser inteligente y por parte, bonita, algunas chicas de la universidad, hacia su cometido de acosarla física y mentalmente. Cosas comunes de cualquier universidad. Amanda sabía que le había tocado aquel papel de víctima, y que tan sólo tenía que evadir e ignorar aquellos problemas de sus compañeras.

Mientras tecleaba y observaba la pantalla, un mensaje desde su correo le llamó la atención. Al abrirlo, no era más que una foto de ella comiendo en el comedor de la universidad, y que como descripción decía: Gorda hija de puta.

Para Amanda no se le hacía fácil ignorar este tipo de mensajes, ya que por mucho esfuerzo que ella le ponía a ignorar, aún así a ella le dolía en el fondo ser discriminada por tan solo pesar un poco más que las demás chicas.

Unas pequeñas lágrimas salían por el rabillo del ojo de Amanda, después de un leve pestañeo, se dió cuenta que no valía la pena, y siguió buscando su información. Pero Amanda susurró algo... desde su corazón, desde lo más profundo de aquél órgano vital, Amanda susurró: Ojalá... ojalá Jeff the killer las asesine a todas...
Tras decir eso, arrugó el informe que ella estaba haciendo y se levantó con ira, se miró al espejo y tomó una pequeña hojilla para depilar cejas. La pasó levemente por su brazo haciendo una pequeña, pero escandalosa herida desde su muñeca.

_!¿Por qué?¡ porqué no tengo el valor de pasarme esta cosa por el cuello... -se decía así misma Amanda mientras se veía al espejo-.

Un ambiente frío rodeó la habitación de Amanda, ella por alguna razón temía de algo, quizás ya sabía lo que estaba apunto de pasar.

La puerta de la habitación de Amanda se abrió lentamente, cosa que a ella le asustó y se lanzó hacia la cama y se arropó por completo.

_¿Quien anda allí? -dijo Amanda con voz débil y temerosa-.

_Oh, vamos Amanda... no me tengas miedo... -respondió aquel demonio con voz ronquida y aguda-.

"No puede ser" dijo Amanda en su mente, sus padres estaban en un viaje de negocios, ella estaba esperando aquel día en que ellos volvieran para mudarse hacia otra ciudad, todos los días le escribían y le mandaban dinero, el último mensaje de ellos había sido hace unas horas. Amanda recordó aquél mensaje donde sus padres le decían que ya en una semana estarían aquí para llevarla a un lugar muy lejos. Ellos estaban conscientes de lo que su hija estaba pasando, y por ello la apoyaban en viajar a otro lugar donde ella podría estar feliz.

_Por... por favor... -tartamudeaba Amanda por el miedo- llamaré a la policía...

_Amanda... ya la policía me esta buscando desde hace tiempo... -dijo aquella voz terrorífica luego de haber culminado su frase con una risa demoníaca-.

Amanda tomó un poco de valor para sacudir las sabanas y darle la cara al intruso. Pero, ella no veía más nada más que la puerta abierta de su habitación. Después de bajarse de la cama para cerrarla nuevamente, respiró profundo y creyó que quizás era su imaginación. Al dar un par de pasos hacia la computadora, Amanda fue sujetada de los pies y luego arrastrada hacia de bajo de su cama, ella pegó un grito ahogado pero en aquella leve oscuridad en las profundidades de su cama, a centímetros de su cara, estaba aquel rostro terrorífico, con sus ojos abiertos como platos y sus dientes y colmillos rozando una lengua larga y babosa llena de sangre. Amanda temblaba hasta el punto de orinarse del miedo. Se fijó en su sonrisa desgarrada y ensangrentada, gotas de esa sangre le caían en sus mejillas y luego Jeff dijo con su voz distorsionada: ¿Crees en mi?

Amanda no tenía la valentía para responder. Sin embargo, Jeff con su mano pálida como una hoja en blanco, agarró el rostro de Amanda y le volvió a preguntar: Amanda... ¿Crees en mi?

Ella, con sus mejillas apretadas y sus labios abiertos como la boca de un pez, respondió: S... si...

Luego de eso, Amanda se desmayó, cayendo en un sueño profundo y aterrador.

Después de despertar, se levantó de un salto y respirando profundamente lo más rápido que podía, como si hubiese aguantado la respiración por mucho tiempo. Se vistió a penas pudo y se dirigió hasta la universidad. Amanda había quedado aterrada por lo que había pasado, sabía que eso no había sido un sueño, y que a pesar de, ella no se quitaba de la mente su feo rostro y sus pensamientos de que Jeff the killer la estaba acechando.

En pleno pasillo, Amanda se había tropezado con uno de los profesores, este le dijo: Señorita... hacia donde va tan rápido -aquel profesor tan sólo observó un poco la mirada de Amanda- pareciera que hubieras visto a un espanto. Estas muy pálida.

_Lo... lo siento... profesor... necesito ayuda -dijo la joven desesperada-.

_Tranquila Amanda, aquí estarás bien. Tan solo descansa, te recomiendo que te tomes un café, ayudará.

Amanda escuchó las palabras del profesor, se dirigió hasta la cafetería y pidió un enorme café con vainilla, se sentó y con sus manos temblorosas, echaba una y otra, y otra, cucharada de azúcar. Y al momento de darse un enorme sorbo, aquella mujer, la pesadilla de todos los días de Amanda, Lady Carrasquel, una chica delgada, alta, rubia, bonita. Le abofeteó el envase del café caliente, Amanda gritó del dolor ya que el café le había cubierto la cara, salió rápidamente hacia el baño y después de lavarse su adolorido rostro, Lady la sujetó del cabello y le estrelló su rostro contra el espejo frente al lavamanos, y luego, la llevó hacia el inodoro donde ahogaba a Amanda. Después de largos segundos, dejó que Amanda respirara un poco, su odio hacia la joven era indescriptible, tanto, que a Lady no le interesaría dejar a Amanda muerta en el baño.

_Cómo te atreves... maldita... matar a mi perro, y luego usar sus órganos y regarlos en el baño de mi casa... mi madre esta triste... mi perro de más de diez años... mi padre tiene que viajar nuevamente hacia Alemania para conseguir uno igual.

_¿Pe...rro? -dijo como pudo Amanda, pero nuevamente siguió tragando agua de inodoro y después, unos segundos más de alivio respiro-.

_No te hagas... escribiste "Lady maldita perra" en la alfombra de la sala con la sangre de mi perro.

_Ayud... ayuda... me... Lady.

Amanda pedía ayuda a su propio rival, sin saber lo que estaba pasando, ella ya quería darse por vencida, y simplemente esperaba a que Lady acabara con su vida. Pero luego de sentir como Lady le soltó el cabello, no escuchó más que los gritos de ella, siendo atacada por algo. Amanda no sabia lo que estaba pasando, se arrastró hasta el pasillo del baño, y con su vista borrosa por el dolor, tan solo detalló como Jeff apuñalada una y otra vez a Lady, lo hacía tantas veces como podía, tan rápido, que daba miedo su forma de hacerlo. Su riza rodeaba el baño de chicas de la universidad, Jeff reía alocadamente hasta dejar el cuerpo de Lady irreconocible. Un río de sangre manchó todo el suelo, Amanda se arrastraba como podía hasta la salida. Pero Jeff la detuvo pisando su mano. Unos zapatos sencillos tipo converse, quizás hasta eran alguna imitación de esa marca, manchados de un profundo rojo carmesí proveniente de Lady.

_¿Te sientes mejor? ¿Amanda? -dijo Jeff-.

_Por... favor... ayuda... -era lo único que podía decir Amanda-.

Jeff tan sólo la volteó y besó su frente, dejando una mancha de sangre en ella.

_Amanda, yo existo por gente como tú, por personas que creen en mi así como tú crees en mi -luego de una risa espantosa, Jeff se retiraba lentamente del baño, mientras terminó de decir- ya es hora de ir a dormir.

Amanda cerró sus ojos, y tras haber sobrevivido a ese enfermizo momento, fue llevada al hospital. Después de una larga noche de recuperación, ninguno de los oficiales logró hablar con ella, ya que estaba allí en la cama de emergencias, con los ojos abiertos sin decir nada, ignorando todas las preguntas. En la mente de Amanda, tan solo estaba aquella sonrisa, que dejó enmarcada Jeff the killer, en el cuerpo muerto de Lady Carrasquel.

El asesino de SirensCityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora