Capítulo setenta y uno.

193 18 1
                                    


–No te vayas –pidió abrazándome.

–Necesito ir al baño –me excusé y me separé de él.

Tomé mi camiseta del piso y me la puse tan rápido como pude, él me observó y luego dejó caer su cabeza hacia atrás para mirar al techo soltando un suspiro.

–¿Por qué siempre huyes de esta forma? –reprochó con su voz ronca y tono de cansancio.

–Encárgate de eso –miré fugazmente su aún erecto miembro recubierto por el condón y tomé su pantalón del piso para lanzárselo encima cubriéndolo–. Y vístete.

–¿Cuál es el apuro? Aquí estamos solos y en mi casa también estábamos solos, pero tú siempre huyes después del sexo –suspiró–. ¿Haces lo mismo con otros o te comportas así solo conmigo? Necesito saberlo ¿Acaso hago algo mal?

–No me comporto de ninguna forma y no es que hagas algo mal, solo necesito ir al baño.

–No te entiendo bambi.

–No necesitas entenderme –murmuré mientras caminaba hacia la habitación.

–Lindo trasero –canturreó entre sutil risita.

Bajé tanto como pude la camiseta para cubrir mi trasero y aceleré mi paso para entrar a la habitación, ya en el cuarto de baño me quité la camiseta y entré a la tina dejando la regadera en el gancho superior ya que pretendía una ducha rápida.

Me estremecí ante el toque de mi propia mano que enjuagaba con agua mi intimidad, a pesar de haber tenido un gran momento de placer hace pocos minutos, mi cuerpo parecía desear más de aquello, más de Bloo. Aunque me inquieta el hecho de que la sensación después del sexo con él se torne cada vez distinta; ya no me siento sucia del todo y la culpabilidad es casi inexistente después del placer, pero aún sigo "huyendo" como él lo llama.

–¿Te jabono la espalda? –irrumpió repentinamente.

–¡Qué demonios! –exclamé sorprendida por la intromisión y jalé la cortina plástica para cubrirme–. ¡Sal de aquí!

–¿Por qué te escondes? –sonrió mientras retiraba la cortina y entraba en la tina completamente desnudo–. Ya te conozco del todo –recorrió con su mirada mi cuerpo y remordió su labio inferior entre sus dientes mientras sonreía.

–Deja de mirarme así –gruñí tratando de cubrirme con mis propias manos y evité ver su desnudes.

–Es linda esta bañera –miró alrededor–. ¿Nos damos un baño juntos?

–No. Sal de aquí –gruñí.

Sonriente se agachó para colocar el tapón de la bañera y se sentó acomodándose a gusto, levantó su mirada y volvió a sonreír como un psicópata.

–¡Deja de mirarme así! –cerré el flujo de agua en la regadera y pretendí salir de la tina–. Tu no conoces el concepto de privacidad ¡Esto es invasivo!

–¿Invasivo? –carcajeó y jaló mi muñeca con fuerza llevándome sobre él.

–¡Auch! –me quejé por lo abrupto de su acción que me había hecho caer sobre mis rodillas.

–Hace unos minutos no te parecía invasivo y estaba dentro de ti –sonrió y abrazó mi cintura acomodándome sobre él a horcajadas.

–Pero fue... fue... ya... sucedió... –musité débil ya que podía sentir toda su anatomía desnuda estando en iguales condiciones.

–Me encanta como te cohíbes después de haberte transformado en la diosa del sexo –sonrió ladino y ladeó su rostro mientras me miraba fijamente a los ojos.

RUDEWhere stories live. Discover now