El viento lleva tu nombre.

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Realmente estaba sucediendo, estaba a punto de hacer un viaje por una persona a la que no conocía, pero la sentía tan mía como si lleváramos años en contacto, mi familia no estaba de acuerdo, mis amigos me tildaban de loco, incluso uno de ellos se ofreció a acompañarme para mayor seguridad o en caso de necesitar ser rescatado. Por mi parte estaba completamente seguro del paso que estaba dando, tener frente a mi a Summer era algo que no estaba dispuesto a negociar. En ningún momento mi corazón latió a un ritmo normal, por el contrario, creo que con el pasar de los minutos se aceleraba, tal vez era el único que sabia perfectamente lo que estaba por ocurrir.

Durante todo el recorrido no pude dejar de pensar en como reaccionaria cuando me viera, tendría los mismos nervios que yo, se sentiría a gusto en mi compañía, mis pensamientos se chocaban unos contra otros, muchas preguntas, pero ninguna respuesta, solo un sentimiento y con eso me bastaba.

Tenía miedo, la sola idea de pensar que se arrepintiera de verme, que me pidiera que me marchara me estremecía completamente, no quería pensar en ello, pero la posibilidad existía.

Mire el reloj de la suerte, ese que me había regalado mi abuelo Edward en una navidad hace algunos años, no necesitaba que me hablara, pero el minutero me indicaba que estaba a pocos minutos de tener todas las respuestas que necesitaba, tome mi morral, lo colgué a mi espalda y decidí bajar. Finalmente estaba aquí, las rodillas me temblaban con cada paso que deba, sentía el latir de mi corazón en la garganta. Espero que los paramédicos estén cerca en caso de necesitarlos – Bromeé conmigo mismo – Debía llamarle como se lo había prometido.

El teléfono repicaba, pero nadie contestaba del otro lado, temí lo peor, por un instante pensé que se había arrepentido hasta que finalmente escuché su voz.

- ¿Llegaste?

- Así es copito de nieve.

- Dime que hablas en serio.

- Te lo puedo asegurar. ¿Vendrás por mí? O ¿Prefieres que vaya por ti?

- Yo voy por ti, tu eres mi invitado. ¿Dónde estás exactamente?

- Estoy a unos metros del Salem Willows.

- Voy por ti, no te muevas. Llego en unos minutos.

- Aquí me quedare, tenlo por seguro. ¡No tardes!

Mi ansiedad no daba tregua, temía que mis nervios me jugaran una mala pasada. En mi cabeza ensayaba una y mil veces que le diría cuando la viera, como saludar, no sabia si darle la mano y un beso o solo darle un beso. ¿Y si terminaba abrazándola? Que complicado se estaba volviendo algo tan simple de repente. No pasó mucho tiempo hasta que finalmente escuche que con un grito pronunciaron mi nombre a unos cuantos metros.

- ¡Elijah!

Sin dudarlo me gire para observar y responder.

- ¡Summer!

Ahí estaba ella, mientras unos cuantos copos de nieve caían por doquier ella daba pasos hacia mí, por un instante me paralice, quería caminar, pero mi cuerpo no respondía, finalmente pude tener control sobre mi mismo y camine hacia ella. Un fuerte remesón sobre mi cuerpo me trajo de vuelta a la realidad, no lo esperaba, pero era el abrazo más cálido que había recibido en mucho tiempo, la abracé, claro que lo hice, había soñado con esto en más de una oportunidad. Y hay quienes dicen que los sueños no se cumplen, pobres ingenuos. – Pensé –

- ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo tu viaje?

- Se me hizo eterno, contaba los minutos para verte. – noté como sus mejillas blancas tomaron un poco de color

El viento lleva tu nombre.Where stories live. Discover now