Capítulo 19

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J A E D E N

-Le dije princesa...-conté a Sophia, mi más grande confidente.

-Eso, eso es...-ella ni sabía explicarse-Jaeden, ¿estás enamorado? -preguntó tocando mi frente, y ambos reímos.

-Tonta.

-¿Princesa? ¿De verdad? ¡Eso es tan tierno! -Chilló ella conteniendo su emoción y tapando su rostro con sus manos. -No me lo creo, Jaeden, no me lo creo.

-Salió natural...y es lo que más me sorprende.

Ella suspiró, como si lo que le estoy contando se tratase de un cuento de hadas.

-Me gusta la forma en la que se miran. -comenta ella, soltando una risita-Estoy enamorada de ustedes -dice, riendo.

-Estás muy tonta hoy.

-Siempre.

-Tienes razón.

Por unos segundos hubo silencio, un silencio poco incómodo. Sophia se giró hacia mí y apretó sus labios luciendo pensativa.

-Jaeden -llamó mi atención, yo asentí dando a entender que la escuchaba -¿Crees que no soy lo suficientemente buena para alguien? O, ¿que soy inútil? -me preguntó, su semblante serio al formular sus preguntas.

Arrugué mi frente de inmediato.

-¿Por qué...?

-Sé honesto. -me interrumpió.

-Sophia, sé que la persona que decida estar contigo se estará atando a una maldita condena. Porque eres tonta, impulsiva, necia, amargada, aguafiestas, desastrosa, demente y demás -explico, y ella esboza una sonrisa melancólica- Pero además de eso, sé que eres una chica inteligente, honesta, leal, audaz, decidida, optimista, y romántica. No sé otros, pero mi perdición está en el romance. -digo con una sonrisa- No necesitas ser suficiente para alguien, porque eres suficiente para tí y con eso te basta, ¿o no es así?

-Supongo. -dice, y reconozco su actitud.

Desde mis nueve años conozco la existencia de la maravillosa persona que tengo al frente ahora, y de hecho, presumo que he tenido el grandísimo honor de poder llamarla mejor amiga, y de crecer a su lado.
Sophia y yo nos conocimos en primaria, nuestros padres se conocían e incluso trabajaban juntos, por lo tanto, desde pequeños pasábamos tiempo juntos no sólo en la escuela, sino también en el trabajo de nuestros padres. No hubo razones interesantes por las cuales nos hablamos por primera vez, como en esas típicas historias de mejores amigos. Sophia y yo nos hablamos por simple curiosidad, éramos niños, queríamos jugar, conocer, reír, y tal vez pegar un poco al otro.

Hablo de ella. maldita Sophia, siempre me hacía llorar.

Siempre habíamos sido ella y yo. Le encantaba decirme que las chicas escapaban de mí por ser aburrido. Blah blah blah.

Éramos niños, y Jaeden, de niño, no era muy inteligente cuando se trataba de chicas. Tal vez aún me pasa.

Recuerdo que una vez, estaba enojado, y cansado de que ella se mofara siempre de mí, así que cuando me dijo una vez más que las niñas se alejarían de mí por penoso, le respondí que jamás tendría una amiga.

Y hasta el día de hoy no la tiene.

Recuerdo bien ese momento. Sophia lloró mucho. No quería hacerla llorar, yo no lloraba, ¿por qué ella sí lo hacía?

Era un niño, no me culpen.

Desde ese momento sentí que jamás debía hacerla llorar. Ni a ella ni a ninguna chica. No me gustaba, me hacía sentir mal. Así que dejé que ella se burlara de mí cuando quisiera. De todas formas, la amistad seguía en nosotros.

❝Cada Día❞ [Jaeden Martell.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora