- ¿De qué habla señor Taisho?... creo – inquirió el médico extrañado
- Doctor Fuwa... ¿podría dejarnos a solas por un momento? – interrumpió Kosho
- Cla... claro – aceptó sin comprender. Los demás lo siguieron fuera de la habitación y finalmente sólo quedaron ellos tres.
- Entiendo lo desagradable que les ha resultado verme aquí – declaró Kosho
- No... ¡no tienes la menor idea de la repulsión que sentimos al tenerte cerca! – corrigió Inuyasha intentando controla la furia que bullía en su interior. Kagome permanecía en silencio, sujetándose con fuerza del respaldo de una silla – Aunque por otra parte, es una afortunada coincidencia – murmuró peligrosamente sereno, acercándose con lentitud a la mujer.
- Inuyasha – susurró Kagome sujetando su brazo con suavidad. El joven la miró interrogante – Quiero hablar... necesito saber... pero ahora... – dijo respondiendo la pregunta que vio en los ojos dorados.
- No seas ingenua Kagome. Lo único que oirás de la boca de esta... perra... son mentiras – bufó encolerizado – Quién mejor que yo para advertírtelo – agregó con brutal ironía, mirando a la aludida con aversión.
- Estoy consciente que merezco todos sus insultos – aceptó Kosho – Las cosas que hice en el pasado... fueron guiadas por mi resentimiento e inmadurez. Y auque no crean mis palabras, me he arrepentido del daño que causé durante todos estos años – agregó mirándolos a los ojos – Pero lo que nos trajo aquí, es algo mucho más importante que nuestras antiguas desavenencias – señaló seria – La vida de un niño está en peligro... Acudí al llamado del doctor Fuwa, a brindar todo mi conocimiento para ayudar y salvar una vida.
- Conmovedoras palabras – se burló Inuyasha – Es una lástima que no crea en ninguna de ellas – finalizó dándole una mirada cargada de odio.
- No puedes culpar a Inuyasha por su enojo y desconfianza – intervino Kagome dirigiéndose a ella por primera vez – Ya que fuiste tú la que inventaste aquella espantosa mentira sobre mi supuesta huida con tu novio, haciéndote pasar por mi mejor amiga, Aska. Pero no tienes idea del sufrimiento, que toda esa farsa, trajo a nuestras vidas... Te aseguro que jamás podrías dimensionarlo – afirmó con amargura – A pesar del dolor que nos causaste... Confiaré en ti... confiaré en que salvarás al niño que tanto amamos... Dejo su vida... en tus manos... – anunció con la voz temblorosa.
- Kagome – musitó el joven incrédulo de lo que escuchaba
- Ella es la única que puede hacerlo – justificó, mirándola a los ojos, esperando su respuesta.
- Haré todo lo que esté a mi alcance – contestó Kosho – Después contestaré a todas sus preguntas.
- Así será – accedió Kagome.
- La operación iniciará en media hora – informó caminando hacia la puerta – Todo saldrá bien... Lo prometo – aseguró antes de salir.
- ¿Estás segura? – Preguntó Inuyasha – ¿De querer confiar en ella?
- Si... Necesito confiar – contestó sollozando – Eso es lo único que puedo hacer ahora... Tener fe en Dios y...en ella... – musitó apoyando la cabeza en el pecho del joven que se había acercado a ella para abrazarla.
Todos permanecían sentados en la sala de espera, inmersos en un silencio sepulcral. Habían transcurrido poco más de cinco horas desde que se inició la operación de Shippo. Lo último que vieron fue al pequeño siendo llevado al quirófano por tres enfermeras y anestesiólogos, seguidos de un par de cirujanos cardiólogos pediatras, además del doctor Fuwa y Kosho. No se acercaron a ellos, por petición de los médicos, ya que no debían transmitir inquietud al niño, aún estando sedado.
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Nisshoku no kokoro
RomanceAmor y felicidad, en un instante traducido a dolor y rencor. traición y maldad rodean la vida de Kagome, a causa del hombre que amaba y su propia sangre. La mente dice que el odio es más fuerte, ¿Pero que piensa el corazón, cuando cae prisionero de...