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—¿Se puede? —pregunté, después de un par de golpes en la puerta, pero ya asomando la cabeza por dentro de la habitación.

No había pisado aquél cuarto desde la última vez que perdimos la razón y nos entregamos la una a la otra sin que nos importaran las consecuencias. Y cómo me había perseguido aquella noche, tanto en mis sueños como estando bien despierta... 

Pero en general, la habitación de Ana en casa de Noe me llenaba la cabeza de recuerdos muy felices juntas: nuestra primera vez, cenas de sushi y película, visitas sorpresa...  Y como la última vez no tuve ni tiempo de mirar a mi alrededor y disfrutarla, además de ir un poco bebida, me sentí feliz al comprobar que poco había cambiado allí.

—¡Miriam! —chilló Clara, que estaba sentada encima de la cama junto a su hermana, y no dudó en correr hacia mí.

Era curioso como los niños eran capaces de encariñarse tan rápido con alguien. Sí que era verdad que Clara y yo no partíamos de cero, pero tampoco tenía muchos recuerdos de mí en su mente; casi todos serían en fotos y en posibles anécdotas que le hubiese podido contar Ana.

—Hola, peque —saludé, aunque tardé unos segundos en despegar mi vista de Ana.

La morena llevaba unas gafas muy finitas, que no le había visto nunca. Un jersey ancho de un color clarito y unas mallas grises eran el resto de su outfit. Sus labios me dedicaron una sonrisa tímida en cuanto me vio entrar, y mordió un poco el lápiz que tenía entre sus manos. El pelo oscuro le caía en cascada por la espalda y me pareció más bonita que nunca, sentada de piernas cruzadas encima de su cama. 

Tenía el ordenador y un bloc de notas enfrente, e imaginé que estaba trabajando. A su lado habían un par de muñecas que supuse era con lo que se entretenía Clara antes de que yo llegara.

—¿Has venido a besar a Ana? —preguntó la pequeña, ladeando la cabeza, parada a unos centímetros de mí.

—¡Clara! —gritó Ana, cambiando su semblante tranquilo. —Si empiezas a decir tonterías te mandaré abajo con la tía Noe —advirtió, poniéndose en pie.

—En realidad —dije agachándome un poco para enfocar a Clara, después de una breve risa y de notar los ojos de Ana en mí. —Venía a deciros que mi madre ha hecho una tarta muy rica para que la probéis y os la he traído. ¿Te apetece?

—¡Sí! —dijo Clara encantada. —¡Tarta, tarta! ¿Dónde está? 

—Está en la cocina, creo que Noe iba a cortarla —respondí incorporándome.

Clara asintió enérgicamente y salió de la habitación como un rayo, sin ni siquiera cerrar la puerta. Sinceramente, no esperaba quedarme a solas con Ana tan fácilmente. La morena, que ya estaba de pie, dio un par de pasos hacia mí, con los puños metidos dentro de las largas mangas de su jersey.

—¿Qué tal ha ido la comida? —preguntó, haciendo el gesto de abrazarse a ella misma con los brazos.

—Muy bien. Entretenida como siempre —respondí, encogiéndome de hombros. —No sabía que llevabas gafas.

—Oh —hizo Ana, como si se acabara de dar cuenta que las llevaba puestas. Su mano subió hasta tocarlas y luego se las quitó. —Vista cansada —explicó. —La carrera de derecho ha hecho mella en mí —dijo con una sonrisa irónica.

—No hace falta que te las quites, eh. Que estás muy guapa —dije, esta vez siendo yo la que acortaba la distancia entre nosotras.

Ana rodó los ojos con una sonrisa en sus labios y mis manos vacilaron un poco antes de colocarse en su cintura y atraer su cuerpo levemente hacia mí.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora