Ése día llovía a cántaros.
Me senté en una banqueta solo. Realmente no tenía a nadie. Las gotas podían mojar mi espalda; realmente cada parte de mí, ya que no había razón para tener un peinado perfecto.
No quería caminar, ya que no había lugar que no me hiciera recordar, y acordarme de bellos instantes en los que había experimentado la felicidad.Ya no podía vivir de recuerdos. En algún momento pasó a ser rutina sonreírle al pasado y no poder sacarle nada más que una sonrisa. Fue cuando entendí que, los momentos que tuvieron la capacidad de regalarte felicidad momentánea; no dejan aprendizaje (Más que el cómo volver a ser "felices" replicando momentos en los que verdaderamente pudiste serlo). Mas, los recuerdos más tristes e infelices, son los pasos para encontrar pizcas de "felicidad dinstinta".
~JairoTomate