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MinGyu no supo cómo logró zafarse de la mirada penetrante del alfa ni cómo se las arregló para esquivarlo en el pequeño sendero que iba de la puerta de los Oh, el olor seco del alfa se intensificó cuando pasó a su lado y estaba seguro de haber escuchado su pecho vibrando mientras trataba de contener un gruñido, el estaba intentando lo mismo con su omega.

No fue más fácil cuando al separar la mirada del alfa se encontró con un desanimado HyunWoo observándolo, se suponía que él acompañaría a los otros omegas a sus cabañas antes de regresar por él. El nudo en su garganta se hizo más fuerte, la angustia creciendo, la culpa expandiéndose a cada centímetro de su piel.

El alfa notó su inquietud cuando llegó hasta él, pero no dijo ni una palabra a pesar de que estaba en todo su derecho, le había permitido cortejarlo, a él, un omega mayor que ya había estado con otro alfa que no se había dignado a marcarlo y que debería estar agradecido de que alguien le prestaba atención y le diera una segunda oportunidad.

Le debía respeto, el simple hecho de que su omega se viera tan efectado por la presencia del otro hombre era como darle una bofetada. De verdad que no se merecía sus atenciones.

— Siento que vieras eso —el omega rompió el silencio que se había mantenido lo que llevaban del camino, su disculpa era sincera, sabía que los sentimientos del alfa eran sinceros y no tenía ningún derecho a jugar con ellos—

— Está bien —una media sonrisa en sus labios gruesos, maltratados por las heridas de la batalla que lo arrastraron hasta ahí— Sé cómo te sientes.

— Eso no importa —MinGyu se detuvo en seco, necesitaba que le gritara, que se desquitara con él, así la carga que sentía sobre sus hombros no sería tan pesada, pero nada de eso llegó, en cambio fueron los ojos comprensivos del alfa los que se mantuvieron sobre los suyos—

— MinGyu, no llegué a la aldea un día y decidí cortejarte por capricho —comenzó con toda seguridad— te conozco desde que éramos niños, sé por todo lo que has pasado y no puedo esperar que te olvides de algo que ocupó tu vida por tantos años en un par de semanas

MinGyu se sentía tan pequeño bajo la mirada penetrante del alfa, su omega solo quería lanzarse hacia él, necesitaba el calor reconfortante que brindaban sus brazos en medio de la tormenta pero se quedó en su lugar, incapaz de moverse un centímetro.

— No es justo para ti, Woo.

— ¿Y cuándo alguien ha pensado en lo que es justo para ti? —sus palabras fueron severas por primera vez, era su lobo tomando el control, seguramente empezaba a oler sus nervios y la angustia creciendo y su naturaleza lo obligaba darle estabilidad al omega— ¿Por qué aceptaste que te cortejara? —sus voz se suavizó una vez más, volvía a ser el amigo comprensivo que acariciaba su espalda cuando eran niños—

— Mi omega se siente seguro contigo —se encogió de hombros, incapaz de continuar, al final esas cosas terminaban siendo más instinto qué razón— cuando estoy contigo mi omega solo quiere acurrucarse, le gusta... Le gusta el olor de tu alfa y tu voz gentil y cuando me miras como si no importara todo lo que he hecho mal.

Shownu no esperó otra palabra y se acercó a abrazarlo, hundiendo el rostro en sus mechones castaños, podía sentir la agitación de su omega, yendo y viniendo en un manojo de nervios y remordimiento que solo se calmaron un poco cuando el aroma del alfa los arropó. Sus brazos anchos rodeandolo suavemente, MinGyu sabía que era para darle la oportunidad de apartarse en cualquier momento, pero se quedó ahí, inhalando su aroma a Alfa para darle un poco de tranquilidad a su propio lobo.

El tiempo avanzó con calma, hasta que el viento trajo consigo lo que serían los primeros copos de nieve de la noche y sus lobos se fueron calmando poco a poco, Shownu se atrevió a darle un pequeño beso en la coronilla antes de separarse unos centímetros para verlo a los ojos con una sonrisa.

Flores en invierno [ Meanie ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora