Capítulo setenta y dos.

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Gruñendo y aún con los ojos cerrados me senté en la cama mientras sujetaba mi teléfono que sonaba con la más fastidiosa melodía; la alarma.

Aún quería dormir, pero tenía que ir a trabajar así que fui al baño para refrescar mis mejillas con agua y me di un par de palmaditas obligándome a despertar. Aún caminando con desgano regresé a mi cama y tomé el teléfono para llamar a mi bro, esta vez confirmé que él estaría en la oficina antes de ir.

Salí del departamento y cerré con llave la puerta, guardé en la mochila el llavero y me coloqué los dos tirantes mientras subía por las gradas hacia la calle, la luz roja del semáforo detuvo el tránsito de los autos y pude cruzar para caminar unos cuantos metros hasta llegar a la parada del autobús, pasaron pocos minutos y el auto bus llegó. Al subir, una vez más tuve la sensación de ser observada, regresé mi mirada y un sujeto con capucha se volteó de inmediato pegándose hacia el poste, las personas formadas detrás de mí empezaron a quejarse y tuve que desviar mi atención del sospechoso para subir, me apresuré y revisé por las ventanas, pero como si hubiera sido una ilusión, aquel sujeto desapareció. Cerré mis ojos con fuerza y estos ardieron un poco, seguramente estoy deshidratada y eso me causa alucinaciones, me senté y saqué la botella de agua que siempre llevo en mi mochila para beber un poco y refrescarme.

Transcurrió una hora, ya había llegado al patio de la casa donde un camión estaba estacionado y mis amigos como hormiguitas trabajadoras llevaban diligentemente caja tras caja desde el vagón del camión hacia la casa, era un espectáculo digno de ver.

–¿Ayudo? –cuestioné al acercarme.

–Oh, Bambi hola –sonrió Loopy mientras apilaba dos cajas grandes.

–Hola –saludé sonriente.

–Llegaste bro –Owen se acercó y me abrazó brevemente como una forma de saludo.

–Puedo llevar una caja –puse mis manos sobre una de las cajas.

–Dulzura –Bloo de repente dio un brinco bajando del vagón–. Déjale el trabajo pesado a los hombres –sacudió sus manos y me dedicó una sonrisa pícara.

–Machista –murmuré haciéndole una mueca.

Loopy rio y levantó con un poco de esfuerzo las dos cajas que había apilado y explicó:

–Ven Bambi, tú puedes ayudarnos a organizarlo todo dentro.

–De acuerdo –lo seguí.

Dentro todo era un caos, Niahn y West apilaban cajas hacia la pared de la sala, pero no lucía del todo ordenado.

–Que hay muchachos –saludé como ellos suelen hacerlo.

–Eyy –alargó West sonriente y estirando su mano para saludar conmigo–. Bambi dulce bambi –canturreó y fue apartado por Niahn quien también me saludó.

–¿Crees que puedas organizar a estos dos? –cuestionó Loopy.

–Si. Déjamelos a mí –sonreí y Loopy se fue.

–Pero ya lo hemos ordenado –refunfuñó Niahn.

–Chicos, deberían apilar las cajas alternadamente, para que no se inclinen así –señalé al ver una especie de torre inclinada que habían hecho con las cajas.

–Ah... –West observó las cajas con un puchero–. ¿Como si fueran ladrillos?

–Sí, así tampoco se hundirán las cajas.

–¿Ves? –reclamó Niahn–, yo te dije que las pusiéramos así, pero tú eres necio.

–Mentiroso, yo te di la idea –refutó West acercándose para tomar a Niahn por el cuello como una llave bajo la axila.

RUDEWhere stories live. Discover now