Taehyung no esperaba enamorarse de un chico que vive más allá del bosque, en la ciudad del humo, un lugar prohibido para la gente de su mundo. Si bien, Taehyung sabe mentir y es capaz de encubrir sus travesuras una y otra vez.
Pero, ¿y si no fuera e...
A Jimin le gustaría acercarse a su amigo y decirle que todo va bien, que no hay motivo para estar triste y que tarde o temprano las cosas cambiarán. Pero no puede hacerlo porque en estos momentos no tiene poder suficiente como para tratar de arreglar las diferencias entre ambos lados del país. Se siente abrumado por los acontecimientos de las últimas semanas. La verdad le ha golpeado con fuerza directamente en el corazón metiéndole de lleno en las calles de la Vaporera, siendo partícipe del ambiente jovial, dándole la oportunidad de conocer a sus gentes... Y no está dispuesto a resignarse a no volver a verlos. De eso nada. Taehyung duerme sobre su cama aunque ya es más de mediodía. Los estores están bajados y el heredero ha dedicado toda la mañana a interactuar con el pueblo, subiendo fotos, vídeos y respondiendo a sus comentarios. Pero ahora ya está cansado así que se tumba junto a su amigo y le mesa el cabello desleído mientras le observa dormir. --Taehyungie, despierta. Tengo hambre. Vamos a comer --musita, pero sólo consigue que el otro se dé la vuelta y se cubra la cara con la sábana--. Taehyungie, no puedes seguir durmiendo. --¿Uhm...? --remolonea. --¿Quieres que avise a Yoongi hyung y le diga otra vez que es imposible despegarte de la cama? -- No, no... Ya me levanto --cede, incorporándose hasta quedar sentado sobre el colchón. --Te has vuelto a perder las clases --le dice. Taehyung observa a su alrededor y tarda unos instantes en ubicarse mientras se frota los ojos. --Parece que tú también. Jimin se echa a reír avergonzado. -- No quería dejarte solo -- se excusa, y en parte es verdad.
Ni una sola noticia de Seokjin desde hace un mes. Ni un telegrama, ni una carta ni siquiera un comunicado oficial. Para Ilsam, la noche de la redada sólo fue un fallo del sistema que se arregló enseguida y lo que sucedió al otro lado no trascendió a los medios. --Puedo lograrlo, Taetae -- le asegura Jimin, leyendo sus pensamientos. Y es que Jimin está obcecado en conocer de primera mano lo que ha pasado con Seokjin y los demás, y no le importa tirar de contactos familiares para conseguirlo. --Vale... Será mejor que vaya a la siguiente clase... Taehyung se levanta, se calza, se peina con las manos y se despide de su amigo con un sincero abrazo. Se mueve como una alma en pena por los pasillos, sonriendo a quien se cruza a su camino, sosteniendo una fachada jovial que oculte su dolor. Pero aunque no quiera, la tristeza se refleja en su cara y es bien visible para aquellos que se preocupan por él. --Joon hyung, siento llegar tarde --dice, colocando su mochila sobre la mesa. Pero Namjoon no contesta. Entiende lo que se siente al dejar a alguien atrás, al saber que no vas a volver a ver a esa persona nunca más... Así que simplemente no le azuza y le deja un poco de espacio para que supere la separación. Se hace de noche frente a sus ojos y ni siquiera se da cuenta. Ya ha dejado de pensar en cada uno de los momentos que compartió con Seokjin. Ya no piensa en la noche en la que lo conoció haciendo cócteles en el bar, ni en la música que sonaba en el descampado. No piensa en los telegramas que intercambiaron ni en los abrazos junto al mar. Sólo ha retenido su presencia, la silueta de su cuerpo, su manera de andar y esa forma rápida parpadear tan adorable. Lo tiene grabado en el corazón. Cree a Jimin cuando este le asegura que puede conseguir que las cosas cambien. Que puede lograr que la gente pueda ir y venir de manera libre y que aunque sea difícil, trabajará en ello. Si Jimin no puede conseguirlo, ¿quién lo haría? Pero después de esperar por noticias de Seokjin durante treinta días y seguir sin saber nada de él, ya no tiene mucha esperanza de que eso vaya a suceder pronto. Cuando regresa a la habitación, Jimin no está. Taehyung lleva todo este tiempo durmiendo allí y sólo pasa por su habitación para recoger algún objeto esencial. No quiere volver allí y estar solo, y a Jimin no parece importarle que ocupe un lado de su cama cada noche. Tira la mochila al suelo, se descalza, se lava la cara y se echa a dormir deseando que la mañana tarde mucho en llegar. Pero la mañana es traicionera y el sol vuelve a salir a la misma hora de siempre, obligándole a abrir los ojos. Y Jimin no está. Le envía mensaje pero no contesta. Y tampoco manda el saludo habitual de buenos días ni actualiza en sus redes sociales. --Estará ocupado --dice Yoongi, quitándole importancia. --Creo que tenía alguna reunión protocolaria --añade Namjoon. Pero Taehyung no puede evitar preocuparse.
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Taehyung se dirige al vestíbulo, obediente, aunque a esa hora ya casi no hay alumnos. Cuando Jimin llega, más arreglado de lo habitual, se le echa a los brazos directamente y lo estrecha con fuerza. --Tengo algo para ti --dice, y le entrega un sobre cerrado--. He tenido que insistir mucho, de hecho, mi familia está bastante disgustada por nuestras... escapadas, ya sabes... --Lo siento mucho. --No, tranquilo... No es culpa tuya. --¿Esto qué es? --Tú sólo ábrelo --canturrea Jimin pellizcándole la cara.
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Y Taehyung arruga la hoja mientras llora en el hombro de Jimin que le acuna con cariño. Y Taehyung aprieta los labios, conteniendo sus emociones, cuando la luz de la esperanza vuelve a brillar dentro de él. Y Taehyung se incorpora y se seca las lágrimas con determinación, porque tal vez no sea hoy ni tampoco mañana, tal vez no sea el mes que viene o el próximo año, pero Taehyung está convencido de que Seokjin y él volverán a coincidir.
Hicieron una promesa, y Taehyung siempre cumple sus promesas.