ArgPerArg Week 2019

Day 1 "Virreinato"

Una cabellera rubia, que estaba grabada en su memoria desde que España los presentó, llamó su atención y se disculpó con el virrey regente en sus tierras para ir afuera. A cada paso que daba sus manos más temblaban, por la emoción de volverlo a ver después de un año.

—¡Plata!—llamó, captando de inmediato la atención del menor.

Le preocupó la sorpresa que la expresión del rubio demostró cuando se giró para ver quién lo llamaba, como sus ojos se abrieron y expresaron tristeza por un momento, pero rápidamente el rostro de Martín dejó ver una reluciente sonrisa.

—Perú...—saludó con una expresión relajada, su voz sonó como un dulce susurro del viento y las hojas. Admiraba lo bien que el Río de la Plata sabía ocultar sus emociones.— Ya sabés el motivo de mi llegada.

—El virrey mencionó algo sobre oro y plata exportados a tus tierras... aún así me alegra verte— con sus cálidas manos tomó el rostro de Martín acercando el suyo para que sus frentes pudieran tocarse, se apoyaron en el otro. Hasta logró escuchar un suspiro provenir de Martín, lo que le sacó una sonrisa.

—Debemos tener cuidado, Migue. No nos dejarán volver a vernos si se enteran, no quiero alejarme de ti. —en el entrecejo fruncido y los ojos verdes de Plata se notaba preocupación— No de nuevo.

Martín había tenido un recuerdo, por eso antes parecía triste.

Todos conservaban sus recuerdos de la niñez y sus orígenes, todos menos el Río de la Plata; fue el más afectado por la colonización, al que España más manipuló. Su pasado fue enterrado en un rincón de su mente y, al parecer, se estaba liberando en forma de pequeños fragmentos.

Aún si Martín no lo recordaba, Miguel tenía muy presente que se conocían desde niños por sus abuelos Inca y Pampa.

—Quisiera que me contaras lo que pasa allá, donde vives, escuché que tu gente se quiere levantar contra los españoles —susurró Perú, como si fuera un secreto entre ambos, invitando a Plata con un ademán a sentarse en un banco de piedra cercano.

—Sí, no soportan su injusticia y yo tampoco. Los criollos pidieron un cabildo abierto y lograron destituir al virrey Cisneros —con suma gentileza, Martín agarró las manos desnudas de Miguel y las acercó a sus labios para dejar un beso sobre ambos dorsos.

El tacto frío de los guantes y los labios de Martín hicieron que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Miguel, sus ojos sólo podían admirar lo elegante y pulcro que Plata siempre vestía cuando lo visitaba.

—¿Me darías mi libertad también?

La sonrisa que Martín le brindó como respuesta hizo que su corazón latiera más rápido y estaba seguro de que sus mejillas estaban rojas. No pudo evitar sonreír por la determinación y calidez que brillaba en los ojos de Plata, por un momento juró que esos ojos verdosos fueron igual a las gemas que decoraban el traje de Martín.

"Lo haría aún si no me lo hubieras pedido".