Colegio

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Manuel siempre vio a su yo del pasado un poco tonto, aunque era más bien inocente.

Siempre le gastaban bromas sus demás compañeros, y él siempre se las comía. Esas bromas al principio eran inocentes, pues todos eran muy pequeños y en realidad no hacían daño a nadie, pero fue cuando Manuel había llegado a cuarto básico, cuando empezó el principio de su infierno.

Había un compañero nuevo, todos le decían Carrera, no pasó mucho tiempo hasta que se diera cuenta de Manuel era especialmente molestable. Había empezado con bromas no mucho peores que las anteriores, pero pronto se convirtieron en insultos y golpes.

Tenían diez años, y nadie podía culpar a los que preferían apoyar a Carrera por miedo.

Para cuando pasaron a quinto básico, Manuel ya era su saco de boxeo personal. Lo tenía amenazado, le juró que si algún día le decía a alguien todo lo que le hacía, lo mataría.

Manuel le tenía miedo, pasaba recreos enteros escondido en el baño para que Carrera no pudiera golpearlo, aunque este último no tardó en encontrar su escondite.

-Te querías esconder, ¿Eh?, maricón... Sal de ahí.- Dijo golpeando la puerta de la cabina.

Manuel estaba aterrorizado, no decía ninguna palabra, con la esperanza de que lo dejara en paz.

-¡Abre la puerta!, ¡no puedes quedarte ahí para siempre!- Enrique, uno de los secuaces de Carrera, logró meterse dentro de la cabina por debajo -¡¡Agarralo!!- Enrique se abalanza encima de Manuel y le pasa el brazo por el cuello, inmovilizándolo, entonces abre la puerta y deja la vista a Carrera y sus otros compañeros. -Escondiéndose como las ratas.- dice riéndo.

-Perdón, perdón, tengo plata, déjame.- decía llorando, intentando librarce del brazo del otro.

-Bájalo.- dijo el jefe, haciendo que su secuaz soltara a Manuel y lo dejara en el suelo.

Es el primero en darle una patada en el estómago, luego siguen los otros, dejándoles las piernas y los brazos morados.

-Váyanse y sáquenle la plata.- dijo a los otros, y en unos segundos estában solos. Manuel seguía llorando.

-Déjame, nunca te he hecho nada.

-Lo sé.- dice agarrándolo del pelo para que quede de rodillas.

-¿Entonces por qué lo haces?

-¿En serio crees que hay una razón?- arrastra a Manuel entre sus gritos hasta que está en frente de la taza del baño y empieza a acercar su cabeza lentamente.

-Carrera, en serio, por favor, no otra vez, no he hecho nada, tienes mi dinero, no lo hagas de nuevo.- intentaba librarse, pero el mayor le tenía las manos agarradas detrás de la espalda. Además, le seguía teniendo miedo. -Por favor, la última vez inhale mucha agua, haré lo que quieras, por favor.

-Que nunca más se te ocurra tratar de esconderte de mí como una cabra chica.

-Sí, sí... No lo volveré a hacer.

-Y si alguien se entera, te mato. ¿Oíste?

-Sí, sí oí... Déjame por favor.- Carrera lo suelta, no sin antes sumergir la cara de Manuel durante medio segundo en el agua de la taza, le patea un ultima vez en su pierna y se va. Manuel tose un poco, escupiendo algo de agua. -Ándate a la chucha.- susurra, con temor de que lo pudiera escuchar y volver.

Ese día, apenas tocaron el timbre de salida, Manuel se fue corriendo como nunca a su casa, durante todo el camino estuvo llorando y maldiciendo a todo por lo sucedido. Antes de entrar a su casa, se secaba las lágrimas e intentaba aparentar que nada sucedía.

-Hola, hijo. ¿Cómo estuvo tu día?- dice Rayen saludándolo con un beso en la frente.

-Bien.- responde él sin mirarla.

-¿Qué comiste?- el dinero que le habían quitado era para el almuerzo.

-Emmmm... Había cazuela.- dijo aún sin mirarla.

Su madre seguía haciéndole preguntas sobre su día, hasta que llegó su papá, y entonces se detuvo y ambos lo saludaron.

-Voy a darle comida al Choclo.- dijo Manuel saliendo al patio.

Rayen y José se miran.

-Le pasa algo, está cada vez más raro.- dice ella.

-Debe tener sueño. Si le pasara algo malo lo sabríamos.

-¿Y si nos oculta algo?

-No debe ser nada, tranquila.- una diferencia entre ambos, es que José nunca tuvo aquel instinto de padre que tenía Rayen.

Manuel le sirvió comida a Choclo, y después de que terminara, se sentó cerca suyo y el perro se echó en sus piernas a pesar de no ser de un tamaño muy pequeño.

-A veces siento que eres el único que me entiende.- dice acariciándole detrás de las orejas -¿Cómo le haces para que me sienta mejor con sólo estar contigo?- Choclo lo mira y le lame la mejilla -Te quiero, chico.- le dice abrazándolo.

Choclo era especial para Manuel, él era el único con el que podía consolarse, siempre lograba que se sintiese mejor, eran inseparables desde el principio, gracias a él, podía soportar las torturas del colegio.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2020 ⏰

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¿Quién es el Manuel? ~ La precuela de ACADEMIA MUNDIALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora