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El martes se me pasó sorprendentemente rápido, seguramente porque me pasé todo el turno reviviendo en mi mente las imágenes de la tarde anterior; teniendo que obligarme, en ciertos momentos, a devolver mi atención al trabajo y necesitando refrescarme la cara en más de una ocasión.

La mañana fue soleada, y gran parte de la tarde también, por lo que cuando llegué a casa, tuve en mente la intención de mandarle algún mensaje a Ana y proponerle esa medio hablada "cita deportiva" por el caminito del bosque que subía hacia el monte.

Habíamos estado mensajeándonos un poco, tanto el día anterior por la noche, como ese mismo día por la mañana, pero hacía ya unas horas que no sabía nada de ella. La verdad era que tampoco quería avasallarla, por mucho que me gustara aquél tonteo adolescente que volvíamos a tener. Sin embargo, al llegar a casa, y sabiendo que sí o sí yo iba a salir a hacer deporte, le mandé un mensaje.


Miriam

Sigue en pie la carrera de hoy?

A menos que estés hecha picadillo por la de ayer, claro

Lo digo porque voy a salir a correr, que yo sí estoy en forma 😌

Y a lo mejor querías la revancha


Decidí cambiarme y comer algo ligero, que fuese a digerir al poco rato, y justo cuando estaba poniendo el plato en el lavavajillas, recibí la respuesta de Ana.


Ana

Perdona?

Yo estoy fuertísima...

Tengo agujetas, sí

Pero también tengo ganas de verte

A mí no me da vergüenza reconocerlo 😘

Me das 15 minutos y nos vemos delante de tu casa?


Sonreí ante la respuesta. Subí a mi habitación para acabar de prepararme, y en cuanto bajé, ya era casi la hora acordada. Ana, a pesar de no ser la persona más puntual del mundo, tan solo tardó un par de minutos en hacerse ver, saliendo de su casa y caminando hacia la mía. Me saludó con la mano y una sonrisa en cuanto me vio ya esperándola.

—¿Hace mucho que esperas? —preguntó cuando llegó a mi altura.

—Nada, dos minutos. Todo un logro tratándose de ti —sonreí laderamente.

—Ay, no empieces, eh —se rió ella, dándome un suave empujón.

—No empieces tú —respondí, pellizcando su costado.

Era verla y sentir unas ganas de contacto físico crecientes en mi interior. No recordaba que esto me pasara de una forma tan intensa ni cuando estuvimos juntas unos años atrás. De todas formas, decidí actuar prudentemente: Noe ya lo sabía todo, pero mi familia todavía no; y mi madre no tardaría mucho en llegar a casa.

Empezamos a subir por el camino, rodeándonos de árboles y dejando atrás nuestras casas. Hablamos de tonterías, de nuestro día en el trabajo, de los compañeros, de las previsiones para aquella semana... Ana me habló de Clara y yo le hablé de Efrén y de los cambios que ya estaba planeando en su vida. Hablamos de Nerea y Aitana, e incluso de Ricky y sus negocios con el gimnasio y el Spice. Con la tontería, en vez de correr, llevábamos medio camino caminando. A paso rápido, pero caminando.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora