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━━━━━━━━━━━━━━━ the joke ━━━━━━━━━━━━━━━ˎˊ˗
Mary estaba enfadada. Muy enfadada. Esa señora no sabía nada, no tenía derecho a castigar a Harry.
Era un ser despreciable que solo pensaba en qué tono de rosa iba mejor con su ignorancia.
Justo en ese momento, el chico que vivió entró en la sala común y se sentó a leer, tapando su mano cicatrizada.
Mary le vio desde una esquina de la sala. Dejó sus cosas en la mesa y se movió rápidamente hasta sentarse al lado del chico.
— ¡Harry! Por fin has llegado. ¿Qué castigo te ha impuesto? Dime que no ha sido nada malo.
El moreno titubeó por un segundo.
— No, claro que no. Solo me ha mandado copiar.
La rubia enarcó una ceja sin creérselo del todo. ¿Una señora así solo le haría copiar una frase unas cuantas veces? No.
— Bueno, ¿y qué te ha hecho copiar?
El chico miró a varios lugares antes de darle una respuesta coherente a su amiga.
— «No debo decir mentiras». Esa ha sido la frase.
Al pensar en el dolor provocado por la maldita frase, Harry se tocó inconscientemente la mano herida. Mary recorrió la mano del chico con su mirada.
— ¿Qué te has hecho en la mano, Harry? ¿Qué tienes ahí?
— ¿Ahí? ¿Ahí dónde? No tengo nada.
La chica le cogió delicadamente la mano izquierda a su amigo.
— Aquí, Harry, qué tienes aquí.
Y ahí fue cuando el Gryffindor le contó todo a su compañera.
Mary no podía creer nada de eso. Si el castigo ya le parecía una exageración, lo que le hizo pasar a su amigo ya era de otro nivel. ¡Tenía que decírselo a Dumbledore! Esa mujer no podía seguir ejerciendo como profesora.
— ¡Harry, tienes que contárselo al Profesor Dumbledore! Él la despedirá y la sacará lejos de aquí, donde no pueda hacerte daño.
Su amigo sonrió enternecido. Mary era muy cariñosa y protectora con él desde que había pasado lo de Cedric. Ella sabía lo mucho que le había afectado a Harry su muerte y no iba a dejarlo solo por nada del mundo.