Capítulo 1

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Alfas. Siempre ha estado rodeado de alfas. La poderosa sangre de los Sangster siempre ha llevado esa casta dentro de sus filas, incluso Ava había heredado la condición de su padre. Por muchas horas que pasara en las bibliotecas familiares, Thomas sabía que jamás encontraría a alguien como él dentro del enorme árbol genealógico de los suyos. Lo entendía perfectamente, más aun cuando su padre le observaba en silencio, obligándole a bajar la cabeza, a ser sumiso, a evitar mostrarse en público.
¿Por qué tenía que heredar los genes de su madre? Adoraba a Tasha, en verdad la amaba, pero los genes de los Sangster siempre habían dominado, siempre ¿por qué él tenía que ser la excepción a tantas reglas de generaciones?

Su padre lo había intentado todo: doctores, tratamientos, cientos de visitas a los hospitales, todas con la misma respuesta: omega, innegablemente omega. Había transcurrido su vida entera dentro de paredes blancas, a base de sustancias en pipetas, de líquidos experimentales que le habían hecho pasar los peores martirios que jamás hubiere imaginado. Probablemente había sido por ello que su primer celo fue la experiencia más dolorosa de su vida. Lo recordaba perfecto, recordaba como sentía su cuerpo arder, como su estómago se revolvía, como se agujero palpitaba al tiempo que su cabeza se derretía y pensaba en una sola cosa: un alfa. Los médicos habían dicho que era consecuencia de los tratamientos, que su primer ciclo había sumamente intenso por ese simple hecho. Bastó aquello para que su padre tomara otra vía: los supresores.

Su vida se construyó a base de eso tras su primer ciclo de celo. Los tomaba religiosamente, sin saltarse ni uno solo, sintiéndose tan débil, confundido. El aroma de los alfas dejó de interesarle, él mismo dejó de percibir la propia esencia que lo caracterizaba. El deseo sexual se esfumó, los celos pasaron a ser un vago recuerdo, hasta ese día.

El aroma que desprendía le hipnotizó. Era una mezcla de dulce, amargo y algo que jamás había olido antes. Sus rubios cabellos caían en ondas sobre sus pequeños hombros, era alta, esbelta, llevaba los labios de color rojo. Era una alfa, una hembra inglesa que lo envolvió desde el primer instante. Por primera vez en toda su vida, desobedeció a su padre y dejó de ingerir los supresores. Quería oler para ella, quería que ella se impregnara de él, que lo marcara, que lo eligiera: grave error.

El celo llegó como un remolino. Si su primer celo en solitario había sido doloroso, este no se podía comparar con ello. La llamó, dentro de su miseria clamó el nombre de la alfa que le había prendado: la necesitaba. Sogas, una cama y una inyección de emergencia. El líquido le quemó las venas, sintió sus entrañas contraerse, si la necesidad durante su ciclo había sido dolorosa, no podía compararse en nada con el maldito líquido. Perdió el conocimiento las siguientes cuarenta y ocho horas. Cuando abrió los ojos, su madre estaba ahí, a su lado, observándole con grandes ojos encharcados y comprensivos. Fue una plática de horas.

Tasha le explicó de manera atenta, le habló de los celos, de los alfas, de la plática que había escuchado cientos de veces de sus profesores particulares. La diferencia en esta ocasión, fue que su madre le pidió continuar con el tratamiento de los supresores. Ella entendía perfectamente el efecto que la ingesta constante de los mismos podría continuar ocasionando en él, pero también entendía que su hijo estaría a salvo mientras se mantuviese en el ritmo de la rutina. No tenía que transformarse en un ser hambriento de sexo, no tendría que usar protectores para el cuello, no tendría que atravesar nunca más el doloroso proceso de ser rechazado o no deseado por el alfa elegido.

Thomas aceptó continuar con ello, aún en su miseria, aun en su propia negación, aceptó el volver a la rutina, a las pastillas, a su vida.

Cuando alcanzó los veintiuno, su padre finalmente comenzó a involucrarlo en su vida, en los negocios familiares. A ese punto llevaba tantos años bajo el riguroso tratamiento, que a los ojos de los demás, pasaba como un beta de aroma dulce, escaso.
El imperio Sangster, las empresas financieras que dominaban una parte de la ciudad. Comenzó a involucrarse, a conocer el extraño mundo de la clase de elite. Escuchó con atención cuando su padre le habló de sus competidores, de la empresa rival: la corporación O'Brien. La familia de alfas dominaba el otro lado de la ciudad, y siempre habían intentado derribarse la una con la otra. Era una pelea de titanes, de negocios, de estrategias. Entendió la probable razón por la que su padre se había esforzado en mantener su condición en secreto, incluso la razón por la que Ava era quien había ocupado el lugar que le pertenecía a él como primogénito. Todo se reducía a una lucha de poderes, de dinero, de alguna manera agradecía a su condición omega por ser alejado de tan banal pelea.

It's you | Dylmas AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora