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El incesante repetir de la voz de una pequeña niña gritando por su papá atraviesa todas las paredes de la casa hasta llegar a la habitación donde se encontraba el padre, la pequeña salta sobre la cama.

—vamos, dice mamá que si te tardas un segundo mas no habrá tocino para ti—dice la pequeña Anya, mientras se me deja caer en brazos.

—claro princesa, enseguida voy—responde Arthur, seguido de un beso en la frente de la pequeña.

Enseguida, la pequeña baja con cuidado de la cama y sale corriendo de la habitación dejando solo a Arthur, quien lentamente se levanta con un notorio dolor de espalda, camina hacia el baño para refrescarse un poco, dudoso de sí mismo toma unas pastillas del botiquín.

—eso huele delicioso, no lo crees, princesa—dice Arthur mientras baja por las escaleras.

—claro, es una lástima que no estarás con nosotras—dice Anya con la mirada fija en Arthur y una voz seria.

—de que hablas, pequeña, no entiendo, donde esta mamá? —pregunta Arthur al darse cuenta de que algo se quema en la estufa.

—pudiste hacer algo, pudiste evitarlo, pero preferiste no hacerlo, no te preocupes, no estamos enojadas—dice Anya mientras deja ver una pequeña sonrisa.

Arthur se acerca a la pequeña, aterrado y tembloroso toma a la pequeña en brazos

—todo estará bien, todo pasará—le dice para tranquilizarla.

Anya se empieza a volver cenizas.

—¿qué está pasando? — se pregunta Arthur completamente paralizado del miedo.

Todo lo que lo rodea empieza a desaparecer, las paredes empiezan a arder en llamas, el techo se cae en pedazos a su alrededor, mientras, el permanece inerte ante la situación.

Lo que hace unos momentos era un sueño en familia se convirtió en el terror más grande de su visa, pues en aquel preciso momento, Arthur sintió el dolor, el vacío de perder a la persona que mas amas delante de ti sin poder hacer nada. Finalmente, cuando todo estaba tan destruido como su alma, a lo lejos, perdidas en la oscuridad los susurros de la pequeña Anya

—mami, mira ahí hay un señor, necesita ayuda, vamos—

Arthur intenta recuperar la compostura, se levanta y empieza a buscar entre las cenizas de lo que era su casa, mientras la voz de la pequeña no paraba, Arthur sigue la voz hasta la acera de la casa. Mientras mas avanzaba hacia la calle la luz de día lo abandonaba rápidamente, tenia que tomar una decisión, salir a la oscuridad el solo y vivir con la esperanza de encontrar a Anya o quedarse en lo que ahora solo es un cementerio de recuerdos que lo estarán atormentando por las decisiones que tomo, indeciso ante la situación lentamente sale a la calle, dejando una casa que se desvanece lentamente a sus espaldas.

—¿tomaste la decisión correcta?, talvez debiste quedarte y simplemente despertar— le susurra una voz al oído a Arthur asiéndolo tambalear y caer en un vacío donde puede ver a su mujer y a su hija despidiéndose de el mientras desesperadamente intenta extender sus brazos para poder alcanzarlas, al ver como una figura humanoide, alto, encorvado, con la cara llena de ojos de distintos tamaños, una boca enorme y una lengua que rodeaba el cuerpo de la inocente Anya, profanándola, dejando un rastro de su repugnante baba por todo su cuerpo, Arthur con un sentimiento enorme de impotencia lo único que le queda es gritar de dolor y desesperación

—aléjate de mi hija, no la toques. Anya—

Sin tener otra opción se tapa los ojos para no ver tal acto de brutalidad, cuando por fin todo parece haber acabado, su caída llega a su fin, cayendo muy fuerte en una cama, despertando muy acelerado y sudado de lo que fue una de las pesadillas mas aterradoras y realistas que puedo experimentar.

Ruido nocturnoWhere stories live. Discover now