6

2K 161 31
                                    

¿Sabes de esa sensación que te dice que te están observando?, pues yo la sentía desde hacía unos meses. No me alarmé porque sabía que era debido todos los problemas que Drew me ocasionó y al secuestro, pero aún así esa sensación era un tanto molesta.

Nunca supe si Axel volvió a ver a Drew, pero tampoco creía que le hubiera hecho algo malo después de todo por lo que pasé, a fin de cuentas yo no le importaba. Seguramente seguían siendo amigos, socios o lo que quiera que fueran antes de conocerme.

Cuando entré al hospital la sensación desapareció y aproveché para respirar un poco más tranquila aun sabiendo que nada iba a pasarme. Como cada día, me cambié y me puse el uniforme en los vestuarios para, después, reunirme con mi grupo y preparar la operación que teníamos programada para ese día.

La intervención fue larga y difícil. Duró más de dos horas porque se complicó y el paciente sufrió una parada cardiorrespiatoria en medio de la operación. Sin embargo, gracias a dios y a la experiencia y competencia de los profesionales a cargo, el hombre se estabilizó y pudimos continuar con el trabajo.

Bastante rato después me permití tomarme un descanso e ir a la cafetería antes de tener que revisar que todos los ingresados en el hospital a mi cargo estuvieran bien.

Pedí un café en la cafetería y le pagué al camarero antes de que me lo sirviera. Mientras esperaba, Jason entró a la estancia y yo recé mentalmente por que el hombre se diera prisa en servirme mi pedido para así no tener que volver a estar a solas con el cirujano. Por suerte, una enfermera paró a Jason y empezó a hablar con él antes de que me viera, tiempo suficiente para que el camarero me diera el café y salir de allí con rapidez.

El alivio me invadió cuando comprobé que Jason no se había percatado de mi rápida huida y caminé con más calma por el pasillo que me conduciría hasta la máquina de snacks en la que siempre le compraba algo a Carlo.

Saqué una bolsa de bolas de chocolate y me la eché al bolsillo de la bata antes de comenzar a dirigirme a los ascensores. Revisé mi smartphone y vi que tenía un mensaje de Masie en el que decía que me esperaría para comer y yo le contesté con el emoticono del pulgar alzado.

Cuando llegué a la habitación trescientos cinco, llamé a la puerta con los nudillos y entré, encontrándome con el señor Ricci en la misma posición en la que siempre estaba cuando iba a visitarle.

-Buenos días -le saludé como siempre, con una sonrisa en la cara.

-Buenos días, Alessa.

-¿Cómo se encuentra hoy, señor Ricci?

-Bene -respondió encogiéndose de hombros sonriente.

-Está mejorando mucho -dije revisando el suero que tenía conectado a la vía de su brazo-. Si sigue así, la semana que viene podrá marcharse.

-Eso espero perché estoy deseando mangiare spaghetti -alegó soltando una pequeña pero profunda risa.

-Yo también tengo ganas de comer unos buenos espaguetis -afirmé, pero tuve que buscar en el traductor para que me entendiera.

-Te prepararé un buon plato quando salga de aquí.

El corazón se me encogió de ternura. Carlo era tan bueno que me había invitado a comer cuando se pusiera mejor, pero los dos sabíamos que eso no iba a ocurrir. Lo más probable era que, cuando el saliera del hospital, no volviéramos a vernos. Seguramente él regresará a italia y yo no tenía los medios suficientes como para ir a visitarlo a su país.

-Eso sería genial -contesté con una cálida sonrisa. Miré la hoja de revisiones para comprobar que todo estuviera en orden y metí la mano en el bolsillo de mi bata-. Mira lo que te he traído.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora