ESE DÍA

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El día en el que lo dejé ir no lloré. Porque en ese instante no era consciente de que estaba perdiendo a un gran amigo, a un gran amor.

Uno va tomando noción de la realidad conforme pasa el tiempo, porque vivimos ante una negación increíblememte poderosa. Pero si soy sincera, más que negar su partida, negaba en mi mente el poder que había tenido en mi alma.

Costaba admitir las noches en que escuchaba su voz sólo para relajarme y poder dormir.

El día en que lo dejé ir, si hubo un cambio pero no era visible para el resto, como si existiese una especie de partícula en el aire que hacía evidente el color de la desolación. Mi propia desolación.

¿Pero algo palpable? No lo creo. Los buses seguían su ruta, los perros continuaban ladrando, el día llegaba a su fin. Nadie notaba la agonía que carcomía mi ser.

Recuerdo perfectamente ese día porque nunca habrá otro que me recuerde el amargo sabor de perder el amor.

EL DÍA EN QUE TE PERDÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora