Hades.
—¡Hades, la cena esta lista!— escuché a mi madre gritar.—¡Bajo en un momento!
Apenas terminé de decir esas palabras cuando escuché un ruido en el patio trasero. Me apresuré a ver que era con toda la curiosidad que podría tener a los ocho años. Era un balón, un balón de soccer había caído en el césped y, a tres metros de él un pequeño niño de al parecer mi edad, sabía quién era. Acá un pequeño storytime: He vivido en mi vecindario literalmente toda mi vida, nunca tuvimos problemas con los vecinos hasta que la familia de al lado se mudo a principios del 2008, mi madre solía decir que maldito el día en que decidió Satan enviar a esas personas, qué tal vez era una prueba del señor para demostrar los buenos cristianos que éramos. Su familia constaba de cuatro integrantes, el señor y la señora Niehman, y sus hijos Daniel e Isack. Mamá no me dejo hablarles nunca ya que decía su maldad y falta de valores morales podían percibirse.. Hasta ese día..
Volviendo al contexto, lo ví ahí de pie sobre mi propiedad, se había saltado la cerca quién sabe cómo, traía unos shorts de mezclilla y unos converse de color amarillo, además de su ridícula camiseta de Spiderman, recuerdo preguntarle qué quería y cómo había entrando aquí.—Solo vine por mi balón, toque tu puerta pero nadie respondió.
—¿Y eso te da derecho a cometer allanamiento de morada?
—Allaname.. ¿qué?
—Allanamiento de morada es cuando- pude ver su cara confundida—olvídalo, un inepto como tú no lo entendería.
—No soy un inepto sea lo que sea que signifique eso, ¡y ya devuélveme mi balón!
Empecé a caminar hacia él y me acerqué a su oreja solo para decirle que no le devolvería su balón ya que estaba en mi patio y por lo tanto era mío (además de algunas sugerencias para su educación), quizás no fue la mejor acción pero puedo justificarme, apenas era un niño. Cuando retire mi rostro ví como llegaba el color rojo a sus mejillas y empezó a correr en dirección a la cerca hasta saltar por ella, vaya que era ágil. Volví a cenar y desde esa vez no volvimos a interactuar.
⚽⚽⚽⚽⚽⚽
Isack.
Me preparo para darle una patada al balón cuando escucho un chillido bastante parecido al ruido que hacen los ratones cuando están asustados, subo mi mirada para ver de donde proviene.—¿Oliv?— mi amiga me miraba enojada mientras hacia una mueca extraña con su boca— ¿Qué pasa?
—¡Prometiste que jugaríamos a las escondidas! Sabes muy bien que no me gusta jugar fútbol.
Era cierto que le había prometido eso, pero no es divertido jugar a las escondidas si sólo éramos dos, además no es mi culpa que ella tenga dos pies izquierdos y que no pueda jugar sin caerse.
—Pero es más divertido jugar fútbol, no te preocupes por no saber jugar ¡Te enseñaré!
—¡No quiero jugar a eso! ¡Me voy!
Veo como se aleja con pasos rápidos y no puedo evitar enojarme, no entiendo por qué las niñas son tan complicadas, en fin, nadie la necesita me volví a concentrar para dar una super patada al balón, lo hago con tanta fuerza que cae en el patio del vecino.
Camino hacia la puerta de este y toco el timbre, pasan algunos minutos y nadie responde, vuelvo a tocar el timbre otras dos veces más pero siguen sin responder, probablemente no haya nadie, en fin, a situaciones desesperadas medidas desesperadas: me abriría paso yo mismo. Intenté trepar el muro sujetándome de la vegetación que había crecido sobre este, haciéndome pequeños raspones en el camino, pero todo esto valdría la pena si lograba recuperar mi preciado balón. Logré alcanzar el borde e impulsarme en un salto de fe, cayendo justo donde se encontraba mi balón, cuando sólo estaba unos pasos la puerta es abierta, por un momento mi cuerpo se congela pensando que es la señora de la casa (la cual me asusta mucho pues cada vez que me mira parece que va a sermonearme), pero sólo era su hijo quien me miraba fijamente, raro, lo había observado muy pocas veces ya que este nunca salia y cuando lo hacía era sólo para sentarse a leer bajo un árbol que hay en su patio. Yo también lo observo detenidamente, llevaba una camisa blanca simple y unos shorts negros de la marca adidas, es un poco más alto que yo, su cabello negro está peinado hacia un lado y su nariz está rosa, asumo que debe ser por el frío que hace afuera, subo la mirada a sus ojos y son de un azul claro; es hermoso.—¿Que haces aquí y como entraste?—pregunta con un tono exigente.
—Sólo vine por mi balón, toque tu puerta pero nadie respondió.
—¿Y eso te da derecho de cometer allanamiento de morada?
¿Qué rayos había dicho?
—Allaname... ¿Qué?
Abre la boca pero la vuelve a cerrar, trata de explicar lo que acababa de decir pero no lograba entender así que sólo le dedique una mirada confundida.
—Olvídalo, un inepto como tu no lo entendería— no sé que dijo pero suena grosero, este niño me estaba haciendo enojar con sus palabras raras.
—No soy un inepto sea lo que sea que signifique eso ¡Y ya devuélveme mi balón!
Aún lo recuerdo, caminando hacia mi, jamás en mi corta edad había sentido pasar el tiempo tan lento, se acercó a mi oreja y no pude evitar petrificarme, sentí como la sangre llegaba a mis mejillas y no sabía por qué, mi estómago se sentía extraño como si fuera a vomitar, aún recuerdo su palabras, a las cuales a duras penas preste atención.
—No te devolveré el balón ya que está en mi propiedad y por lo tanto me pertenece, además deberías dedicarte a estudiar porque al parecer eres un analfabeto, ahora largo.
Cuando se alejó luego de decirme anafatebo que tampoco tenía idea de qué era, vio mi cara la cual aún estaba roja con esos enormes ojos azules intimidantes, lo único valiente que pude hacer en ese momento a los ocho años fue correr como si no hubiera mañana, ni siquiera me importó mi maldito balón, lo único que quería es salir de ahí, brinque la cerca y me encerré en mi cuarto con el corazón a mil por hora. Y desde esa vez no volvimos a interactuar, hasta hoy.
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Nota de autoras.Muchas gracias por darle una oportunidad a nuestros pequeños, espero y se queden hasta el final con nosotras y disfruten esta obra tanto como nosotras disfrutamos escribiéndola.
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Llévame al infierno, por favor.
Romance-¡Devuélveme mi balón! -No lo devolveré, está en mi propiedad y por lo tanto es mío, mejor vete a estudiar analfabeto. -¡No se que significa pero suena muy grosero! ¡Y ya devuélveme mi balón!