Capítulo 19

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Cuatro semanas después, todo parecía ir mejor en el hogar de los Müller.

Thomas había respetado su periodo de reposo y había asistido constantemente a su rehabilitación. Hacía apenas unos días le habían dado la buena noticia que estaba casi listo para regresar al campo de juego y patear un balón nuevamente.

También había reflexionado su comportamiento con Karianna. Sabía que había estado haciendo mal al tratarla de esa forma y sabía de sobra que ni ella ni Max habían tenido la culpa de lo que le ocurrió.

<<Max>>

Su hijo le había dado una fuerza increíble para seguir. No es que se rindiera tan fácilmente o algo por estilo, pero Max era como su nuevo motor de vida. Además, Karianna también era uno de sus mayores impulsos, y sabía que le debía una disculpa.

Ella se encontraba en la cocina, a espaldas de Thomas. Él la miraba atentamente, sin hacer ruido.

Ya había recuperado su figura después del embarazo, hasta podía jurar que su cuerpo había tomado un poco más de volumen haciéndola más curveada.

El sonido de la batidora aturdía los oídos de Karianna, por lo que no pudo escuchar cuando Thomas llegó. Se acercó cuidadosamente a ella. Max notó su presencia y comenzó a mover su sonaja. Él siguió caminando y solo le guiñó un ojo a su hijo, cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella la tomó de la cintura levantándola en el aire haciéndola gritar.

—¡Thomas! —Alargó en forma de queja.

Él solamente rio a carcajadas bajándola al piso. —¡Bu! —Dijo en forma de espanto.

—¿No crees que el ‘bu’ era antes de cargarme? —Le reprochó.

—Venga, Kari, era un broma —Le sonrió.

—Tu broma pudo lastimarte —Puso las manos en la cintura—. Aún no puedes hacer esfuerzos.

—Tranquila, no pasó nada.

—Pudo haber pasado.

—Pero no pasó.

—Contigo no se puede nunca.

—Así me quieres —Dijo hábilmente.

Karianna no pudo evitar sonrojarse y sonreír. Lo miró directamente a los ojos y él la tomó de la mano. Estaban a punto de besarse cuando la sonaja de Max cayó al suelo y éste comenzó a llorar.

—Parece que tenemos un intruso —Dijo Thomas cargándolo y llevándolo consigo para jugar.

Un par de horas después, Karianna estaba acostando a Max en su habitación. Parecía un ángel cuando caía dormido.

—Se ve muy tierno cuando está así —Thomas entró al cuarto.

—Es un diablillo inquieto.

—Demasiado inquieto, diría yo —Rio.

—Nosotros deberíamos ir a descansar.

—Vamos.

Entraron al cuarto uno detrás del otro.

Karianna salía del baño cuando encontró a Thomas sin camisa y solamente con unos pantalones del dormir.

Su corazón se aceleró al verlo de esa forma. Se había encerrado tantas semanas en él mismo que, ni siquiera habían hecho el amor.

—Kari —La llamó.

—Tom —Contestó.

La tenue luz y las cuatro paredes de la habitación fueron testigo de la pasión entre ambos.

Así Karianna estuviera vestida con el mejor atuendo de Carolina Herrera, Thomas la prefería mil veces a su lado y sin prenda alguna.

La sensación de estar nuevamente juntos era inexplicable.

Pero ella se puso rígida de un momento a otro. El recuerdo de los anónimos la atacó de repente.

—¿Te pasa algo? —Preguntó Thomas.

—No —Respondió no muy segura.

—Entonces, ¿qué sucede?

—Es que… —Tardó en responder—. He estado pensando en mis padres.

—Debemos hablar con ellos, es importante arreglar este asunto.

—¡No! —Dijo de golpe.

—¿Qué es lo que quieres entonces? Siempre dices que no quieres hablar con ellos y sin embargo te mueres por hacerlo —Respondió enojado.

Los ojos de Karianna se cristalizaron por las lágrimas. Le dolía mentirle a Thomas, pero le dolía más que él le respondiera de esa forma.

Él solamente le dio la espalda, y la dejó hundida en sus pensamientos.

La alarma matutina sonó fuertemente, y despertó a Thomas. Talló sus ojos y fue directamente a cepillar sus dientes. A pesar de lo que había pasado la noche anterior, se despertó de buen humor, pues tenía cita en el campo de entrenamiento para comenzar con calentamientos suaves.

Karianna estaba acomodando la mesa para tomar el desayuno. Sus grandes ojeras eran señal que no había dormido del todo bien.

Thomas y ella desayunaron pacíficamente, sin mencionar nada de lo que había ocurrido. 40 minutos después, él estaba listo para salir y ella recogía el desastre de la cocina. Se despidieron con un beso como lo hacían de costumbre y cada uno siguió con su rutina.

No pasaron más que unos instantes, cuando el teléfono de Karianna sonó. Pensó que sería Thomas diciéndole que había olvidado algo y que regresaría por ello más tarde. Pero se equivocó.

—¿Hola? —Dijo dudosa al contestar el número desconocido.

—No deberías confiar tanto en tu marido.

—¿Disculpa?

—Te está ocultando algo —Fue lo último que dijo una voz misteriosa y suave antes de colgar.

No se dio cuenta como ocurrió, pero el celular cayó al suelo, quebrando su pantalla. Sintió que los labios le temblaron y que la garganta se le había secado.

Ese asunto estaba llegando al límite. Primero la nota, luego el mensaje y ahora una llamada. Eso ya no era una simple broma, alguien quería afectar su vida con mentiras. Confiaba totalmente en Thomas y estaba segura que entre ellos no había secretos.

Max comenzó a llorar. Las manos le temblaban y los nervios la estaban matando.

—Cálmate, mi amor. No llores, no pasa nada. ¿Qué tienes? Tranquilo —Decía desesperadamente.

Estaba aterrada, y tal vez era momento de hablar con Thomas sobre lo que estaba pasando.

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Hola chicas :)

¿Qué creen? Hace un frío terrible en mi ciudad y no tuve clases, así que aprovecharé el día porque tengo unas cuantas historias en mente y quisiera subirlas lo más pronto posible.

Gracias por sus votos y sus comentarios! xx

They Don't Know About Us (Thomas Müller)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora