Estaré viviendo una vida por las dos.
Pienso al encontrarme una vez más frente a la tumba de Artemisa, sintiendo el dolor latente en mi interior. Dejo a mis pies las rosas blancas que traje conmigo, sin saber siquiera si le gustaban, ya que nunca llegué a conocer ese al parecer insignificante dato, pero sabía que no podía venir con las manos vacías. Ella se merece esto y más de mi parte. Decidí, por esta vez, dejar a Isa y Gabriel jugando junto a su padre, necesitando venir sola hoy, no como cada año.
Hoy se cumple un año más desde ese fatídico día, aunque ahora es mucho más importante, pues no sé cuándo pueda volver a visitarla, nuestra mudanza a Pucón programada para la próxima semana me separará demasiado como para asegurar que vendré como siempre. Tal vez sirva para colmar eso que aún sigue doliendo, como si sufriera del tan conocido «miembro fantasma». Artemisa se siente como una parte de mi cuerpo que perdí, y la siento conmigo pese a que ya no está junto a mí.
A pesar de todos los años que han pasado, ella sigue en mi memoria.
Muchas veces, cuando me permito ahondar en los sentimientos que existen dentro de mí sobre ella, pienso que es injusto para Ian que me sienta de esta forma; que siga anhelado, extrañando... y amando a alguien que está muerta, pero sé que ese es el punto, ella se fue.
Por más que duela saberlo, ya no forma parte de mi vida, no como Ian, el padre de mis hijos. Recordarlo borra la sonrisa triste que tengo desde que entré a este lugar y trae una feliz a mi rostro, igual que siempre.
Ian me dio lo que estuve todo el tiempo buscando: una familia. Aunque amo a ese hombre con todo mi ser, sabía que su sola presencia no sería suficiente para mí, quería una familia y esos años en que temí ser estéril fueron, junto con el primer año que estuve sin Isa, unos de los más difíciles de mi vida.
Pero, como un milagro, llegaron. Mi período, siempre tan preciso como un reloj, de pronto no hizo acto de presencia. Esperé unos meses antes de hacerme exámenes, antes de decirle a él incluso, temiendo que fuera mi mente jugando conmigo debido a que ser padres era algo que ambos anhelábamos demasiado.
Sin embargo, pese a mi temor inicial, estos dieron positivo y poco a poco mi vientre fue creciendo; primero con Artemisa, luego con Gabriel. Ellos llegaron a llenar mis días de una forma que él solo nunca pudo hacer, ser madre siempre fue mi sueño, y me alegra haberlo cumplido gracias a él.
Sé que Ian es mi presente y Artemisa mi pasado, pero también sé que hay amores que por más que pase el tiempo no se olvidan. La forma en que se dio todo entre nosotras fue tan... intensa... que sería más que injusto de mi parte si no la recordara o extrañara. Más aún si su pérdida se dio por mi culpa, porque ella prefirió salvarme...
No sufro porque perdí al gran amor de mi vida, pese a que fue así, sufro por la gran persona que era, lo mucho que me ayudó y apoyó, sufro... pero lucho porque ese dolor sea cada vez menor, apenas un recuerdo de lo que fue hace dieciséis años.
Me quedo unos minutos mirando a la nada, simplemente rememorando todo lo que pasó. Acaricio ese collar que tanto significaba para ella, recordando el momento en que me lo obsequió y supe que la amaba... los recuerdos me embargan por completo, hasta que siento la extraña vibración de mi teléfono móvil, un regalo adelantado de mis padres traído desde Estados Unidos, al que aún no logro acostumbrarme. Es demasiado complicado guardarlo en mi bolso, a por lo pesado que es, pero también reconozco que es de mucha ayuda. Lo saco a ciegas, sin dejar de observar la lápida frente a mí, donde aparecen los escasos datos de ellas que logramos reunir.
Lamentablemente, lo único que alcanzó a decirme de su familia fue que su madre falleció de forma trágica, y por más hilos que movieron mis padres dentro de la Universidad, nunca nos entregaron su información pues era considerada confidencial y no existía un vínculo que nos uniera con ellos, al menos no legal.
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Alguien Que Amaste (Serie Más Humanos Que Dioses 1)
FantasyA lo largo de la historia, hemos leído y visto, cómo los dioses aman y odian al igual que los mortales, así lo narran sus múltiples travesías. Artemisa, absorta en sus ocupaciones con sus cazadoras, cumpliendo su rol como diosa de la caza, decide ec...