Capítulo V

669 82 16
                                    

De nuevo debemos mencionar los grandes tópicos del amor y sus casualidades. El lector podrá alegar que se trata de un cliché de la novela rosa, pero es un hecho que Darcy se encontró por casualidad con su Elizabeth en más de una ocasión.

Y así como un caballero y una dama coinciden sin pretenderlo, Shoto halló al abrir la puerta una agridulce sorpresa.

Otra vez esa aura de mágico encanto le golpeó sin piedad. Una extraña aureola que solo Shoto parecía capaz de detectar, pues los otros estudiantes presentes no se encontraban bajo el influjo de la presencia de la ninfa monocromática.

El efecto fue inmediato; sus pulsaciones aumentaron hasta niveles preocupantes y todo su cuerpo le pareció de repente torpe y pesado. Escondió las manos en los bolsillos del pantalón verde oscuro para disimular el estúpido bamboleo de sus brazos al caminar. Se dirigió hacia uno de los sitios más alejados del frente, y, mientras se movía hacia allí, osó desviar ligeramente su ruta para pasar al lado de la muchacha. Quería volver a percibir su aroma que tan vagamente le había llegado en la sala de espera del examen que habían realizado juntos. Se dio cuenta entonces de que podría averiguar el nombre que ella portaba con solo una rápida mirada hacia el cuaderno que tenía sobre la mesa.

Tal vez le verían y hablarían, pero la respuesta al misterio del nombre le fascinaba tanto que no pudo evitar volver la cabeza para leer furtivamente la pulcrísima caligrafía sobre la tapa de la libreta. Y si al girarse Orfeo solo encontró su perdición, Shoto pensó haber hallado las dos primeras palabras que le devolverían la vida: Momo Yaoyorozu.

Se sentó silenciosamente, celebrando en su interior el descubrimiento, solo para luego reprocharse a sí mismo la emoción injustificada. Ahora conocía el nombre de aquella chica, ¿y qué por eso? Su ilusión era absurda. O al menos lo hubiese sido si no fuese porque nunca antes nada le había ilusionado sin motivo. Ningún pequeño detalle de la vida le había hecho sonreír solo por estar ahí. No comprendía a la gente que reía por nimiedades como un día soleado o una compra nueva, cosas diarias que no tenían ningún efecto sobre él. Pero ahora, dos palabras escritas en tinta negra le hacían sentir algo distinto de lo habitual, un sentimiento que sobrepasaba toda explicación lógica que tratase de darle. Encerrado en sus pensamientos, no se percató de que alguien avanzaba con paso dubitativo hacia su mesa.

Un suave saludo resonó en sus oídos entonces, haciéndole abandonar su preciada esfera imaginaria. Alzó la vista con curiosidad. Unos ojos grises relucientes. De nuevo su pulso en aumento. Sudor repentino en ambas manos. No iba a salir bien. Mirada fija en su rostro. Ni una palabra salió de su boca.

- Creo que nos hemos visto en el examen. Enhorabuena por tu acceso.

Sí, claro que se habían visto. Shoto asintió rígidamente con la cabeza. <<Enhorabuena a ti también>>. ¿Cómo podría decírselo? Volvió a asentir sin sentido. ¿Qué estaba haciendo? Las cejas de Yaoyorozu se curvaron en una expresión extrañada. <<Vete, vete antes de que haga algo mal>>. Pero ella no se movió.

- Mi nombre es Momo Yaoyorozu. Encantada de conocerte.

<<Encantado igualmente>>. Encantado era precisamente la palabra. Hechizado, embrujado, encantado completamente. Ella esperó insegura. Quería saber su nombre. Es lógico que tuviera que decírselo después de que se hubiera presentado. Tenía que hacerle saber que él era Shoto Todoroki.

Sacó con dificultad una agenda de la mochila que tenía colgada de la silla. Yaoyorozu observó toda la operación sin emitir sonido, no porque la mudez voluntaria de Shoto se hubiese contagiado, sino porque no estaba segura de qué sucedía. Shoto abrió la agenda por la primera página. <<Shoto Todoroki>>. Invitó con un gesto a que lo leyera.

- Es un placer, Todoroki.

Asintió de nuevo estúpidamente. No era más que un simple idiota.

Nada estaba saliendo bien. Deseó poder explicarle a aquella desconocida la razón de su silencio, pero hacerlo hubiese sido aún peor. No podía en el primer encuentro hacerle un relato de toda su vida y sus desgracias. Contra su voluntad, se obligó a mantenerse callado.

Su cuerpo se tensó en mayor manera cuando se dio cuenta de que la gris sombra de Momo seguía allí. En el silencio que siguió, Shoto trató de averiguar qué pretendía. ¿Acaso no se había hartado ya de sus intentos de establecer comunicación con alguien que la rechazaba tan abiertamente? Parecía que no, pues el joven Todoroki sintió un dedo golpeando su hombro nuevamente con delicadeza. Se tuvo que forzar a mirar a Yaoyorozu. Tenía miedo. No sabía el porqué pero su alma se estremecía de pavor ante aquellos dulces ojos de Luna.

Su sorpresa se tornó en una especie de vergüenza hacia sí mismo cuando la muchacha comenzó a hacer discretamente – dando la espalda al resto de sus compañeros – signos con las manos. Le había tomado por un mudo real, y tampoco podía culparla por ello. Sin pensarlo, negó enérgicamente con la cabeza y le indicó con un ademán de manos que se detuviera. Él no era mudo realmente. Ella pareció descolocada durante un instante. Después se despidió, tomando a Shoto como un caso extremo de introversión.

Tras la desastrosa presentación, Shoto quiso irse a casa más que nunca en su vida. Normalmente aborrecía estar en ese lugar, pero ahora sentía que necesitaba la soledad de su cuarto, su armario perfectamente ordenado, aquellos libros que había ignorado hacía unos días. ¡Cómo deseó poder estar en su habitación, puerta cerrada con llave, y leer uno de aquellos libros viejos! Maldecía aquella silla azul en la que seguramente tendría que estar sentado el resto del día. La idea de compartir tiempo con otros estudiantes nunca le había llamado la atención, pero ahora quería librarse de aquella matrícula. Sabía que había muchos más aspirantes a héroe que la aprovecharían mejor. Quizá hiciesen un par de buenos amigos y todo, tarea que se antojaba hercúlea para Shoto.

Tan infantil como pueda sonar, deseó salir de allí, llamar a su hermana mayor y regresar a casa los dos.


Monocolor | TodoMomo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora