Capítulo 37

3.4K 283 334
                                    


Louis ordenó otra taza de café, un jugo verde y dos de naranja.

Estaban solo con su esposa en la mesa. Ella lucía un vestido precioso de primavera, color naranja, llevaba un sombrero de palma y anteojos para protegerse del sol. Su cabello estaba suelto, ondulado y perfumado. Era domingo.

Al otro lado de la mesa, había más parejas, más familias, que al igual que ellos, con la mirada podían monitorear a sus hijos jugando en la pequeña piscina, siendo cuidados por el personal del restaurante.

Eleanor miraba alrededor y de vez en cuando saludaba o sonreía a las personas que conocía, habían pasado varios meses desde la última vez que vinieron a este sitio. Estaba a las orillas de la ciudad, era un restaurante exclusivo, que les gustaba mucho, no sólo por la comida, sino porque los gemelos podían distraerse y divertirse un rato.

Los planes de Louis ese domingo, cambiaron radicalmente. Él iba a salir de casa a las siete de la mañana con dirección al supermercado, con el pretexto de comprar mariscos para hacer la comida. De hecho, le había prometido a Harry pasar por él a su departamento temprano y llevarlo al entrenamiento de fútbol americano. Y, aunque tal vez no podía quedarse todo el partido, al menos sí podía darle un beso de la suerte o tal vez dos.

Pero su esposa se había despertado con una idea que según ella "nos hace falta a ambos un poco de diversión, podemos desayunar y nos regresamos... será rápido", y, quién era Louis para contradecirla en estos momentos, no tuvo otra alternativa, más que enviar un mensaje de disculpa a su amante y prometerle que sí estará presente el próximo domingo.

De vuelta a esa mañana, Eleanor estaba tranquila, todo el camino eligió la música en el auto y de vez en cuando se giraba a ver a Louis con ingenua sonrisa. Estaba esperando este momento íntimo. Los gemelos no estaban cerca y Louis sabía que estaba guardando el momento perfecto para preguntar, para abordarlo, sobre su inconformidad que tuvo la semana pasada.

–¿Fue buena idea traer a los niños aquí,verdad? se están divirtiendo... – le aseguró ella, levantando su jugo verde en dirección a la piscina que tenía un parque acuático y juegos infantiles.

–Lo fue – le dio la razón, Louis, sonriendo. – Lux no tiene miedo a las alturas, mira que valiente – La buscó con la mirada y su hija estaba apunto de lanzarse por la resbaladilla con una sonrisa en el rostro.

Eleanor miró su comida a medio terminar, las servilletas al centro de la mesa y después a su esposo –Has tenido mucho trabajo últimamente, salir te hará bien para relajarte–

Louis asintió con la cabeza y le ofreció más fruta, ella dijo que no con la cabeza.

Eleanor sin rodeos, soltó la bomba –No entiendo porque Liam siempre llega temprano a su casa con su familia y tu, de cinco días a la semana solo uno llegas a las siete, que se supone, es la hora en la que sales de la oficina – Eleanor no quitó su mirada de su esposo.

Louis hizo su café a un lado y la miró directamente a los ojos – Liam no tiene que ir al juzgado, no ha litigado desde hace meses, yo gano casos para que su empresa tenga reconocimiento –

Eleanor a la defensiva forzó una sonrisa – Siempre dices eso, él administra su tiempo, no es tan complicado ¿sabes? también trabajo y mi horario es peor que el tuyo, estoy doce horas en ese hospital y no por eso, estoy llegando a la una de la mañana a mi casa –

Hasta ese momento Louis dejó de comer en ese momento para mirarla sorprendido, en su papel, de estar ofendido por ese tan detallado y bien oculto reproche, Eleanor ya estaba esperando qué tenía para decirle –¿Administrar mi tiempo? –suspiró antes de continuar en voz baja para que nadie más se diera cuenta de lo que pasaba con ambos– nunca pierdes una oportunidad para estarme comparando con Liam, quien por cierto, es un inútil y si no fuera por su padre no sería nada... – le dejó en claro.

El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora