20°

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Ingresó al estudio principal pasando por un largo pasillo. Por los ventanales de cada estudio se podían ver hacia adentro escenas bastante explícitas de demonios tanto hombres como mujeres rodando sus respectivos filmes. Sucedía entre varios o pocos demonios, pero con fetiches y morbos cada vez más extraños en cada rodaje.

Angel estaba acostumbrado a esa clase de ambiente y a cada sonido que a veces hasta sobrepasaba las barreras anti sonido de las habitaciones. Le daba igual. Llegó hasta una puerta en el fondo y la abrió para encontrarse con su jefe de años que se encontraba de pie sonriendo mientras llevaba con cadenas a dos putas desnudas que al parecer eran sus mascotas ocasionales. El humo rojo se dispersó por toda la habitación, la elegancia de Valentino no era de ese mundo, su aura era algo incomparable con la de cualquier otro demonio.

Daddy, cuánto tiempo sin verte.

Angel se acercó a su jefe sonriendo de par en par y este lo abrazó de la cintura apegándolo a su cuerpo, tomando su trasero entre sus garras y estrujandolo fuerte. La araña posó dos de sus manos en su pecho y le clavó una sonrisa lujuriosa, amaba tanto que lo tocara así, como si le perteneciera.

Angel... Mi tiempo es oro. ¿Por qué tardaste tanto en llegar a la hora acordada?

Le tomó las mejillas con las garras de una de sus manos y se acercó a su rostro. Angel dejó de sonreír y formó puños con sus manos aún en el pecho de Val. Sabía que nada de lo que diría le iba a gustar.

Jefe... El hotel en donde me hospedo está bastante lejos de-

Valentino no borró su sonrisa, pero lo arrojó al piso bruscamente, sin querer escuchar excusas estúpidas. Desde un principio la idea de que se mudara a cualquier maldito lugar que no fuera cerca del estudio lo enfermaba así que si seguía oyendo le haría mucho daño. Y lo necesitaba productivo con todas sus patas de araña bien dispuestas a trabajar así que era mejor que no lo hiciera enojar. Angel se incorporó un poco juntando sus rodillas y posando sus manos sobre el piso, adolorido por la repentina caída y con unas expresión de molestia.

No me vuelvas a hacer perder el tiempo, bebé. En el estudio cuatro te esperan hace treinta minutos. Así que ve y prepárate. Hoy serán seis.

El de cabellos blancos asintió bajando la mirada como una perra obediente, Valentino estaba molesto pero se la estaba dejando barata. Lo que sucedía era que Angel odiaba que lo mantuvieran controlado todo el tiempo y el estudio en cierto momento lo llegaba a asfixiar, por eso quería irse a donde fuera y esa fue la primera razón por aceptar las ridículas condiciones del Hazbin, solo necesitaba respirar un poco y estar lejos de vez en cuando.

Está bien, Val.

Se levantó y se dio la vuelta para retirarse de la habitación, preparado mentalmente para volver a su trabajo habitual. Le había encargado seis demonios esa noche, con quién sabe que clase de temáticas o si todos juntos al mismo tiempo. Podía lidiar con eso fácilmente, como lo había hecho en todas esas décadas desde que residía en el infierno.

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La noche no resultó particularmente fuera de lo habitual. Lidió con las grabaciones y tuvo sexo con los correspondientes actores que le encomendaron. Era bueno, por eso era el más reconocido del negocio y podía hacer las mejores expresiones y jugar muy a gusto con el morbo de la temática y todos los juguetes que fueran aplicados en él. Angel entró a su habitación del Hazbin casi en secreto porque era la madrugada, y si las chicas lo escuchaban seguro se molestarían porque sospecharían que estuvo prostituyéndose o algo así.

Pero no era el caso, se trataba de otro de los trabajos que mantenía su reputación en pie. Antes de prender la luz, se sentó sobre la cama y se desabrochó el traje, estiró un poco sus brazos y sus piernas por el evidente cansancio físico que se llevó gran parte de su energía. Se recostó unos momentos invadido por el sueño, quería descansar unos minutos antes de darse una ducha fría.

Hasta que vio que unos ojos rojos se prendieron en medio de la oscuridad.

Carajo. Se sentó en su lugar y prendió el velador de su mesita de luz. Ah claro, ahí estaba. Frente a su cama y sosteniéndose el mentón muy curioso al contemplar su cuerpo. Angel frunció el ceño ante su presencia, porque había invadido su privacidad y porque se aparecía siempre de esa forma con ganas de matarlo de un susto.

De nuevo tú.

—También me alegra verte, Angel.

Alastor subió su mano y sus garras empezaron a formar una esfera de oscuridad, de energía pura. La estiró hacia Angel para poder regenerar sus fuerzas como hacía habitualmente, porque también solía hacer lo mismo para regenerar sus heridas. La araña se levantó de repente y bajó la mano de Alastor de forma impertinente, bajo la sorpresa del demonio radio.

El arácnido no necesitaba de eso y de hecho ya no quería sentirlo nunca más. Volver al ruedo le hizo darse cuenta que no necesitaba de Alastor para poder ser feliz o para saciarse, podía seguir su vida de una forma perfectamente normal como había hecho desde que llegó al infierno, no lo necesitaba, no lo quería y ya no quería que lo invadiera nunca más. Si sus emociones se hacían más profundas no podría lidiar con eso y no quería terminar hundido en la mierda, no se lo podía permitir, tenía orgullo y no iba a mancharlo por algo tan estúpido como era apostar por algo que no llevaría a ninguna parte.

No, no quiero que lo hagas.

Sus ojos brillaron rojos como los de cualquier demonio y observó con mucha determinación a Alastor, quien sonrió cada vez más y más. El ser desafiado de esa forma no hacía más que entusiasmarlo. Angel se enojó mucho más por ser tomado como una puta broma y le habló sin miedo, todos en el infierno le temían pero él ya no, nunca más.

Ya no quiero que me toques. Ni quiero saber nada de tu magia rara conmigo. Esto se acabó.

Alastor ladeó la cabeza un poco como un ciervo confundido, alzó los hombros con una sonrisa divertida y arqueó una ceja sin poder tomárselo en serio, como si su juguete se estuviera revelando por primera vez.

¿Qué te hizo cambiar de parecer? Gemías como una puta la última vez, Angel Dust.

La araña posó una mano en su cintura y lo observó seriamente. Puta, promiscua, corriente. En general todos lo tomaban así y era todo lo que estaba bien, casi un halago. Pero lo que había cambiado era que verdaderamente no quería ser jodido en cuanto sus emociones. Estaban muy bien guardadas en el fondo de su alma antes de coger con Alastor y se quedarían muy bien ahí, sin ningún problema. El hijo de puta no tenía idea de la revolución que había causado en su cabeza y alma, jamás podría llegar a entenderlo, no poseía empatía a pesar de que tenía un alma humana. Y no quería lidiar más con sus mierdas, ya estaba bien, su trabajo se encargaría de borrar cada rastro que había dejado en su cuerpo y lo olvidaría.

Solo soy eso y está bien, se trata de libertad, ¿Sabes? Aunque a veces...

Alastor volvió a alzar su mano hacia Angel, tentando su paciencia y siendo muy consciente de lo débil que era ante su magia curativa y como lo prendía como si fuera una zorra en celo. Pero Angel vio como se aproximaba y sus ojos rojos volvieron a brillar, todas sus defensas se activaron entre medio del odio y también las alarmas de advertencias que sonaban dentro de su cabeza.

TE DIJE QUE NO ME TOQUES.

Sacó una pistola que fue controlada por su sexto brazo inferior y le disparó directamente al rostro, pero el impacto y la bala fueron frenados en medio segundo por las sombras protectoras de Alastor.

En ese momento ,dejó de darle tanta gracia.

Angel estaba fuera de sí, colérico y con ganas de reventarle el cráneo a balazos. El ciervo dispersó sus sombras con un suave movimiento de su mano y suspiró, ocultó sus dientes sonriendo con simpleza al contrario, porque veía lo que estaba pasando y lo sentía tan patético y sin sentido. Pero ni modo, todo terminaría como él quería si eso deseaba: como la mierda.

Lo entiendo. Es doloroso para ti. Sigues siendo tan emocional como un triste humano.

Sostuvo su bastón radiofónico y se dio media vuelta sin dejar de sonreírle, como si Angel en serio le importara una puta mierda. Se estaba preparando para desaparecer y no solo de su habitación, sino también de su vida. Y eso... Ese gesto en serio hizo que algo adentro de Angel doliera. Desvió su mirada sin importarle que viera toda esa creciente angustia en su semblante.

Adiós, Angel.

Don't call me angel [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora