Parte única

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La navidad era el peor invento parido por el sucio capitalismo

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La navidad era el peor invento parido por el sucio capitalismo.

Y no, Shinsou Hitoshi no era un hipster que deseaba ir contra la moderna corriente, mientras se bebía su café del Starmights con una mano y, con la otra, twitteaba lo mucho que le gustaba la lluvia.

Él no era ningún único y diferente, ni mucho menos un princeso.

Shinsou no era más que un estudiante de veterinaria, quebrado al punto de que hasta un paquete de ramen instantáneo era costoso y con unas ojeras que serían vistas desde México.

Y, para colmo y mayor de males, Shinsou trabajaba de cajero en una de esas tienduchas de pacotilla —llamada Tío Hawks, para empeorar las cosas— que poseía en su stock la mierda más bizarra y que nunca nadie compraría, excepto tal vez en un único momento de tu vida en una realidad paralela. ¿Necesitabas pegamento de contacto para terminar esa maqueta a las 6 de la mañana antes de tu entrega?

¿O tal vez la cartulina que olvidaste preparar el domingo antes de la presentación final?

No por nada tenían un cartel que rezaba en la entrada: «si lo necesitas, lo tenemos».

Tío Hawks era el tipo de tienda que te ofrecía desde una lata de atún vencida de las navidades pasadas, una bolsa de alitas picantes congeladas, dulces extranjeros, guías turísticas, focos de colores psicodélicos para armar tu propio motel en el cuarto, una blusa espantosa para regalar a tu suegra, un taladro, o incluso los repuestos para un cohete. O eso suponía —le daba un poco de miedo ir hasta la oscura trastienda; quizá Midoriya Izuku, su compañero de trabajo y roommate, lo utilizaba para crear fallidos hechizos de amarre en honor a Satanás.

De hecho, Shinsou no era un creyente. Ni de Satanás, ni de las navidades, ni en las leyendas urbanas de Japón, ni de si la luna en piscis te hacía llorar como magdalena.

Él era algo así como un tipo más bien práctico y realista. Creía en todo aquello que podía ver y tocar; como su cómoda cama que le esperaba al final del turno doble que cumpliría ese día, o su rechoncho y holgazán gato llamado EraserHead, en honor a su comic favorito de la infancia, con el que se acurrucaría para sobrevivir al frío de mierda que le congelaba el culo huesudo.

Pero primero... sobrevivir a las navidades.

Y para rematarlo: sobrevivir a las horas previas a la navidad... y a todos los inútiles que esperaban hasta estar enfundados en sus horribles sweaters navideños, para recordar que les faltaba el vino barato para las tías solteronas que siempre preguntan por tu novio, la carrera universitaria, o si sigues viviendo en el ático de tus padres mientras miras animé por las noches.

Ya podrían haber preguntado por la inevitable depresión que te causaban esas preguntas, muchas gracias.

Shinsou se sentía afortunado de estar alejado espiritualmente de toda esa basura.

El extraño de las navidades presentes [ShinKami] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora