Capítulo XXXIII

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     Harumi corre para encontrarse con él. Creí que lo abrazaría, pero sólo se ha quedado frente a él. Los demás se acercan lentamente, yo me quedo quieta sin intenciones de levantarme.

     —Así que aquí estaban —dice Kaoru—. Sabía que no podían ir demasiado lejos, ¿están todos bien?

     ¿Por qué no nos mata de una vez?

     — ¿Qué haces aquí? —le pregunta Harumi con recelo.

     —Escapé, tenía que venir a buscarlos —dice él, habla en voz baja.

     — ¿A qué te refieres con que escapaste? —interviene James.

     —Escuché lo que pasó con la madre de…

     —Cierra la boca.

     Me miran en cuanto me escuchan hablar, pero pronto se olvidan de mi presencia para seguir con el interrogatorio.

     — ¿Están buscándonos? —pregunta Jackie.

     — ¡Pues claro que están buscándolos! —Responde él con violencia—. ¿Esperaban que se olvidaran de ustedes?

     —Quizá no estarían buscándonos si tú no nos hubieras entregado en primer lugar —acusa James—. Tú le dijiste a Jay Jason dónde estábamos.

     —Es gracias a ti que Skyler está muerta.

     De nuevo, las miradas se posan sobre mí.

     — ¿Cómo sabemos que no vas a entregarnos ahora? —le pregunta Onyx una vez que han dejado de prestarme atención.

     — ¿Qué importa arriesgarme sólo un poco más, si al final todos vamos a morir? —Devuelve Kaoru—. Nada de esto estaría pasando si ella en primer lugar nunca se hubiera atrevido a meterse con el Jefe.

     Sé que está apuntándome con un dedo acusador.

     Como si me importara…

     —No te atrevas a culpar a mi hermana —dice David y puedo escuchar cómo le ha dado a Kaoru un empujón en los hombros—. Ella es sólo una niña, no tiene la madurez suficiente para enfrentarse a algo como esto.

     Y aunque tuviera la madurez necesaria, no sería capaz de lograr nada…

     — ¿Esa es tu excusa? ¿Que ella es una niña?

     —Mi hermana jugaba con muñecas antes de involucrarse en todo esto —sigue reclamando David—. Es increíble que tengas el descaro de culparla cuando ella es la víctima aquí.

     —No estoy atacándola ni defendiendo a la Elite.

     —Pues es eso lo que parece, que quieres besarle los pies al hombre que persigue a mi hermana.

     —Intento salvaguardar mi propia vida, ¿es eso algo malo?

     —Todos moriremos al final —digo y finalmente me levanto para acercarme a ellos.

     —Perla, no es momento para tu pesimismo —dice Sheryl.

     —Soy realista —le respondo—. Lo que Kaoru hace es egoísta, pero no hay nada que pueda hacer para evitar que lo asesinen. Ese es nuestro destino y todos deberíamos aceptarlo. No vale la pena luchar.

     — ¿Qué? —dice Sheryl confundida.

     —Perla, ésta no eres tú —dice Jackie con la misma actitud.

     — ¡Tienes que pelear, Perla! —exclama Diamond con el pelaje erizado—. ¡No puedes rendirte tan fácilmente!

     Para ellos es fácil decirlo, no sienten lo mismo que…

     La mano de Sheryl se impacta contra mi mejilla y el dolor punzante es mil veces más intenso de lo que debería ser. El golpe resuena en mis oídos con un eco, provocando que algo se mueva en mi interior. Es como una corriente eléctrica que me recorre por dentro, que afecta cada pequeño rincón recóndito de mi cuerpo. Esa misma corriente eléctrica es lo que me hace levantar la mano derecha para llevarla hacia mi mejilla herida. Parpadeo un par de veces y sólo así puedo ver con claridad el rostro de Sheryl. Me mira con severidad, como si estuviera enfurecida conmigo, pero también se puede distinguir un atisbo de angustia y tristeza en sus ojos azules. ¿Yo he provocado esas emociones en ella? ¿En realidad se ha preocupado por mí?

     —Sheryl…

     Ella agacha la mirada por un instante, pero vuelve a la carga hablando con tanta agresividad que los demás no se atreven a intervenir:

     — ¡¡Eres un fraude!!

     — ¿Un fraude?

     — ¿Vas a decirme que la Perla Cobby que vimos luchar antes, no eras tú? ¡Esa es la Perla que necesitamos ahora, no a este remedo de heroína! Si vas a quedarte aquí, lloriqueando sobre lo injusta que es tu vida, entonces tendrás que hacerlo tú sola. —Las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos, pero ella sabe controlar el temblor en su voz y continúa—: ¿Crees que no sé cómo se siente perder a un ser querido? ¡Pobre Perla Cobby! ¡Ha visto morir a su madre! ¡Todos deberíamos sentir lástima por ella y rendirnos para guardarle luto! Pero, ¿sabes una cosa? ¡Yo vi morir a mi hermana! ¡Sostuve su mano cuando la vida escapó de ella! ¡Vi sus ojos antes de morir y escuché sus últimas palabras antes de que ella cerrara los ojos para siempre! Al menos tú tienes a tu padre y a tu hermano, ¡a mí no me queda nada! Y aún así, estoy aquí y quiero luchar para hacer justicia. ¿Tú vas a rendirte tan fácilmente, sólo porque tu madre ya no volverá a darte un beso de buenas noches? ¿Vas a poner en riesgo a todo el mundo Pokemon y a los humanos, solamente porque no crees poder vivir sin que tu madre te prepare el desayuno todas las mañanas? Sé que vives en un mundo que es color de rosa, Perla, pero esto ya está llegando a un extremo ridículo. ¡La vida es cruel! ¡Y tú eres un fraude! ¡No eres ni la mitad de lo que fuiste cuando empezó todo esto! Si en verdad quieres demostrarle a tu madre que podías salvarla, ¡sal de ese pozo donde te has metido y enfrenta a la Elite! Si no lo haces, la muerte de tu madre será en vano.

     Respira agitadamente y presiona los puños con fuerza.

     Sheryl tiene razón. ¡No puedo seguir llorando! ¡Los demás dependen de mí! ¿Cómo pude ser tan tonta, como para haber decidido que no lucharía? No llegué hasta aquí para rendirme tan fácilmente.

     No…

     No llegué hasta aquí para rendirme. ¡Y nunca lo haré!

     Sheryl esboza una sonrisa cuando se da cuenta de que sus palabras han causado un efecto en mí.

     —Tienes razón —le digo y sonrío a pesar del dolor punzante en mi mejilla—. Podemos hacer esto.

     Ella asiente y chocamos nuestras manos.

     Me siento más motivada que nunca y lista para enfrentar lo que sea.

     Será mejor que ese cerdo pervertido se prepare, esta vez juro que… Que… ¡Juro que lo haré pagar por todo!

Pokemon V: La Batalla Contra la EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora