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-Si lo que me ocurrió formara parte de un "cuento de verdad" -pensaba yo- será uno de esos que tanto me disgustan, en los que el protagonista se despierta después de que el autor hizo suponer como real lo que -en resumidas cuentas- ha sido sólo un sueño.

Recién el día anterior a mi retorno a la escuela y al contacto con mis amigos -ambos abruptamente interrumpidos- mi madre me reveló todo lo acontecido (mejor dicho, la mitad que ella conocía). Éstos fueron -en síntesis- sus comentarios:

-Ahora que ya estás bien y vas a reencontrarte con tus compañeros, es preciso que sepas la verdad. No sé lo que viste, porque cuando te rescatamos estabas desmayado. Por desdicha -hijo- estuviste prisionero en la casa del Manga, al igual que muchas criaturas de esta villa. Glenda nos condujo hasta allí a tu padre y a mí junto con un montón de otras personas.

Al regresar al almacén y no encontrarte, soltamos la perra y ella se lanzó a una alocada carrera. Así nos guió. Ya había llamado la atención de los vecinos con sus alaridos. Nos dijeron que hacía más de tres cuartos de hora que ladraba y que no hallaban modo de calmarla. Fue fácil localizar la vivienda del Manga, gracias a su olfato. Por suerte, llegamos a tiempo para rescatarlos a todos de esas enormes telas en las que estaban atrapados. Algunos tan débiles...

Tiemblo al evocarla: encontramos una araña gigantesca. La infeliz no sabía qué hacer cuando irrumpimos en el sótano. Trató de escapar trepando por su tela, hasta casi ocultarse entre las vigas del techo, lo más escondida que pudo.

¡SOCORRO! ( 12  cuentos para caerse de miedo) Elsa BornemannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora