Parte Única

2.1K 198 427
                                    

—¡Una cerveza por aquí!

Yoongi volteó hacia la dirección de donde provenía esa voz. Podría reconocerla en cualquier lugar, incluso si hubiese una multitud hablando a su alrededor. Ya se figuraba mentalmente aquella jodida sonrisa entusiasta y los brillantes ojos oscuros antes de toparse frente a frente con él. Tomó un vaso grande, lo llenó y caminó hasta la barra. Ahí estaba, sentado en una posición relajada, apoyando su cabeza en una de sus manos y, como había previsto, con una amplia sonrisa en los labios. Debía de suponer que Jungkook tuvo un buen día y lo vino a celebrar.

—Yoongi hyung —recitó su nombre como si cantara, alzando su otra mano en señal de saludo.

—Aquí tienes —enunció tras dejarle la cerveza en la barra y dio media vuelta para largarse.

La verdad simple y llana era que no estaba de buen ánimo para los sinsentidos de Jungkook. No sabía si era por las dos peleas que tuvo que detener antes que el castaño llegara o porque sencillamente se levantó de mal humor antes de lo esperado.

Varias veces se levantaba de mal humor. Una de las consecuencias de vivir en apartamentos pequeños con paredes que no eran lo suficientemente gruesas consistía en los ruidos molestos, si el vecino se ponía a taladrar a las ocho de la mañana un sábado, todo el piso escuchaba el escándalo, a veces pasaba con las discusiones a gritos y otras cosas que jodían la tranquilidad de aquellos que deseaban dormir hasta tarde. En fin, ya le daba igual el motivo, solo quería que pasaran las horas, cerrar el local y echarse sobre su cama, suponía que no estaba aspirando a nada irracional.

—Qué entusiasmo, hyung, yo que vine a verte, ya sabes que dicen que los amigos son como una luz brillando en la oscuridad, deberías tratarme como una preciada lucecita. Si fuera una, me gustaría ser de esas luces enceguecedoras, como los flashes de las fotos.

Y así comenzaban los sinsentidos. A veces se preguntaba por qué le tenía tanta paciencia. Emitió un gruñido. ¿A quién carajo le importaban las luces? A él no.

—No me gustan las luces —respondió ronco y hastiado—. Llámame si quieres algo más —agregó antes de ir a atender a un nuevo cliente al otro extremo de la barra.

Jungkook bebió un largo trago de cerveza que picaba fría y agradable en su garganta. Observó a su amigo a la distancia mientras acariciaba con uno de sus dedos el cristal del vaso, le causaba gracia como apenas lograba mantener esas sonrisas de cortesía, especialmente dedicadas a los clientes de nula confianza. Conocía lo suficiente a Yoongi como para saber distinguir aquel tipo de detalles. Había años y años de historia entre ambos. Ahora entendía la expresión "como si hubiese sido ayer", el recuerdo se conservaba nítido en su cabeza, aquella mirada hosca y el "lárgate".
  
  
   
   
  
  
  
  
  
Ese día estaba en el bar Stigma, lugar turbio y a la vez un perfecto punto de encuentro para sujetos que compartían su oficio y para quienes los buscaban por aquella capacidad de hacer lo que sea por una buena suma de dinero. Le habían hecho una propuesta de negocios, una muy buena, el único problema resultaba ser que era demasiado trabajo para una sola persona. Necesitaba a alguien, si conseguía a dos socios, mejor aún. Confiaba en que la paga resultaría bastante atractiva como señuelo, pero no confiaba precisamente en la gran mayoría que le rodeaba en ese momento. Estaba convencido que se las ingeniarían para deshacerse de él en el camino y quedarse con todo el dinero. Los conocía, ya había trabajado con ellos y por lo mismo no hacía caso del dicho "más vale diablo conocido que diablo por conocer". A veces era una total falacia. Prefería a un completo extraño de mirada franca, aunque no veía a ninguno cerca.

Podría llamar a Jin, pero ese sujeto nunca era una carta cien por ciento fiable, menos cuando estaba plenamente involucrado en un robo de arte a gran escala. "Ya sabes, quiero un nueva pieza para mi colección", le diría, también agregaría que el dinero no le daba la misma satisfacción que un buen cuadro original o una pieza invaluable hurtada de un museo. Jungkook en definitiva no lo entendía. Pensó en V, pero estaba seguro que su socio ocasional iba detrás de Seokjin —en más de un sentido— dispuesto a ser su secuaz por un par de abrazos y quizá parte de la recompensa, dependía de la generosidad del conocido Worldwide Handsome.

Menos por Menos [YoonKookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora