Thirty.

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Abrí la puerta de mi habitación con mucha lentitud inspeccionando que todo estuviera quieto fuera de la habitación. Al notar que estaba completamente vacío abrí del todo y salí caminando en cunclillas para no hacer demasiado ruido.
Pasé frente a la puerta de la habitación de Mía y me cercioré de que ella estuviera bien, pasé frente a la puerta de la habitación de invitados en donde Daniel estaba y caminé rápido para no tentarme a fijarme si el chico aún seguía allí, por más que no eramos nada y que se supone que lo odiaba tenía cierto miedo de despertar y que él no estuviera aquí...nuevamente.

Caminé más relajada hacia el baño y cuando tomé el pestillo de la puerta para abrirla ésta se abrió primero mandando mi cuerpo hacia adelante y topandome con un pecho duro y unos fuertes brazos que me sujetaron con agilidad.

-Wow, debes tener más cuidado-habló tranquilo.

Levanté mi cabeza y su aliento a menta llegó a mi pero su colonia natural me abrazo junto con sus brazos y me hizo perderme por un segundo.

-Lo lamento-hablé apenada separándome de él.

-Está bien-se encogió de hombros-no te preocupes.

Asentí sin mirarlo.
Debía aceptar que mirar a Daniel me dolía, por muchas razones. Me dolía mirarlo porque recordaba todo lo que había hecho y la furia se mezclaba con la tristeza y comenzaba a quemar internamente, pero también me dolía mirarlo porque me dolía saber que él ya no era mío, me dolía tenerlo tan cerca pero a al vez tan lejos de mí, lo extrañaba...lo extrañaba demasiado y eso me aniquilaba.

-¿Querías entrar?-su voz me distrajo y le di una rápida mirada.

Asentí a su pregunta y él se hizo a un lado dejándome entrar al cuarto de baño.

-¿Te molesta si preparo el desayuno?-lo miré unos segundos sin saber que contestar.

Amaba cocinar, pero Daniel era el encargado de hacer el desayuno todos los días, decir que no extrañaba su comida era una total mentira, pero tampoco podía darle ciertas libertades comos i nada hubiera ni estuviera pasando.

-No lo sé-hice una mueca sin mirar sus ojos-creo que sería mejor que no lo hicieras.

Finalmente me atreví a levantar mi vista a sus ojos y cuando estos se conectaron sentí un frío en mi espalda y mi respiración se entrecortó notoriamente haciendo que él arrugara levemente su frente.

-Está bien, Zoe.

Se dio media vuelta y volvió a dirigirse a la habitación cerrado la puerta, lo imité cerrando la puerta del baño, me apoyé en esta y suspiré.
Escucharlo decir mi nombre me había removido algo dentro de mi, un sentimiento que no había sentido antes pero que a su vez no se sentía bien, y sus ojos estaban extraños, estaba acostumbrada a ver sus intensos ojos azules siempre brillosos, sin embargo por alguna razón ahora tenían un extraño color celeste, estaban algo hinchados y levemente rojos.

Cuando salí del baño me dirigí rápido a la cocina e hice un desayuno improvisado, hace mucho no entraba en esta cocina y menos para cocinarme algo por lo que en verdad no estaba segura de que alimentos tenía para cocinar. Hice algo improvisado para mi y Daniel y luego la comida de Mía. 
Cuando salí de la cocina para ir a buscar a estos dos vi a Daniel bajando la escalera con la pequeña en brazos, acariciaba suavemente su manito y la miraba con ternura y tristeza, como si algo le doliera intensamente al verla.

Desayunamos en silencio, el rostro de Mía aún seguía hinchado y seguiría así por unos cuantos días más, me aseguré de que tomara su medicamento y luego Daniel se encargó de volver a dejarla en su habitación. Los medicamentos que tomaba le daban bastante sueño, aparte de que anímicamente estaba bastante desganada por lo que dormir le haría bien.

•Don't stop loving me•  3°《Daniel Seavey & Jonah Marais》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora