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Toda su vida Maya se la pasó intentando vivir su vida como una chica normal, pero nunca lo logró, siempre sintió aquélla pequeña atadura en el corazón que le impedía incluso, muchas veces, salir de su habitación.

No entendía, no sabía que era lo que le ocurría y no tenía ganas de seguir otro día así, y es que todo esto también le había traído problemas porque no hablaba con nadie en su colegio, así entonces la habían denominado como la chica rara.

Maya no tardó en levantarse aquél día para ir al colegio, parecía ser un día normal, por lo que hizo su rutina como acostumbraba.

Maya

Esta vez el cielo nublado me acompaña en mi camino al colegio, el sonido de un poco de viento me hace cosquillas mientras intento pensar como un paseo el camino al colegio. No tardo mucho en llegar allí para, nuevamente, pasar desapercibida entre todas las personas  y luego sentarme en mi puesto de siempre, tal vez algunas personas me dan algunas miradas de asco o de rechazo, pero solo me dedico a ignorarlas.

El profesor entra al salón y detrás de él dos chicos, uno mantiene un cabello negro ligeramente despeinado y el otro cabellos rubios que parecían oro.

—Alumnos. Alumnos—intenta una y otra vez el profesor de turno para que la clase se quede silenciosa.

Todos hicieron silencio y la sala de clases se vio sumida en paz.

—Bien, ellos son sus nuevos compañeros, presentense.

—Mi nombre es Luke.- murmura uno y se muerde el labio con gracia, pero no le veo nada gracioso.

—Yo soy Nicholas, pueden decirme Nick, me gusta más.

Algunas chicas rieron con delicadeza fingida, lo que debo decir me hizo rodar los ojos por impulso.

Mientras el grupo de nuevas personas se presentaban, prerfiero tomarme un momento para ir al baño, así que salgo del salón y doy la vuelta hasta el baño de mujeres. No es tan sencillo mirarme al espejo, ni mostrarme a la gente nueva, siempre el primer comentario es sobre lo oscuro que es mi pelo y que sería mas bonita con otro color. A veces dicen que los ojos grises se ven demasiado tristes con mi cara, de todas formas, siempre hay algo malo en mi para ellos. 

Me lavo el rostro con agua y lo seco con cuidado, tomo un par de respiraciones y finalmente salgo del baño.

Al entrar al salón, siento algunas risitas seductoras sonando cerca  y desvío la mirada unos segundos para encontrarme con los ojos celestes del rubio, me quedó sin aire del susto de encontrarlo mirandome, pero pienso que seguramente fue una coincidencia, por lo que sigo mi camino a mi asiento.

Tronó algunos de sus dedos en busca de relajarse, pero cualquier rastro de tranquilidad de borró cuando el chico de cabellos rubios y el de pelo negro se sentaron frente a ella.

—Hola, ángel.- murmuró uno de ellos.

Y eso, eso era el comienzo del caos.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora