Suerte

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Suerte dirían algunos de la vida que le había tocado, pero ellos no sabían absolutamente nada de su vida.

No sabían lo que era una vida encerrado como un pájaro en una jaula de oro.

Suerte de tener dinero.

Un dinero que no era suyo, sino de su padre y que tal vez no heredaría a menos que se comportara exactamente como quería su padre.

Suerte por tener todo a su alcance.

¿A que costo? ¿El no tener amigos verdaderos sino contados con los dedos?

Suerte de ser popular y amado por las chicas.

Que no se atreven a acercarse porque le ven demasiado inalcanzable y las que se atreven solo les interesa un status y dinero, siempre era lo mismo.

¿Realmente tenia suerte? El pensaba que no...Hasta que Furihata apareció.

Primero trato de no tomárselo en serio cuando este chico se le confesó, porque encima de no ser de los estándares que su padre quería, también era muy posible que este solo se acercara por dinero. Acepto una cita con él solo para salir de la rutina.

Kōki jamás le pidió nada para comprarle, incluso fue este quien le dio un regalo, un conejito que gano en un Toy Crane (Esas máquinas donde sacas unos peluchitos con una garra) cosa que dejo impresionado al pelirrojo.

Sin embargo no podía confiarse, aun así, en cada cita Furihata se mostraba sencillo y nunca pedía mas a cambio que su compañía. Este le enseño el amor sin pedir nada a cambio y eso le enamoró completamente.

De algo pudo decir que tuvo suerte, de conocer el amor puro de Furihata Kōki, un amor dulce y desinteresado, un amor de verdad. Akashi haría todo lo posible por retener ese amor a su lado, pues sentía que era todo lo que quería en la vida.

Cuando fueron novios finalmente, Seijūrō realmente se consideró afortunado. 

31 días de Akafuri por diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora