Noel
Una pequeña brisa hizo que despertara, la ventana de la alcoba estaba abierta y yo me encontraba semidesnuda recostada al borde de la cama con nada más que la toalla.
Me levanté pesadamente, aún tenía sueño y el frío no ayudaba en mucho, cerré la ventana y fui directo a mi closet, tomé ropa interior y la pijama para volver a dormir, el reloj marcaba las 3 de la mañana, agradecía que aún quedaba tiempo para descansar. Sin batalla, logré dormir de inmediato.
Al colarse los primeros rayos del sol en mi habitación, la alarma del celular comenzó a sonar avasallante, lo apagué torpemente haciendo que cayera de la mesa de noche, revolee los ojos y me levantará de la cama, recogí el celular y me dirigí al cuarto de baño para lavar mi rostro y despertar por completo.
Caminé a la pequeña cocina y puse a calentar la leche para mi té Chai, odiaba el café y la única manera de que mi día iniciará bien era con mi preparado especial.
Unas tostadas de mantequilla con mermelada se convirtieron en mi desayuno. Nuevamente ingresé a mi alcoba y cambié mi ropa, me arreglé como de costumbre, natural y sencilla y caminé a la salida
Baje las escaleras por detrás de la librería para abrir desde adentro, tomé una taza de la vitrina y la coloqué sobre la mesada de la cocina y preparé otro té Chai. Me dirigí hacia el viejo mostrador de madera dejando la taza sobre este y caminé hacia la puerta para abrir las cerraduras y quitar los candados, giré el letrero de luz neon en el que se podía leer la palabra Abierto en letras llamativas. Reacomodé los libros que se encontraban fuera de sus estantes y encendí la máquina de café, alisté los materiales de la cocina para recibir a los primeros clientes del día, casi siempre llegaban por un café y un bollo y se iban. Ser la única librería con servicio de café era bastante productivo. Me agradaba mi trabajo.Esta era mi rutina diaria desde el día en que Angela, la dueña apareciera en mi camino para salvarme. Tome mi taza de té y me senté recordando aquella noche como si hubiera sido ayer.
Me encontraba caminando sin rumbo alguno al dejar toda mi vida atrás, quería olvidarme de todo el mal que había pasado hacia solo unos días. Conmigo solo llevaba una mochila con algunos cambios de ropa y un viejo y descolorido paraguas, regalo de mi nana. Ya era bastante tarde y el frío comenzaba hacerce presente, me sentía cansada y solo quería dormir, las lágrimas ya habían cesado y no me quedaba ni una sola gota por derramar; a lo lejos pude ver una banca sola y aparentemente limpia, afuera de un café-librería, Lucía bastante cómoda a mi parecer, me dejé caer sobre esta y apoye mi cabeza en el respaldo a la par cerraba los ojos, me estaba quedando dormida cuando un sonido estruendoso me hizo saltar atrayendo mi atención.
Una señora de edad avanzada maldecia por lo bajo mientras recogía las latas causantes del ruido, dejé mis cosas sobre la banca y corrí a ayudarla.-Muchísimas gracias jovencita, mis manos ya son viejas y torpes, las latas son pesadas-mencionó mientras acomodaba las cosas dentro de su bolsa.
-No diga eso, las bolsas están defectuosas, yo la veo bastante jovial- dije amablemente ayudándola con las latas que habían quedado sueltas.
-¡Patrañas! La verdad es que tuve suerte de que estuvieras aquí cerca... Y a todo esto, ¿Qué hace una jovencita sola a altas horas de la noche? - Me miró intrigada. Sonreí de lado sin responder a su cuestión. -Eso tal vez no me incumba, aprovechandome de tu amabilidad podrías ayudarme a subir esto alla arriba?- pregunto con una sonrisa tierna. Asentí, tomé mis cosas de la banca y subí con ella a su pequeño pero muy acogedor apartamento.
Tal vez adivino que no había comido nada pues me ofreció una cena para que la acompañase. Fue la comida más exquisita que había probado, después de la que preparaba mi nana.
Acomodamos la despensa mientras platicábamos de todo y de nada al mismo tiempo, abrió una de las latas para darle de comer a su pequeño gato. Terminando de ayudar le agradecí la cena y me despedí asegurando que tenía que llegar a casa.
Regresé a la banca que aguardaba mi descanso, estaba dispuesta a dormir, cerré nuevamente los ojos y a los pocos minutos Angela me habló.-No tienes donde dormir-lo dijo como aseveración, nuevamente no respondí, quería negarme y mentir pero mis lágrimas me delataron.
Angela se convirtió en mi salvadora, me ofreció su departamento a cambio de encargarme de la librería, no quería recibir lástima ni ayuda de nadie, pero ella me aseguró que ya estaba cansada del trabajo pero no quería cerrar la librería, por esa razón acepte su ayuda, Angela se regresó a su hogar a las afueras de la ciudad y a mi me dejó como gerente de su negocio y aparte su departamento.
La campana de la puerta sonó avisando la llegada de un cliente, me levanté y lo salude amablemente para tomar su orden. Permanecí dispersa en mis pensamientos mientras servía el café del cliente, gracias a Angela había encontrado un lugar donde vivir y un trabajo estable que en conjunto con la paga de cantar en el restaurant-bar y algunos otros sitios solventaban todos mis gastos, de esa manera inicie mi nueva vida.
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UN ACCIDENTE AFORTUNADO
Teen FictionÉl acababa de terminar con quien creyó que era su final feliz... Ella, hace mucho dejó de creer en el amor cuando alguien le rompió el corazón Él no quería enamorarse y ella mucho menos. Ella era un tanto excéntrica y única. Él reservado pero un t...